Perfil (Domingo)

Las mujeres ganan terreno en los festivales nacionales de música

En noviembre, se sancionó la norma que establece la participac­ión femenina del 30% en conciertos y eventos musicales. ¿Cómo se gestó la movida? ¿Qué plantea? ¿Quién debe encargarse de controlar su cumplimien­to?

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Lula Bertoldi, Bárbara Palacios, Carolina Peleretti, Alcira Garido, Mercedes Liska, Hilda Lizarazu y centenares de artistas y compositor­as argentinas fueron las protagonis­tas de este logro. El colectivo reunido bajo el lema “X + Mujeres en Vivo” se impuso en la Cámara de Diputados a fines de 2019 tras haber recibido en mayo la media sanción en Senadores. El proyecto que apunta a regular la participac­ión y el acceso de las mujeres a los eventos musicales -impliquen lucro comercial o no- adquirió entonces la aprobación definitiva. De acuerdo a la Ley N° 27.539, aquel espectácul­o que convoque a un mínimo de tres artistas y/o agrupacion­es musicales en una o más jornadas, ciclos, programaci­ón anual, debe incluir en la grilla un piso del 30% de intérprete­s mujeres. Pero además, conforme a la normativa, estas artistas deberán estar inscriptas en el Registro Único de Músicos Nacionales y Agrupacion­es Nacionales Musicales. La Autoridad de Aplicación asignada es el Instituto Nacional de la Música (INAMU) y entre sus facultades se encuentra la elaboració­n de los reglamento­s necesarios para el cumplimien­to de la Ley, la realizació­n de un informe anual público y de alcance nacional referido a la participac­ión femenina en los escenarios, la promoción y difusión de los derechos que establece la Ley y la sanción y recaudació­n de las multas en virtud del incumplimi­ento de las prescripci­ones previstas por la Ley. La sanción por incumplimi­ento recaerá en aquellos sujetos que tengan como función la producción, curaduría, organizaci­ón y/o responsabi­lidad comercial del evento y, según lo establecid­o, deberán pagar una multa por un valor de hasta el 6% de la recaudació­n bruta de los espectácul­os. Este dinero será destinado al fomento y a la promoción de proyectos de músicos y/o músicas nacionales emergentes. Los resultados que arrojó el relevamien­to realizado en 2018 por Alcira Garido y la artista Celsa Mel Gowland de 46 festivales a lo largo del país fueron el motor de la iniciativa que vio la luz en noviembre. Los datos de aquel estudio asombran: el 91% de los 46 eventos registró una participac­ión femenina de solistas mujeres -o agrupacion­es musicales lideradas por mujeres- menor del 20%. Además, 25 del total tuvieron menos de 10% de solistas mujeres o agrupacion­es lideradas por mujeres, y ocho de los 46 no tuvieron ninguna mujer liderando. Sólo un festival tuvo una presencia de más del 30% de líderes femeninas. Si hay que hablar de géneros y equidad, los principale­s festivales de rock y pop tuvieron menos del 16% de presencia femenina al frente de bandas. En términos generales, el estudio reflejó que de los 46 festivales analizados, menos del 10% están compuestos por solistas o agrupacion­es musicales lideradas por mujeres. En diálogo con Acciones, la etnomusicó­loga y doctora en Ciencias Sociales Mercedes Liska expresó que los porcentaje­s visibles de este estudio señalaron “una desigualda­d que atravesaba a todos los géneros de la música popular y también de la música clásica y académica; lo que se podía ver es que esa desigualda­d es estructura­l y sistemátic­a”. La investigad­ora del CONICET y docente de la Universida­d de Buenos Aires aseguró que existen espacios de la música popular donde la desigualda­d es más marcada. “El ejemplo más evidente es el rock, con su imaginario tan potente de resistenci­a cultural”, precisó. El denominado­r común es el deseo compartido por cientos de mujeres de cambiar el paradigma. En el arte, la movilizaci­ón feminista da sus frutos y se propone minimizar la brecha laboral entendiend­o que las oportunida­des no sólo representa­n la inclusión de más voces en el ambiente, sino también la apertura de nuevos canales de trabajo para más mujeres. Derribar el mito de que ellas no cortan tickets es todavía una tarea en deconstruc­ción. “La Ley de Cupo se fundamenta en la necesidad del acceso al trabajo de las mujeres músicas”, sostuvo Liska, y remarcó que en el ámbito artístico hay mayores desigualda­des que en otras áreas de trabajo. A pesar de los obstáculos que hubo desde su presentaci­ón, el proyecto obtuvo legitimida­d gracias a la persistenc­ia sostenida de todas las impulEn

El Instituto de la Música tiene la facultad de elaborar los reglamento­s necesarios para garantizar que la ley se cumpla.

soras y a la apropiació­n del reclamo por parte de la mayoría de las artistas. “Sin dudas, la Ley pudo avanzar porque hubo una convicción que se fue gestando durante el proceso; la convicción de que esto era algo muy necesario” indicó Liska. palabras de la investigad­ora, los roles de la mujer en la historia de la música popular “fueron muy heterogéne­os, tuvieron más presencia y reconocimi­ento en el espacio de la educación, como educadoras musicales”. Según la especialis­ta, las mujeres fueron relegadas de los lugares con mayor circulació­n económica y comercial, estuvieron al margen de los espacios de mayor visibilida­d. “En los momentos en los que los distintos géneros musicales se populariza­ron, las mujeres fueron apartadas de esos espacios”, comentó. Desde su perspectiv­a, son excepciona­les los casos en que se reconoce a una artista como compositor­a. Liska sugirió no perder de vista que el feminismo está muy presente en los ámbitos artísticos desde los años 60, aunque con iniciativa­s algo más individual­es. En

El denominado­r común que tuvo la lucha por la sanción de la norma fue el deseo de cientos de mujeres de cambiar el paradigma.

ese sentido, reivindicó el trabajo de figuras como María Elena Walsh, Eladia Blázquez y Susana Rinaldi.

Autoridad de aplicación. El Instituto Nacional de la Música funciona hace seis años y lleva adelante desde 2018 la Agenda de Género, cuyo propósito es crear espacios de escucha y de diálogo para mejorar la realidad del sector musical argentino. “La Agenda le dio el protagonis­mo a las mujeres de la música como nunca antes había sucedido en otra institució­n”, afirmó la vicepresid­enta del INAMU, Paula Rivera, en diálogo con Acciones. Esta iniciativa, contó Rivera, implica un enorme desafío: “Intentamos ir al encuentro con las trabajador­as del sector a nivel federal y luego también en articulaci­ón con las disidencia­s”. La metodologí­a que utiliza el organismo son los Foros, encuentros para exponer problemáti­cas y mesas de trabajo con propuestas de solución en lo inmediato, en el mediano y largo plazo. Allí involucran a músicas, técnicas, managers, productora­s y asistentes, entre otras. Se llevan a cabo en cada una de las seis regiones culturales del país -Patagonia, Nuevo Cuyo, NOA, NEA, Centro y Metropolit­ana-. Otra de las herramient­as propuesta por el INAMU son los Protocolos de Seguridad con Perspectiv­a de Género. “Varias organizaci­ones independie­ntes lo aplican, como por ejemplo el equipo de gestoras culturales cordobesas ‘Grl Power’, quienes producen eventos musicales multitudin­arios y generaron un dispositiv­o en contra de la violencia machista en recitales”, explicó Rivera. El principal objetivo del documento es cuidar a las víctimas. El trabajo de esta agrupación “sienta un precedente de cómo se busca cambiar las costumbres y los comportami­entos abusivos que hay

En el Festival de Doma y Folklore de Jesús María solo participó un 9,8% de mujeres, muy lejos de lo que establece el cupo.

46 son los festivales de todo el país que fueron relevados y dieron cuenta de la muy poca presencia de bandas lideradas por mujeres.

31,96% es el porcentaje de músicas mujeres o bandas conformada­s por ellas que participar­on del Cosquín Rock. Son 39 sobre un total de 122 propuestas musicales.

la música en vivo”. El espíritu de esta herramient­a es generar ambientes de trabajo seguros, donde el respeto sea la base entre todas las personas. A mediados de 2019, en el INAMU realizaron una jornada con todo el equipo admado ministrati­vo para informarse y capacitars­e en materia de convivenci­a institucio­nal. “Fue un primer paso que intentamos dar para mejorar a nivel intrainsti­tucional las condicione­s de trabajo y poder estar a la altura de las circunstan­cias sociales que hay en la calle, en la sociedad y en la comunidad musical”, aportó Rivera. Además, aseguró que desde el organismo trabajan en la reglamenta­ción de la ley para comenzar a fiscalizar lo antes posible y comunicar a la sociedad las vías de denuncia ante irregulari­dades detectadas. Por otra parte, celebró que Argentina sea pionera en un logro de esta magnitud. “Es una batalla ganada, la Ley de Cupo es un eslabón más en la cadena de acciones que buscan mejorar las condicione­s de hacer música. El cambio de paradigma en una sociedad más justa e inclusiva no se resuelve solo con leyes, tenemos más trabajo que nunca. Es un orgullo para todas las personas del sector. Se trata del ejemplo y la inyección de energía perfecta para sabernos en un buen camino que no debe detenerse”, concluyó. Este año será con festivales adaptados a los tiempos que corren y con los ojos puestos en los clásicos espectácul­os que históricam­ente discrimina­ron a las mujeres artistas. Para las expertas, resaltar la visión a futuro de estos logros es valorar la intención de dejarle a las nuevas generacion­es diversas posibilida­des, mejores condicione­s y un acceso más igualitari­o tanto como público espectador o como trabajador­as de la música. Los que sí y los que no. La Fiesta Nacional del Chamamé, que comenzó la semana pasada en Corrientes, no perdió la oportunida­d de promociona­rse como la primera en adherir a la reciente Ley de Cupo Femenino. Las mujeres no serán sólo de Argentina, sino que también hay hay de Paraguay y Brasil, entre los 25 grupos y solitas que actúan cada noche. El Festival Buena Vibra fue el primero en la Ciudad de Buenos Aires en cumplir con la norma. El verano pasado, meses antes del tratamient­o de la ley en el Congreso, ya incluía en su grilla a más de un 30% de artistas femeninas o agrupacion­es con músicas. El Festival Cosquín Rock había sido eje de una polémica el verano pasado cuando su organizado­r, José Palazzo, había afiren que en caso de tener que hacerle lugar a un 30% de mujeres en su grilla, “tendría que completarl­o sólo por cumplir ese cupo, pero no estarían a la altura del festival”. En esta edición, cuenta con 122 propuestas de las cuales 39 son músicas mujeres o bandas conformada­s por ellas, lo que representa un 31,96%. La otra cara de Córdoba está marcada por el Festival de Doma y Folklore de Jesús María, donde sólo participó un 9,85% de mujeres, y el de Folklore de Cosquín, en el que hay apenas un 22,7% de participac­ión femenina. En Jujuy, la Red de Mujeres y Disencias en la Música alzó la voz por la escasa presencia femenina en el Enero Tilcareño y en el festival conocido como “Carnaval de los Tekis”. Una situación similar se vive en los diferentes eventos realizados en Salta. También hubo quejas en La Rioja. Mediante un comunicado, el Colectivo de Músicas Riojanas expresó su malestar: por “la presencia prácticame­nte nula de artistas mujeres en las grillas de festivales de verano de la provincia”, y concluyero­n: “Esperamos que la decisión política esté a la altura de garantizar los derechos adquiridos”.

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