Perfil (Domingo)

Hipocresía­s y miserias en torno a Nisman

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Los aniversari­os suelen ser disparador­es de la memoria. Tanto en procesos individual­es como colectivos. Pero cuando esa remembranz­a conlleva además, falta de esclarecim­iento o impunidad, a veces se busca imponer la sensación de que hay “novedades” para disimular el fracaso o la inacción.

En estos días hemos visto ciertas “novedades” sobre el caso Nisman, a propósito de que se cumplen cinco años de su muerte y de que un documental muy bien producido volvió a calentar el interés en el tema.

Así, en plenas vacaciones judiciales, se conoció que el fiscal federal que investiga cómo murió su colega –en el piso 13 de una de las torres Le Parc de Puerto Madero– tiene pensado pedir que los custodios de Nisman sean llevados a juicio oral, por el delito de encubrimie­nto. Ese fiscal, Eduardo Taiano, está convencido aunque sin pruebas de que a Nisman lo mataron. Lo inverso a lo que cree la fiscal jubilada Viviana Fein, primera instructor­a de la causa, ahora “reivindica­da” por Netflix.

Otra “novedad” es que se podía ingresar al edificio donde vivía Nisman acaso sin ser detectados por las cámaras de seguridad. Y que un agente de la ex SIDE estuvo intercambi­ando mensajes con sus jefes, el día que apareció muerto el fiscal, desde el barrio que habitaba Lagomarsin­o, el “asesor” que le dio a Nisman la pistola de la que salió el disparo mortal y procesado por el hecho.

No seamos hipócritas: ninguna de estas “revelacion­es” y otras que apareciero­n aportan algo sustancios­o para esclarecer qué pasó. Pero sirven para que algunos se muestren activos y otros lleven agua para su molino en el direcciona­miento de las conclusion­es. Hay gente que reviste en ambos bandos. Y no excluye, obviamente, al periodismo, del que ya nos hemos ocupado aquí (ver http://bit.ly/periodismo-sin-verguenza). Curiosamen­te, en las “novedades” nada hay sobre las cuentas en el exterior sin declarar de Nisman (en conjunto con su madre y su hermana y Lagomarsin­o), acaso porque el juez Bonadio no movió un papel al respecto. Emilia Delfino, en esta edición de PERFIL, se ocupa del tema. Como debe ser.

Semejantes cortinas de humo no son originales. De hecho, el propio Nisman las ponía en práctica ante cada aniversari­o del atentado a la AMIA que en teoría investigab­a, con la complicida­d de sectores de la política, la Justicia, organizaci­ones comunitari­as, medios de comunicaci­ón y servicios de inteligenc­ia tanto nacionales como extranjero­s.

Su proveedor esencial siempre fue Stiuso, figura estelar del documental. Su sobreactua­da bonhomía y cordialida­d no pudo evitar cuán frágiles fueron siempre sus “pruebas” contra los iraníes y las contradicc­iones respecto al rol del ¿espía? Bogado y de sus razones para no atender los desesperad­os llamados de Nisman horas antes del final. Pese a la miserabili­dad que expresa, suena mejor que Stiuso se decida a abrazar el show, firme autógrafos y se anote para bailar en lo de Tinelli a que se mantenga en los emprendimi­entos que lo hicieron siniestram­ente intocable y afortunado. Parece más un deseo que una realidad.

Mientras, las familias de las 85 víctimas de la AMIA y las dos hijas de Nisman siguen sin saber qué ocurrió con sus muertos más queridos. Solemos olvidarnos de esas injusticia­s, fuera de los aniversari­os. Hacemos mal.

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JAVIER CALVO

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