¿Por qué le habrán puesto caballo?
Cuentan que Bartolomé Mitre estaba en su tienda de campaña durante la Guerra del Paraguay y entró un soldado que le preguntó: “¿Qué está haciendo, mi general?” A lo que Mitre respondió, sin levantar la vista de sus anotaciones: “Traduciendo al Dante”. “A esos gringos hay que darles con todo”, fue la briosa afirmación del subordinado. Esta historia es elocuente, al menos, de la yuxtaposición de empresas que desplegaba el fundador del diario La Nación.
Si se pudiera contar la historia solo como una sucesión de anécdotas, tal como algunos pretenden, esta de Mitre serviría para mostrar con precisión que al guerrero lo ha sobrevivido el intelectual, el historiador, el periodista.
Sin embargo, poco de traductor de Dante se deja ver en el retrato que Ulpiano Checa, nacido en 1860 en
Colmenar de Oreja (España), le hizo en 1906. Allí se lo pinta con el uniforme militar, a caballo y sin libros a la vista.
Roberto Amigo, historiador del arte, arriesga: “Es una obra que se liga con la tradición de retratos post mortem: grandes muertos que entierran al siglo. En el caso de Mitre, este retrato, aunque pintado en el siglo XX, contempla la forma del XIX. Es el retrato del héroe, de los padres fundadores. Está más cerca del modo iconográfico en el que fue representado San Martín y no de la manera en la que se recuerda al historiador de la vida de San Martín, que fue Mitre. El Mitre ecuestre se debe más a la habilidad de Checa para pintar caballos que a cómo Bartolomé Mitre pasó a la historia. Ya que Mitre es ubicado más como intelectual que como militar. Yo diría que es el retrato del general que Mitre nunca fue”.