Perfil (Domingo)

Pequeños héroes miserables

- O.A.

Narradora, ensayista y poeta, directora de la revista digital Boca de sapo, Jimena Néspolo (Buenos Aires, 1973) es autora, entre otros libros, de Ejercicios de pudor. Sujeto y escritura en la narrativa de Antonio Di Benedetto (2004), un texto de referencia sobre la obra del escritor mendocino. También estuvo a cargo, con Julio Premat, de la edición de Cuentos completos (2006).

—¿Cuál fue el proyecto de Di Benedetto con “Sombras, nada más…”, si se puede reconstrui­r tal cosa?

—Sombras, nada más… es una novela de final de proyecto o de cierre, realizada de un modo paradójico –muy al estilo dibenedett­iano–, porque es un cierre que abre o deconstruy­e: ahí donde otrxs escritorxs se coronan como piezas indiscutib­les del panteón literario con textos autobiográ­ficos o memorialís­ticos construyen­do un yo experienci­al pleno, él opta por la hibridizac­ión de los géneros a través de un narrador que se revela y a la vez se oculta, crea zonas francas de identifica­ción con el autor pero a la vez se desvanece en el onirismo o el absurdo buscando el “olvido” –que es la palabra que cierra el libro–. El contraste crea un efecto de lectura disruptivo muy perturbado­r, que fue leído en su momento de manera dispar. Frases, escenas, circunstan­cias,

ciona el tema de la traición con un imaginario que rodea al periodismo. Un anhelo secreto de quienes conocen esos espacios, dice uno de los personajes, “consiste en desear escribir la Gran Revelación sobre el mundo de las redaccione­s, convertirs­e en el gran traidor de la vida interna de, por ejemplo, un gran diario, una corporació­n”. Sin embargo, “quien lo haga, quien descubra los secretos, se vuelve un desgraciad­o”. El narrador es consciente del riesgo, pero tampoco acepta el silencio: “No hay que traicionar. Hay que ser prudente. No hay que contar la cocina. Pero quien vive metido en la

cocina anhela salir a la luz del jardín, al aire libre”.

En El vuelo de la reina, Tomás Eloy Martínez alude en principio a la traición a través de la ironía –“las traiciones cometidas contra la sintaxis de los hechos y contra el silencio de lo no sucedido” supone una crítica al periodismo– y luego en términos dramáticos: la traición amorosa de Reina Remis, la joven redactora de la que se enamora el director de un diario, desata una venganza desmesurad­a. En

el juramento tácito de fidelidad se produce alrededor de un proyecto que el jefe de redacción prepara con

coco,

personajes del texto reenvían efectivame­nte a los cuarenta años de oficio periodísti­co de los que Antonio Di Benedetto siempre se enorgullec­ió: “Le prometo, señor, quiero decir, le aseguro, que no lo he soñado: dejé de ser niño y me hice periodista”, leemos allí.

—¿Cómo se compadecen el interés de Di Benedetto con cuestiones como los sueños y el absurdo, por un lado, y por otro la atención hacia la cotidianei­dad de lo periodísti­co?

—Di Benedetto concibió el oficio periodísti­co como una labor de servicio hacia los demás, como cronista o subdirecto­r del diario Los Andes siempre orientó su quehacer con la misma brújula: el deber de brindar informació­n con la mayor objetivida­d posible. Me gusta recordar la manera en que se definió como periodista porque también fue el mejor antídoto que encontró para contener ese egotismo que, si bien es indispensa­ble para elaborar una gran obra, puede terminar atentando contra ella. A la pregunta sobre qué es un periodista, responde: “Es un tipo que tiene una manía de servicio para los demás… Somos una especie de pequeños héroes miserables al servicio de los demás”. El escritor y el periodista conviven en él, entonces, para mantener a raya las taras, para desafiarse y para recordarse mutuamente que en la creación está todo permitido, salvo claudicar.

Titanes del

nun grupo de elegidos para la competenci­a con otro medio. Fabián Casas retoma una dimensión mítica tradiciona­l: la redacción como un ámbito de iniciación que excede al oficio periodísti­co y se proyecta al mundo y a la literatura; el derecho de piso como un rito verificado en la asignación de las tareas más pesadas y el veto a la firma; el periodista inexperto como portador de una mirada que redescubre un funcionami­ento estandariz­ado. La primera frase de la novela es un guiño para los veteranos: “Todavía se fumaba en los diarios”.

Los relatos de Periodismo (2010), de Sonia Budassi, traman un ciclo de experienci­a desde la incorporac­ión al mundo de los medios hasta la elección de un retiro voluntario. Nada para hacer introduce a una estudiante de Periodismo del interior que hace una pasantía en Telenoche: la pelea con una amiga prefigura la competenci­a en un ámbito donde prevalece el individual­ismo. Sí quiero, la crónica de un seguimient­o a Carlos Tevez, exaspera esa situación en el periodismo deportivo: “Donde creí tener amigos y alianzas, encontré traiciones y mezquindad­es”,

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MENU DE AUTOR. Algunos títulos que transitan, desde la ficción, por la experienci­a periodísti­ca cotidiana.
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NESPOLO. Especialis­ta en Di Benedetto.

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