El legado de la Guerra de Secesión que desangró a los Estados Unidos
Sus causas iban más allá de la abolición de la esclavitud. Gestó la violencia supremacista blanca aún presente y enfrentó a republicanos progresistas y demócratas conservadores.
Fue la guerra más sangrienta que se libró en los Estados Unidos y la más grande que jamás se haya dado en nuestro hemisferio. Murieron más de 600 mil norteamericanos, el 2% de la población estadounidense, más que en la Primera y Segunda Guerras Mundiales juntas. Los grandes cementerios militares de ese país, el de Arlington en Virginia, frente a Washington DC, y el de Gettysburg en Pennsylvania, son producto de esa guerra, que duró cuatro años y en la que el Norte triunfó porque pudo implementar el concepto de la “guerra total”, quizá por primera vez en los tiempos modernos: dio prioridad a la destrucción de las vías ferroviarias y de los aparatos de producción por sobre la derrota del enemigo en el campo de batalla. Y eso fue así porque los ejércitos del Norte, no obstante ser más numerosos que los sureños, no podían ganar la guerra en los campos de batalla alejados de las poblaciones.
También resultaron víctimas de esa “guerra total” las más orgullosas ciudades del Sur, como Savannah. Columbia y Richmond, destruidas por los incendios. En Lo que el viento se llevó se representa uno de esos impresionantes incendios de la Guerra Civil: el de Atlanta.
Símbolo. La guerra comenzó el 12 de abril de 1861, cuando las baterías del estado rebelde de Carolina del Sur bombardearon el Fort Sumter, propiedad del gobierno nacional, y lo rindieron al día siguiente.
También llamada Guerra de Secesión, la contienda que provocó la emancipación de los esclavos tuvo un origen verdaderamente enmarañado. La esencia de la lucha fue determinar si la unión de estados establecida por la Constitución de 1789 era simplemente una liga federal, o sea una unión de estados soberanos, de la que un estado podía separarse por decisión propia (tesis sureña); o algo perpetuo e indisoluble, que los estados no podían abandonar (tesis norteña).
Aunque la esclavitud dio a la lucha fratricida contenido ético y tono moral, la guerra no comenzó porque el Norte, por medio del recién elegido presidente, Abraham Lincoln, se hubiera propuesto abolir la esclavitud en los estados del Sur.
Al proclamarse candidato por el Partido Republicano, en 1860, Lincoln dijo que respetaría la institución de la esclavitud en el Sur, y prometió no rechazar una ley sobre esclavos fugitivos, que permitía a los esclavistas sureños recuperar “su propiedad humana”, escapada hacia el Norte.
Lincoln no presentaba una amenaza directa a la esclavitud, pero sí lo era su Partido Republicano, porque era antiesclavista, proteccionista e intervencionista, y favorecía la intromisión del Estado en aspectos de la economía.
El partido había sido fundado en 1854 para implementar un programa político-económico que favoreciera a la industria, radicada principalmente en el Norte, y las aspiraciones de los pobladores del Oeste, que querían ayuda del gobierno para colonizar las tierras de los nuevos estados que se incorporaban a la Unión.
La tenencia de esclavos no fue una cuestión resuelta por la Constitución de 1789. Inicialmente, a cada estado se le reconoció el derecho de decidirse a favor o en contra de la esclavitud. Cuando se sancionó la Constitución, los 13 estados originales eran esclavistas. Con el correr de los años, algunos abolieron la esclavitud y se fueron incorporando nuevos estados que no eran esclavistas. Cuando Lincoln fue elegido presidente, de los 34 estados de la Unión, 19 no aceptaban la esclavitud y 15 sí.
Comprar Cuba. Así, la victoria en las presidenciales de 1860 del Partido Republicano, que defendía la tesis de que los nuevos estados que se incorporasen a los Estados Unidos no debían ser esclavistas, fue vista por el Sur como una amenaza directa a sus intereses políticos y económicos, que incluían la autonomía de los
Lincoln. Fue de ese modo que, el 20 de diciembre de 1860, Carolina del Sur se transformó en el primer estado que se separabó de los Estados Unidos. Otros estados siguieron el ejemplo y, a principios de 1861, se constituyó la Confederación de Estados del Sur. Cuando Abraham Lincoln juró como presidente, el 4 de marzo de 1861, el país ya estaba dividido, pero no en guerra, que estalló cuando los estados rebeldes intentaron ocupar las instalaciones militares del gobierno nacional establecidas en sus territorios.
No todos los estados esclavistas se rebelaron: Maryland, Kentucky y Delaware se mantuvieron leales, porque Lincoln siempre insistió en que la guerra no se hacía para emancipar a los esclavos. Su proclama de 1863, que emancipaba a los esclavos, fue una calculada medida de guerra que alcanzaba solamente a los esclavos de los estados rebeldes, y no liberaba a los de los estados leales.
Lincoln veía el problema con mucho realismo, y en una carta al editor Horace Greely, el 23 de agosto de 1862, escribió: “Mi principal objetivo en esta lucha es salvar la Unión. Si pudiera salvar la Unión sin liberar a ningún esclavo, lo haría; si pudiera salvarla liberando a todos los esclavos, lo haría; y si pudiera salvarla liberando a algunos y otros no, también haría eso”.
Mística. Al comenzar la guerra, el Norte era tres veces más rico que el Sur: tenía 23 millones de habitantes frente a 9,5 millones; nueve barcos mercantiles ante uno; diez veces más producción industrial y en producción de armas la relación era 32 a 1.
En el Norte había más campo en producción, más ganado, más trigo y maíz. El Sur no tenía un aparato estatal ni un tesoro nacional para financiar la guerra. Ir a la guerra contra el Norte era un despropósito.
Sin embargo, los estados del Sur “se tenían confianza”. Creían en su capacidad militar.