Un melodrama que hace cosplay con la leyenda de Frankenstein
Desde su aparición en el cómic House of Secrets, en 1971, el monstruo verde –que no se parece en nada al simpático Shrek o al increíble Hulk– paseó su deforme figura por historietas, series y films. Entre las rescatables se ubica la divertida serie de 1990 y la película de 1982, dirigida por Wes Craven. Aquel film era una equilibrada mezcla de acción, épica y acertadas tomas picadas que le otorgaban entretenidos matices a este personaje que proviene de la cantera de DC Comics, al igual que Batman, Superman, Linterna Verde y Aquaman.
Fue gratificante descubrir en los episodios emitidos una síntesis de lo que se presume será su continuación. En este nuevo acercamiento al mítico personaje, que podría enmarcarse bajo el género del “terror biológico”, la toma de partido de sus directores fue la de asociar la figura del monstruo, producto de un experimento con plantas de un pantano de Louisiana, con Frankenstein. El Prometeo es aquí un hombre-monstruo víctima de sus circunstancias y ex biólogo, de nombre Alex Holland, que se enamora de la médica Abby Arcane, del servicio de inteligencia de control de epidemias. Abby luego de varios años reaparece en esa mítica ciudad de Louisiana en la que nació y de la que se fue acusada de un supuesto crimen. A esta instancia de romance entre la bella y la bestia se suma un experimento nada ético con fines comerciales por parte de una corporación que provoca una misteriosa epidemia entre los habitantes del lugar.
Con este marco de situación la versión que propone HBO es una mezcla de melodrama, de escasa acción con mensaje ecológico e interpretaciones naturalistas, que, aunque bien elaboradas, le restan contenido a ese terror paranormal a lo Stephen King, que puede ser lo que el personaje necesita. Al monstruo se lo trata como si fuera un humano poseído por inéditas circunstancias. Ni siquiera produce el rechazo o la morbosa atracción que tenía aquella escena con Geena
Davis en La mosca, de David Cronenberg, cuyo ser deforme y gelatinoso guarda cierto parentesco con el actual.
Una tonalidad por instantes demasiado oscura, unido a la poco convincente actuación de Crystal Reed, le quitan verosimilitud a una trama que se inspira demasiado en la relación entre el mítico doctor Frankenstein y su criatura de laboratorio.