Perfil (Domingo)

EL AMARILLA POR DECIR “TETAS” RUGBY TAMBIEN SON LOS DESAPARECI­DOS

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Era un partido más del torneo amateur de fútbol femenino en el que juego, ahí en unas canchitas al lado de Avenida Lugones. Ibamos ganando o perdiendo, no me acuerdo bien y tampoco es relevante para el cuento, y estaba parada en defensa como digna 4 que soy (a veces creo que en fútbol 5 no se le dice tan así a las posiciones, pero a mí me hace sentir más profesiona­l y hasta cuando no me preguntan de qué juego, yo respondo “de 4, con proyección y rústica”, aunque tampoco estoy tan segura de que sea así).

Debería describir bien cómo venía la jugada, pero sinceramen­te no me la acuerdo y nunca se me dio muy bien eso de mentir. La cosa es que en un momento mi rival patea una pelota y a mí me da directamen­te en las tetas. La verdad, en la cancha no suelo sentir dolor. De ningún tipo, y menos en esa zona: no sé si es que uso muy buenos tops deportivos, pero la bajo muy bien de pecho. Hay algo en el movimiento que hago que deja a la pelota dormidita al lado de mi pie. Pero esta vez un toque me dolió.

En ese segundo en el que me “acomodaba” o me quejaba, escuché un silbato. A veces los árbitros paran cuando hay un golpe muy fuerte, pensé que “qué atento” el árbitro y casi me doy vuelta a agradecerl­e por la atención y para aclararle que estaba bien; pero lo vi marcando una falta con el gesto de “mano”. Me callé unos segundos, esos en los que intentás entender qué pasó y para quién es, y sí señores, me la estaba cobrando a mí.

Mientras ubicaba la pelota para el tiro libre (que por cierto, era bastante peligroso), yo le explicaba que no había sido mano. “Me pegó acá, señor. Me reduelen, de hecho”, le dije señalándom­e la delantera. El hombre no me escuchaba, por lo que insistí, siempre educadamen­te, ahora mientras daba los pasos para ubicarme en la barrera: “Te juro que me pegó en las tetas”.

Ahí fue que me miró a la cara, frenó la caminata de la carrera y empezó a buscar algo en su bolsillo. Quise pensar que era una crema para dolor de senos, pero parecía muy rebuscado.

Me estaba sacando tarjeta. Por decir tetas. Tetas. Como si fuera una mala palabra, un insulto. “Vos sabés que si

Hernán Rocca cumple 20 años y, como de costum- bre, decidió celebrarlo con sus compañeros de La Plata Rugby. La fiesta es un clásico: chicas, chicos, música, algunos tragos. Pero lo curioso de éste, el 19 de junio de 1973 es el tema que se debate durante toda la noche. Hay discusione­s, argumentos de un lado, cuestionam­ientos del otro, alguno hasta propone una asamblea para votar. Lo concreto es que la noche en que Hernán Rocca cumple veinte años y lo festeja con sus amigos de La Plata Rugby el tema excluyente es si al otro día deben ir a Ezeiza para recibir a Perón.

Eso de discutir peronismo sí o peronismo no en los cumpleaños no era la actividad prioritari­a de este grupo de muchachos. Después de los entrenamie­ntos algunos se iban a alfabetiza­r a las villas, otros colaboraba­n con mano de obra, los estudiante­s avanzados de Medicina se ofrecían para aplicar inyeccione­s. Y todos rondaban los 20 llegás a sacar esa tarjeta, estás diciendo demasiadas cosas y marcando una postura muy de mierda, ¿no?”. Ahí sí, ya dije mierda, porque cuando el tipo va a buscar la amarilla, ya está, no hay mucha vuelta que darle al asunto. Que me la sacara, ya fue, pero se lo iba a decir. Por mí y por todas las que jugábamos ese partido, porque tanto las de mi equipo como las rivales notábamos que era algo sumamente machista y retrógrado. Por mí y por todas las futuras dirigidas por este

NATI JOTA años, la misma edad de los pibes que asesinaron a patadas a Fernando Báez Sosa en Villa Gesell.

En marzo del 75, un año antes del Golpe, Hernán Rocca fue asesinado por la CNU, la organizaci­ón terrorista de ultraderec­ha que estaba vinculada con la Triple A. Fue la primera de las más de veinte víctimas del terrorismo de Estado que padeció La Plata Rugby. Hasta el momento hay registrado­s en todo el país 220 deportista­s desapareci­dos, de los cuales 151 eran rugbiers.

¿Qué hizo el mundo de la ovalada con sus desapareci­dos? Nada. Nunca un homenaje, una mención, un minuto de silencio un 24 de marzo. Los volvió a desaparece­r. Hace apenas un mes el presidente de la Unión Argentina de Rugby, Marcelo Rodríguez, recibió a familiares de desapareci­dos y a organismos de derechos humanos. Fue la primera vez que lo hicieron. Se tomaron más de 40 años para asumir que dentro de su ámbito hubo víctiseñor nacido para dirigir hombres.

Soy picante, pero no tanto: moría por darle mil lecciones y decirle las seis millones de cosas que se me cruzaban por la cabeza, pero quería seguir jugando a la pelota. El tipo medio que ya me odiaba y no le iba a costar nada sacarme otra amarilla y dejarme sentadita el resto del partido. Así que esperé a que terminara. Apenas pitó (otra vez, no sé ni cómo salió) me le acerqué.

Le dije muchas cosas, medio en modo monólogo, medio caliente (ahora que me acuerdo, creo que perdimos), medio enojada. Básicament­e que si no te bancás la palabra tetas, no dirijas mujeres, seguí dirigiendo a los varones que te van a decir “huevos” que seguro te resulta mucho más cómodo. El tipo después se sintió mal, me contó que tenía tres hijas mujeres, que él no era para nada así, que perdón, que no lo hizo por eso, que se iba triste; y de vuelta: soy picante, pero no tanto. Me dio pena. No se lo demostré, porque estaba caliente porque habíamos perdido (sí, definitiva­mente habíamos perdido), pero lo re-perdoné y me quedé contenta con haberle enseñado algo. Al final soy una tibia. Quizás debería haber fingido el final de la historia como que le revoleé algo o me terminaron expulsando del torneo por insultarlo. Qué boluda, ahora ya está.

Si el VAR se empieza a aplicar en el fútbol argentino como supuestame­nte va a suceder en la final de la Supercopa, quizás en un montón de años lo tenga en las canchitas de al lado de Avenida Lugones y yo no tenga que decir que me pegó en las tetas porque el árbitro lo va a haber visto en el monitor. ¡O mejor! Capaz que puedo nombrar mi cuerpo y nadie me amonesta. mas. Un reconocimi­ento tardío que, además, llegó gracias a un envión de afuera: cinco meses antes los jugadores de los All Blacks, de paso por Buenos Aires para enfrentar a Los Pumas, habían visitado la ex ESMA.

Puede resultar curioso que la mayor cantidad de deportista­s desapareci­dos provenga de un ámbito ligado a las clases dominantes. Puede parecer paradójico que un deporte tan poco popular haya sido practicado por tantos militantes populares. Hasta puede resultar inexplicab­le que aquellos muchachos hayan sido parte de la misma burbuja donde ahora se deforman muchos pibes que se juntan para golpear gente. Pero rugby es aquello y también es esto. Y tal vez no estaría mal darse una vuelta por aquello para entender esto. CLAUDIO GOMEZ

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CEDOC PERFIL VAR. Ideal para evitar momentos incómodos en los torneos femeninos.
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