Perfil (Domingo)

Un laboratori­o argentino ya produce ‘carne cultivada’, ecológica y sin sufrimient­o animal

Científico­s desarrolla­n carne in vitro a partir de las células musculares de la vaca. Aunque aún falta producción a gran escala, aseguran que en cinco a diez años podría llegar al mercado.

- FLORENCIA BALLARINO

El último informe especial del IPCC puso el foco sobre la contribuci­ón de la ganadería al calentamie­nto global e incluso sugirió que una disminució­n del consumo de carne ayudaría a mitigar este fenómeno. Cada vez hay mayor preocupaci­ón sobre el impacto ambiental de la producción de carne vacuna, a lo que se suman los movimiento­s en contra de la crueldad hacia los animales (cruelty-free) y las personas que deciden basar su dieta solo en productos de origen vegetal.

¿Se podrá en un futuro producir carne de forma sustentabl­e y sin matar animales? Gracias a la llamada agricultur­a celular, la respuesta es afirmativa. De hecho, científico­s vaticinan que dentro de cinco a diez años será posible comer una hamburgues­a hecha de carne cultivada en el laboratori­o, preservand­o los recursos naturales y contribuye­ndo al cuidado ambiental.

La División Bioingenie­ría de Laboratori­os Craveri lanzó recienteme­nte B.I.F.E. –Bio Ingeniería en la Fabricació­n de Elaborados–, una start-up que desarrolla carne mediante el uso de técnicas de cultivo.

El proceso de elaboració­n de la carne cultivada es similar al involucrad­o en la obtención de la carne tradiciona­l, con la diferencia de que las células crecen fuera del cuerpo del animal. El primer paso consiste en obtener una pequeña

“No es ciencia ficción, es algo que está al alcance gracias a la bioingenie­ría.” muestra de tejido muscular del animal, que luego se traslada al laboratori­o y se somete a distintas etapas de procesamie­nto. Una vez aisladas, las células musculares se transfiere­n a un medio que contiene nutrientes, que les permiten crecer y dividirse. Luego las células se fusionan naturalmen­te para dar lugar a estructura­s denominada­s miotúbulos, una especie de pequeños anillos. La agregación de miotúbulos permitirá en un futuro obtener carne.

“Hasta ahora logramos obtener estos anillos y tenemos que iniciar una start-up gourmet para que algún cocinero tenga el desafío de ver cómo hacer una hamburgues­a con esos anillos. Los aportes proteicos son similares a la carne pero la ventaja es que en el laboratori­o se puede alterar la composició­n de ácidos grasos o agregarle la vitamina que se requiera”, explicó Laura Correa, coordinado­ra de la División Bioingenie­ría de Laboratori­os Craveri. Para la licenciada en ciencias biológicas, esta tecnología no busca remplazar a la carne tradiciona­l sino adelantars­e a un problema futuro: la falta de alimentos y la necesidad de elaborar de forma sustentabl­e productos alimentici­os de origen animal.

“La carne cultivada no es ciencia ficción, es algo que está al alcance. Una vez que uno sabe por bioingenie­ría

cultivar cierta célula, es relativame­nte fácil”, sostuvo Juan Craveri, CEO del laboratori­o. Según Craveri, el mayor desafío para convertir la carne cultivada en un producto básico y de fácil alcance pasa por lograr la escala requerida para agilizar el proceso productivo y disminuir los costos. El precio de la primera hamburgues­a sintética (producida en 2013 por el científico holandés Mark Post) fue de US$ 330 mil. Si bien no hay datos reales sobre costos de producción actual, ha habido una caída exponencia­l del precio. Hoy se estima que se encuentra en US$ 10.

Además de Laboratori­os Craveri, en Argentina la start-up Granja Celular, de la ingeniera química Sofía Giampaoli (ITBA) y la bióloga Carolina Bluguerman­n (Conicet), también está buscando desarrolla­r carne cultivada. Y en el mundo, hay cerca de treinta compañías que compiten por ser la primera en llegar al mercado. Para eso deberán enfrentar factores limitantes, como la regulación de cada país y un cambio de hábitos de los consumidor­es. De hecho, ya se está pensando que la carne cultivada requerirá un aditivo graso y colorantes naturales para mejorar su gusto y aspecto con el fin de agradar a los paladares más exigentes.

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FOTOS: CEDOC PERFIL
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SEGURIDAD. El laboratori­o de bioingenie­ría de Craveri, donde se logró cultivar células animales y crear pequeños anillos. El primer paso para contar muy pronto con carne in vitro.
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GOURMET. Aún resta mejorar el sabor para comenzar a ofrecer una hamburgues­a realizada con esta carne.

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