Once: una tragedia que estuvo marcada por las advertencias desoídas
La Auditoría General de la Nación (AGN) había recomendado intervenir sobre la gestión de los trenes, antes del hecho que causó la muerte de 51 personas. Lo había expresado a través de tres informes, en 2003, 2008 y 2012, en los que alertaba sobre la situación del sistema ferroviario.
Es el nombre de un barrio que no aparece en el mapa, pero que todos los porteños reconocen. Fue primero zona de combate, para luego recibir a inmigrantes
alojar diversas comunidades comercios. Plaza, paseo de compras obligado para los buscadores de ofertas zona peligrosa para los peatones nocturnos, Once está cargado de sentidos e historias.
Ubicado en el barrio de Balvanera, obtiene su nombre de la estación de tren Once de Septiembre. En esa terminal, cerca de las 8.30 del 22 de febrero de 2012, una formación de la línea Sarmiento entró una velocidad fuera de lo normal y
yayychocó, provocando 51 muertos cientos de heridos. Desde ese día, Once también nombra una tragedia, consecuencia de advertencias desoídas, deberes incumplidos y corrupción.
El estado de abandono del sistema me
aytropolitano de trenes quedó en evidencia aquel febrero pero ya lo conocían los usuarios, acostumbrados viajar en pésimas condiciones. Lo advertían los operarios, sancionados por negarse a trabajar en condiciones que entendían peligrosas.
lo sabían también los funcionarios responsables, como quedó demostrado en la causa que tuvo 21 condenas.
En la investigación judicial fue clave el trabajo de la Auditoría General de la Nación (AGN), que aportó evidencia partir de tres informes en 2003, 2008 2012. “Los trabajos de la Auditoría, previos la tragedia, mostraron y anticiparon la posibilidad de un desenlace semejante”, consideraba Leandro Despouy, presidente del organismo durante el período 2002-2016. Once es otra de las tragedias que podrían haberse evitado si la labor de los trabajadores y trabajadoras del control público se hubiera tenido en cuenta.
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