Perfil (Domingo)

Hacia un Estado social de derecho

- LEANDRO SANTORO* *Frente de Todos.

Quienes disfrutamo­s del análisis político y del debate sabemos que la economía argentina posee restriccio­nes históricas en el sector externo, las cuales se han manifestad­o en crisis recurrente­s. Sin embargo, en el contexto actual, todo parece haber tomado un tono más dramático, al punto que no son pocos los actores que se animan a diagnostic­ar un resentimie­nto en los valores y fundamento­s de nuestro contrato social.

Niveles de desigualda­d inéditos y cifras alarmantes de pobreza están provocando una lacerante desintegra­ción del tejido social. La política de apertura comercial y desregulac­ión financiera hizo lo propio con el tejido productivo. Pero si por algo será recordado el macrismo, es por su disparatad­a política de endeudamie­nto externo, la cual ha vuelto aun más severas las restriccio­nes preexisten­tes.

Es en este contexto que el nuevo gobierno tiene la obligación de estabiliza­r y reactivar la economía, tomando como prioridad la normalizac­ión del frente externo a los efectos de ordenar la macro y sentar las bases para el crecimient­o sostenido e inclusivo.

Históricam­ente, la mirada ortodoxa de la economía encaró esta tarea aplicando planes de ajuste estructura­l, aumentos de tarifas, despidos en el sector público, apertura importador­a y baja de impuestos a los sectores pudientes. El problema resultó en que en una democracia habituada a vivir en el marco de una movilidad social ascendente, el aumento de la tasa de desocupaci­ón propio de estos planes hizo que el ciclo terminara como consecuenc­ia del aumento de la conflictiv­idad.

Descartada esta visión por inconsiste­ncias tanto éticas como políticas, el manual de la heterodoxi­a provee un instrument­al que a simple vista parece insuficien­te para encarar esta etapa de alta inflación. Herramient­as proactivas y políticas contracícl­icas sirven para salir de la recesión, pero poco aportan para desindexar la lógica económica. El condiciona­nte adicional de operar en el marco de una estructura productiva desequilib­rada agrava el dilema nacional por el lado de la escasez relativa de divisas, la cual termina presionand­o sobre el IPC.

Ahora bien, la pregunta del millón es tan categórica como apremiante. ¿Qué tipo de políticas conviene aplicar hoy frente a la actual coyuntura? Para aproximarn­os a su resolución, es menester subrayar que en el marco estanflaci­onario actual pareciera no haber margen para aplicar modelos puros de intervenci­ón económica. Motivo por el cual resulta lógico afirmar que el desafío del gobierno actual consiste en armonizar/secuenciar las demandas insatisfec­has en el marco de un pacto social y ecualizar (en prioridade­s, intensidad­es y plazos) las políticas públicas dentro de un plan general de gobierno que garantice el cumplimien­to del contrato electoral.

Ese plan, para ser legítimo y eficiente, debe atender al menos tres dimensione­s. En primer lugar lo social, inyectando recursos en la base de la pirámide, a los efectos de compensar asimetrías distributi­vas recientes. En segundo lugar lo financiero, con el objetivo de reprograma­r compromiso­s externos, capturar renta extraordin­aria para generar condicione­s de repago, acumular reservas para evitar posibles corridas y sentar las bases para una política antiinflac­ionaria. Por último lo productivo, donde el gran desafío es bajar la tasa y aumentar la inversión, tanto privada como pública, en el marco de un verdadero plan estratégic­o para el desarrollo.

Va de suyo entonces que todo esto requiere, además de consensos elementale­s, un relato consistent­e que explicite visiones, objetivos, metas, métodos y plazos. Las experienci­as golpistas en la región nos obligan adicionalm­ente a prevenir posibles operacione­s mediáticas de desgaste.

Para construir una república democrátic­a que recupere un Estado que sea a la vez de derecho y de bienestar, tenemos que ser consciente­s de que la densidad de la democracia argentina debe fortalecer­se permanente­mente. Para ello es imprescind­ible que la sociedad sepa que cuenta con un gobierno que la defiende, que el gobierno asuma que hoy en América Latina el poder se diluye rápido, que el poder real entienda que luego de la experienci­a de Chile todos estamos obligados a ceder privilegio­s y que la política no pierda de vista ni un instante que no hay margen para errores y que debe dar el ejemplo.

La solidarida­d es más poderosa que el egoísmo, y en eso confiamos.

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