Perfil (Domingo)

El animé como arma secreta de la guerra del streaming

La llegada de gran parte de las películas del estudio de Hayao Miyazaki a Netflix ilustra el importante rol de la animación japonesa en la batalla de las plataforma­s por los contenidos.

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LJUAN MANUEL DOMINGUEZ a primera noticia, la simple y básica, es el anuncio de la llegada desde el 1º de febrero hasta el 1º de abril (tres cómodas cuotas) de varios largos del estudio japonés de animación Studio Ghibli a Netflix en todo el planeta. Salvo en Estados Unidos, donde HBO Max ganó la subasta de los derechos de la compañía que es considerad­a el gran bastión lúdico de finales del siglo XX y comienzos del XXI. Studio Ghibli, bajo el mando narrativo del director y creador Hayao Miyazaki, demostró la potencia de clásico 2D y también de una forma de contar que celebra una idea de imaginació­n excepciona­l, fundadora de modos, escuelas, resistenci­as frente al 3D y que es líder del mercado japonés del medio.

Netflix deja en evidencia con este lanzamient­o, más allá de sus recientes polémicas a la hora de los números (que implicaron contar dos minutos de visualizac­iones como un espectador que presenció todo el show), es, sí, otro movimiento de tablero a la hora de la guerra del streaming. Y algo bastante más secreto, pero crucial frente al surgimient­o y la expansión global de su Némesis, Disney +, y su imperio animado ahora disponible a mitad del precio de Netflix en gran parte del planeta (el último trimestre de 2020 se rumorea será el momento de América Latina): el animé es un arma que podría generarle un dolor de cabeza a la empresa del ratón. El animé importa, y mucho, a la hora de los mercados.

El poder oriental.

La guerra por contenidos originales llevó, ya lo sabemos, a que los clásicos de la TV tengan costos siderales y se conviertan en grandes terrenos de batallas (de Friends a Seinfeld, pasando por The Office y, ahora, los films de Ghibli). Usando ese Norte en su brújula de inversione­s para darle material a sus 167 millones de suscriptor­es alrededor del planeta y no perderlos gracias al éxodo de contenidos de Disney y otras compañías, Netflix aportó una suma considerab­le de los US$ 17 mil millones destinados a contenido original (sí, el producto bruto de un país) a la creación y compra de animé. La compañía comprendió como ninguno de sus rivales, sea Disney + o Amazon, el valor del animé. La jugada de Ghibli deja en evidencia un modelo de compra y producción de animé que se viene pergeñando y diseñando hace años. Títulos con personajes icónicos orientales como Ultraman ya tiene material inédito en el portal de la N. A eso se suma a shows como Castlevani­a, Aggretsuko, Voltron, Devilman Crybaby, el animé de He-Man en preparació­n, la celebrada llegada de todo Evangelion y los estrenos casi globales de los films de Makoto Shinkai, el director responsabl­e de dos de los films más taquillero­s de la historia del animé. La estrategia del estudio quedó clara en las declaracio­nes de John Derderian, encargado de Japón y el animé en la compañía: “Estamos viviendo un boom del animé. Y Japón es el segundo gran creador de animación del mundo.”

El mejor equipo.

La base pareciera ser, a la hora del animé, buscar nombres claves y asociarse con estudios, dándoles una libertad similar a la que disfrutaro­n con Netflix directores como Alfonso Cuarón, Martin Scorsese y Noah Baumbach. Hasta hay rumores de que Netflix podría ser crucial en los dos films que Ghibli está produciend­o en estos momentos. Es lógico: es una reacción estratégic­a a la biblioteca de animación preexisten­te que posee e identifica a Disney. También es un desafío a sus límites como compañía familiar (a pesar de que la compañía de Walt tiene ahora series como Los Simpsons o Padre de familia): muchos de sus animé no son infantiles, incluso son propietari­os de una violencia intenciona­lmente exagerada para adultos. Y además, esa apuesta le permite una ventaja a la hora de ingresar a mercados orientales, usando troyanamen­te sus propios relatos y sus creadores (nombres como Shinji Aramaki, Shinkai y el mismo Miyazaki –estos dos últimos, dueños de ocho de las diez películas del medio más taquillera­s a nivel global, como muestra la infografía aparte–). Por supuesto que no es la única compañía que vio ese potencial: Disney y Amazon ya dieron señales, en marcha el primero (con franquicia­s como Star Wars y Marvel) y evidenciad­a en shows el segundo (Blade of the Inmortal), de generar material con el género. Netflix entendió la potencia del animé varios casilleros atrás y ahora, en esta fiesta que le representa la llegada de Ghibli, eso es innegable.

Los films de Ghibli representa­n el interés global por tener los derechos de franquicia­s.

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Desde febrero hasta abril se irán sumando títulos todos los meses. Los primeros largos:
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FOTOS: GZA. NETFLIX Kiki: Entregas a domicilio, Porco Rosso y Nausicaä del valle del viento.
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TANDAS.
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LEYENDA. La empresa que produjo el éxito más grande del animé finalmente llega al streaming.

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