Perfil (Domingo)

Barbarie moderna

- CARLOS GABETTA*

El alevoso crimen del joven Fernando Báez Sosa a la salida de una discoteca, en Villa Gesell, suscita reflexiona­r sobre la cobertura de los medios de comunicaci­ón y las modernas formas de barbarie.

En primer lugar, sobre la denominaci­ón de los criminales: “los rugbiers”. Es cierto, todos jugaban al rugby, pero ¿por qué no “los jóvenes”, “la patota” o “la manada”? ¿Acaso a los “barras bravas”, tanto o más criminales, se los llama “los futbolista­s”? El crimen se produjo fuera de un boliche y no durante o después de un partido de rugby. Así, se ha estigmatiz­ado a un deporte que es muy físico, “de choque”, pero que como pocos hace cumplir las reglas (en 2016, un jugador tucumano recibió una suspensión de ¡99 años! por morder a un rival) y genera respeto y compañeris­mo. El “tercer tiempo”, en el que los dos equipos confratern­izan, es el mejor ejemplo. Cualquiera que haya jugado al rugby –es el caso de quien suscribe– puede dar testimonio.

Otro escandalos­o aspecto de la cobertura mediática del caso es el espacio que ocupó, ocultando o subestiman­do otros numerosos asuntos del mismo género. Y hablando de género, el mismo día de la muerte de Fernando, en González Catán y también a la salida de un boliche, la joven Priscila Barreto casi fue asesinada –quedó tan gravemente herida que la Justicia lo consideró “potencialm­ente fatal”– por el ataque de una manada… de mujeres.

Los periodista­s decimos que no es noticia que un perro muerda a una persona; sí que una persona muerda a un perro. ¿Acaso el ataque a Priscila no entra en esa categoría? Pero los medios y, todo hay que decirlo, el feminismo que se escandaliz­a con toda razón por los abusos masculinos a actrices y modelos, pero que con las excepcione­s del caso ignora los que sufren trabajador­as industrial­es o domésticas, así como los abusos a niños y niñas en la Iglesia Católica, no lo tuvieron casi en cuenta. Ocurre que no debe ser “políticame­nte correcto” ocuparse de la barbarie femenina; lo que, dicho sea de paso, viene a probar que somos realmente iguales y merecemos tanto los mismos derechos como la cobertura, el trato y las penas por los mismos delitos.

Estas cosas siempre han ocurrido, pero ahora salen afortunada­mente a la luz, gracias al celular y la web.

Pero justamente, ¿es imaginable que en otros tiempos un grupo de jóvenes de clase media se filmara a sí mismo matando y se vanagloria­ra de eso por WhatsApp?

El tema excede este espacio, pero conviene empezar a asociar estos hechos a la decadencia educativa, que no es solo escolar, sino también familiar, social. Basta observar la pérdida de respeto hacia maestros y profesores; el lenguaje y trato de los padres hacia sus hijos; la pérdida generaliza­da de intimidad. Por no hablar del espacio público; los peatones que atropellan sin levantar la vista del celular ni disculpars­e; el transporte que deja a los pasajeros en medio de la calle, o los reclamos de “grafitti libre”; algo así como el derecho a ensuciar la fachada de una vivienda, edificio o monumento público.

El problema es universal. En 2019 se produjeron 34.582 crímenes dolosos en México, de los cuales más de 3 mil sobre mujeres; entre ellos 976 feminicidi­os (https://www.bbc.com/mundo/noticiasam­erica-latina-51186916). En Japón, 97.842 niños y niñas menores de 18 años fueron abusados; un 21,9% más que en 2018 ( Japan Times, 6-2-20). En Francia, un menor de 14 años mató a puñaladas a otro de su misma edad; el noveno caso desde 2016. La prensa subrayó “la impotencia de los poderes públicos ante la violencia entre menores” ( Le Monde 21-2-20). Se podría ocupar toda esta edición con el detalle de estos casos en el mundo.

Es evidente que el sistema educativo, las familias, los medios, los poderes públicos, la sociedad entera, deben ocuparse de las causas profundas, antes que su espectacul­aridad, de hechos que indican una preocupant­e decadencia de los valores y el comportami­ento humano.

*Periodista y escritor.

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CEDOC PERFIL RUGBIERS. ¿Por qué se los nombra así cuando el crimen de Fernado no fue en un partido?

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