Pobreza y empleo, los ejes económicos de los feminismos de la región
A 25 años de la Conferencia de Beijing, esta semana Chile será escenario de la XIV reunión regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, donde se analizarán los avances y los déficits de la inclusión de las mujeres, previamente a la reunión de Naciones Unidas en marzo.
Más de noventa organizaciones feministas de la región elaboraron un documento para la reunión desde mañana y hasta el 31 de enero en Chile. Por Argentina participarán la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, y la titular de la Fundación para el Estudio y la Investigación de la Mujer (FEIM), Mabel Bianco, entre otras especialistas.
“En el último quinquenio, en la región se desaceleraron el crecimiento económico y el dinamismo de los mercados laborales, y además hubo un estancamiento en el descenso de la desigualdad de ingresos. Esto implica un aumento de la pobreza y un retroceso en los avances para disminuirla”, sostienen las organizaciones feministas.
Según esa evaluación, la región “se caracteriza por un modelo de desarrollo basado en el extractivismo y la acumulación de capital, que afecta la sostenibilidad de la vida”, con consecuencias graves en la vida de las mujeres y niñas. “Especialmente las que viven en ámbitos rurales, muchas indígenas, para quienes la expropiación de territorios (tierras, recursos naturales y medios de vida) y la migración forzada caracterizan su vínculo con la economía real”, sostienen. Y agregan que para las mujeres indígenas la conservación del medio ambiente está ligada a su relación con la pobreza.
En la reunión que se llevó adelante en 1975, fueron 189 países los que adoptaron la Plataforma de Acción como marco de políticas hacia la igualdad de género y los derechos de mujeres y niñas.
La desigualdad en la participación de las mujeres en el mercado laboral formal y el peso de las tareas no remuneradas, como contrapartida, también son dos de los focos. “El mercado de trabajo continúa siendo un ámbito segmentado vertical y horizontalmente, y poco permeable a la igualdad de género. Se organiza (y perpetúa) sobre una división sexual del trabajo y plantea su inserción en el desarrollo de tareas de baja calificación y productividad, más precarios e informales, con salarios bajos y en actividades que frecuentemente son una “extensión” del trabajo doméstico”, detalla el informe.
Soberanía. La corrupción gubernamental, que incluye en algunos países prácticas como la extorsión sexual por parte de funcionarios, está dentro de los planteos de las organizaciones, así como la soberanía alimentaria, como factor clave para el acceso universal a una alimentación de calidad. Hoy se ve “limitado por mecanismos mercantiles y financieros en el manejo de los alimentos”. Además de eliminar la especulación, promueven la defensa de los medios de vida de poblaciones indígenas y rurales para garantizar el acceso a alimentos.
n