China: más muertos y hospitales desbordados por el coronavirus
Ayer, las víctimas fatales llegaron a 41. Australia confirmó cuatro casos más. Aseguran que en el país por ahora “el riesgo es bajo”.
China intensificó ayer las medidas de aislamiento y de control para evitar la propagación de la epidemia del coronavirus, que ha provocado una “situación grave”, en palabras del presidente Xi Jinping. “Mientras tengamos una confianza firme, hagamos prevención científica y tratamientos con políticas precisas, seremos capaces de ganar la batalla”, dijo Xi.
Restricciones de circulación en Wuhan, corazón de la epidemia, alerta máxima en Hong Kong, controles sistemáticos en los transportes de norte a sur. China se esfuerza por contener el virus, que ya ha provocado 41 muertes en el país y unos 1.300 infectados.
A partir de mañana, las agencias de viaje chinas no podrán vender paquetes turísticos para grupos. Pero el virus se expande y ya está presente en cuatro continentes. Europa registró sus primeros tres casos el viernes, en tres personas que viven en Francia y que habían estado recientemente en Wuhan, epicentro del nuevo coronavirus, de la familia del SARS (síndrome respiratorio agudo severo), que en 2003 mató a 774 personas en todo el mundo.
Australia confirmó además cuatro casos más ayer, todos ellos en personas que acababan de volver de China. En Asia hay varios países afectados y en Estados Unidos un segundo caso se confirmó el viernes.
Sin embargo, el estudio de los primeros casos muestra que la tasa de mortalidad del virus, llamado 2019-nCoV, de la familia de los coronavirus, es bastante débil. La tasa “es, de momento, de menos del 5%”, indicó el profesor Yazdan Yazdanpanah, experto francés de la OMS, que atendió a pacientes en Francia. “De forma general, los pacientes afectados por el nuevo virus están en un estado menos grave que con el SRAS”, que tenía una tasa de mortalidad del 9,5%, explicó el profesor Yazdanpanah.
Sin festejos. China entró el sábado en el Año de la Rata, pero las conmemoraciones del Año Nuevo fueron mínimas y poco festivas. En las calles de Wuhan, una metrópolis de 11 millones de habitantes, no hubo petardos ni dragones. En los límites de la zona prohibida, a unos 20 km al este del centro de la urbe, los vehículos intentaban cruzar un peaje de autopista, pero tenían que dar media vuelta. “Nadie puede salir”, repetía un policía a la AFP. Desde el jueves, tampoco pueden partir de la ciudad trenes ni aviones.
Además de Wuhan, casi toda la provincia de Hubei está aislada del mundo. En total, unos 56 millones de personas están confinadas. En los pocos supermercados que quedaban abiertos, algunos ciudadanos trataban de conseguir mascarillas y productos desinfectantes.
Los hospitales están saturados. Un nuevo centro médico para un millar de pacientes está siendo construido en la zona y estará operativo en diez días. A este se sumará otro hospital con 1.500 camas que estará listo en el sorprendente plazo de 15 días, según anunció el sábado un medio estatal. Todas las víctimas mortales, salvo dos, fueron registradas en Wuhan o en la provincia de Hubei.
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