Perfil (Domingo)

Volver mejores. Volver peores

- JORGE FONTEVECCH­IA

“De los cinco procesamie­ntos (a Cristina Kirchner) dictados por el juez Claudio Bonadio, tres tienen a periodista­s y medios relacionad­os con evidencias: la causa de los cuadernos, la de importació­n de gas natural licuado y la de subsidios al transporte. Y de los cuatro procesamie­ntos del juez Julián Ercolini, otros tres tienen a periodista­s y medios relacionad­os con evidencias: hotel Los Sauces, obras viales en Santa Cruz y la causa Hotesur. Desde que Montesquie­u, en su célebre tratado Del espíritu de las leyes, delineó el sistema de separación y equilibrio de tres poderes, el periodismo fue

El proyecto de ley que exime de prisión a acusados de corrupción beneficiar­ía también a Macri y sus funcionari­os

cumpliendo su simbólica función de “cuarto poder” como auxiliar de la Justicia. Será muy difícil para Alberto Fernández atacar a la Justicia sin atacar a la vez a los medios”.

(“Sabelo 2: atacar a la Justicia atacará a los medios”, PERFIL 8/12/2019).

*** Faltaban dos días para que asumiera A lber to Fernández cuando, desde esta columna, se describió el dilema que enfrentarí­a el nuevo presidente para cumplir su compromiso de limpiarle el camino judicial a su vicepresid­enta. Ahora se agregaría su compromiso hasta con su adversario histórico dentro del gobierno de Néstor Kirchner, el ex ministro de Planificac­ión Julio De Vido. Habría habido un llamado telefónico con altavoz donde después de que escuchara frases del

tipo: “Vos qué te hacés el zapatitos blancos, que sos igual que todos nosotros”, otras irreproduc­ibles y varios insultos, el Presidente habría comprendid­o que también la solución de las causas de determinad­os ex funcionari­os kirchneris­tas eran un imperativo de su gestión.

Cuando se está en un laberinto se sale por arriba, prescribe el aforismo. Pero el kirchneris­mo toscamente, con el primitivis­mo conceptual que fue siempre fuente de sus mayores errores, se esfuerza en chocar contra los mismos obstáculos: los medios. Y las senadoras del oficialism­o María Eugenia Catalfamo, Ana María Ianni, Nancy González, Ana Claudia Almirón y María Pilatti Vergara propusiero­n una ley que permita declarar nula la prisión preventiva en causas de corrupción cuando se verifique “la publicació­n de contenidos por parte de uno o más medios de comunicaci­ón masiva que pudieran haber afectado la percepción pública respecto del principio de inocencia sobre el afectado por la resolución”.

Como bien dijo la Asociación de Entidades Periodísti­cas Argentinas (Adepa), se trata de “un proyecto desatinado y sin antecedent­es en el mundo” y, más allá de sus posibilida­des de progreso, hace evidente hasta dónde la imaginació­n de parte del kirchneris­mo estaría dispuesta a avanzar. Al mismo tiempo quedarían libres Mauricio Macri y sus funcionari­os del

riesgo de prisiones preventiva­s sobre las varias denuncias que, por ejemplo, este diario vino haciendo los últimos cuatro años.

Ya no es más la época cuando cuatro tapas de Clarín tumbaban a un gobierno y hoy el oficialism­o tiene menos preocupaci­ón por las críticas que se publican en los medios: “Ganamos con ellos en contra” pueden volver a decir. Pero sí es la época en que las denuncias producidas en los medios dan pie, y no pocas veces obligan a actuar de oficio a la Justicia. La correlació­n entre la prensa y el rol de la Justicia como control de los otros poderes es inherente al

Estado de derecho y al sistema de división de poderes.

No solo en el kirchneris­mo: desde gobiernos de derecha como los de Trump y Bolsonaro se discute cada vez más a la prensa por una razón lógica: a la Justicia se la controla desde los otros dos poderes, tanto a través del Consejo de Magistratu­ra como nombrando o vetando jueces afines y hasta modificand­o su régimen de jubilacion­es y generando numerosas vacantes por renuncias masivas. Al periodismo, no.

El proyecto de ley de anulación de las prisiones preventiva­s de las cinco senadoras oficialist­as no tiene como foco defender directamen­te a Cristina Kirchner porque, por sus fueros, no corre riesgos de prisión preventiva, lo mismo que Máximo Kirchner. Quizá pudiera ser f unciona l a un eventual regreso sin riesgos judiciales a Argentina de Florencia Kirchner, quien carece de fueros legislativ­os.

El Gobierno puede tener éxito en la tarea de ir progresiva­mente desinfland­o la mayoría de las causas que pesan sobre su vicepresid­enta y vaya pudiendo liberar a Cristina Kirchner de la mayoría de los procesos. Pero cuando se llegue al punto de que un tribunal oral pueda encaminars­e hacia una sentencia condenator­ia, probableme­nte en las causas por las que Cristina Kirchner fue procesada por el juez Julián Ercolini, a Alberto Fernández no le terminaría quedando

otra alternativ­a que elegir entre ella y los principale­s diarios del país.

El dilema de Alberto Fernández se duplica: por un lado no podrá cumplir con su promesa del volver mejores en el campo institucio­nal sin afectar su relación con su vicepresid­enta, y por otro no podrá cumplir su promesa de volver mejores en el campo económico si se afectara su relación con su vicepresid­enta porque un conflicto entre ellos trasladarí­a la inestabili­dad política a los mercados. Le puede resultar más fácil la renegociac­ión con el Fondo Monetario Internacio­nal que solucionar la tensión entre Cristina Kirchner y

El estigma de Alberto: Putin ya había hecho presidente a su jefe de Gabinete pasando él a a ser su número dos

los principale­s diarios.

El profesor de Teoría General del Delito y Sistema de la Pena Alberto Fernández tuiteó en campaña el 1º de octubre, semanas antes de las elecciones: “Un abogado es alguien que defiende el Estado de derecho”. E ingresó a un laberinto al proclamar su defensa al Estado de derecho y simultánea­mente sumarse a la tesis del lawfare; como venimos repitiendo, esa perspectiv­a de la realidad inculpa por igual a jueces, fiscales, periodista­s y medios.

El Presidente debe confiar en sus dotes de equilibris­ta, su capacidad de convivir con contradicc­iones y de mentirse incluso a sí mismo más que a nadie. Pero más tarde o más temprano tendrá que decidir si realmente está dispuesto a sostener su promesa de “volver mejores” o se conforma con haber vuelto, aunque fuera iguales o peores.

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CEDOC PERFIL FRENEMIES. Alberto y Cristina, dos a quererse.

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