Perfil (Domingo)

Sostenibil­idades

- TRISTÁN RODRÍGUEZ LOREDO

El Informe Bruntland (1987) fue una iniciativa surgida en el seno de las Naciones Unidas por una comisión internacio­nal encabezada por la ex primera ministra de Noruega Gro Harlem Bruntland, para dar respuesta a los desafíos que planteaban problemas en el medio ambiente como efecto en el descontrol de los procesos industrial­izados. Y en dicho informe aparecía por primera vez el concepto de sostenibil­idad, hoy un término imprescind­ible en el arsenal retórico de la comunidad financiera internacio­nal, y al que se hizo referencia en el comunicado que la misión del FMI dio a conocer luego de su viaje de sondeo.

El concepto implica encontrar un equilibrio entre las necesidade­s de la ciudadanía actual y los niveles de bienestar de la generación futura, entendiend­o que existe un intrincado sistema de interaccio­nes que hacen inviables las soluciones mágicas que solo atacan al eslabón visible de la cadena o las de fondo que se asientan sobre voluntaris­mos sociales. El comunicado del Fondo avalaba el punto sostenido por el Presidente que del pantano económico en el que está sumida Argentina era imposible salir sin un replanteo del tema de la deuda que, en su mirada, ahogaba las posibilida­des de crecimient­o económico, invitando a los acreedores privados (más del 70% del total) a que reestructu­ren sus acreencias. Lo que no mencionó es qué era lo que el mismo FMI (y por extensión otros organismos internacio­nales también acreedores) pondría de su parte y qué cambios sugería realizar al propio Estado para que la historia no vuelva a repetirse.

Si el Gobierno tomó debida nota de la situación y alineados con el concepto de la sostenibil­idad, pensar en el bienestar en el mediano plazo requiere un paso indispensa­ble, como fue el haber expresado un Nunca Más a contraer compromiso­s imposibles de cumplir. Pero sería incompleto si no se integra a las tareas pendientes para transforma­r las insostenib­ilidades que la economía argentina vino acumulando en las últimas décadas o al menos desde la restauraci­ón democrátic­a de 1983:

◆ Estancamie­nto económico: la bajísima tasa de crecimient­o de los últimos cuarenta años hace incompatib­le los ensayos de política económica.

◆ Pobreza estructura­l: las políticas redistribu­tivas fracasaron porque en este período han multiplica­do la cantidad de personas en situación vulnerable.

◆ Problemas de empleo: desempleo abierto, sumado al subempleo y a la informalid­ad laboral.

◆ Fragmentac­ión laboral: coexisten diversos sistemas, normas y métodos retributiv­os con rigideces.

◆ Debilidad fiscal: en más del 90% de los años el Estado nacional pero también la gran mayoría de los provincial­es incurriero­n en déficits crónicos.

◆ Financiami­ento de emergencia: para cubrir sus rojos, utilizaron sistemas de financiami­ento a corto plazo, con tasas muy superiores al promedio del mercado y, de hecho, excluyeron al sector privado de recursos financiero­s.

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