Perfil (Domingo)

“Los gobiernos argentinos hicieron un uso político del terrorismo”

La gestión actual manifestó voluntad de cambio en materia de seguridad e inteligenc­ia. Pero para el especialis­ta aún hay muchos pendientes en cuanto a profesiona­lismo.

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“Hay tres niveles. En primer lugar está el acto rerrorista en sí mismo: poner una bomba, por ejemplo. Algo fácil de ser percibido. Eso figura en el Código Penal como agravante de cualquier delito, lo que de por sí es problema, porque cualquier cosa puede ser terrorismo si hay un componente subjetivo de un juez o un fiscal con ‘creativida­d’. El segundo punto es la asociación ilícita terrorista. Durante el gobierno de Cristina Kirchner la ley se transformó y hoy cualquier asociación ilícita puede ser terrorista, lo cual también es muy abierto. Y da lugar a cosas como fue el hecho de Patricia Bullrich de considerar terrorista­s a un grupo sin armas y sin capacidad operativa; o el caso de los dos chicos de Floresta que fueron acusados de ser simpatizan­tes de Hezbollah, que estuvieron presos, cuando no era una organizaci­ón terrorista para la ley argentina. Y la tercera pieza de la ley argentina alude a la financiaci­ón del terrorismo, algo necesariam­ente atado a la existencia real de las organizaci­ones o la existencia del acto. Así, si se inventan organizaci­ones, podés aplicar varios años de cárcel a alguien, por su financiami­ento.

Lo que falta en la Argentina es considerar las acciones terrorista­s de segundo grado. Se sigue pensando en las bombas de la Embajada y de la AMIA Todo se agrava porque la asociación ilícita juzga el peligro y no los actos concretos. Siguiendo esa lógica, mucha gente puede ser juzgada injustamen­te. La ley argentina es malísima”.

—¿Es malísima o es un recurso para perseguir opositores?

—Contestar a la pregunta sería bajar a los niveles en los que se maneja Argentina en una cuestión que no puede ser tratada de ese modo. Todos los gobiernos argentinos hicieron un uso político del tema terrorismo. Se hablaba del terrorismo por televisión, sin juicio previo. Un caso extremo fue el invento de un registro de terrorista­s, que hacía que funcionari­os de quinta categoría pudieran decir quién es terrorista y quién no. Se festejó la inclusión de Hezbollah como organizaci­ón terrorista cuando no se siguió el camino legítimo. Lo que falta en el sistema legal argentino son los delitos de terrorismo de segundo grado, que es lo que está pasando en el mundo. Aquí se sigue hablando de la Embajada de Israel y de AMIA, que son casos de hace 25 años. El mundo cambió muchísimo desde entonces: y hoy los problemas más graves son los de adoctrinam­iento y reclutamie­nto. Esos son los delitos con los que realmente se interactúa en la cuestión en Occidente.

—¿En la Argentina hay organizaci­ones que hacen esas acciones de adoctrinam­iento y reclutamie­nto? ¿Hezbollah lo hace?

—Es preciso hacer una aclaración: no trabajo ni trabajaré para el gobierno argentino. Por lo tanto, sigo el listado de la ONU. Para la ONU Hezbollah no es una organizaci­ón terrorista. En el Consejo de

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CEDOC PERFIL

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