Verde, un color con identidad
El Día Internacional de la Mujer, que se celebra el mes próximo, es también el de una agenda vigente en materia de sustentabilidad: la equidad entre los géneros supone también un vínculo distinto con el planeta.
Si se trata de un nuevo paradigma, la cuestión ambiental, los temas estrictos de la sustentabilidad están ligados estrictamente a los de género. En el fondo, las transformaciones que se plantean para el planeta son también para los seres humanos que lo habitamos. Y también para los sistemas productivos que conforman los vínculos entre las personas. Un sistema patriarcal también tiene una relación con la producción que lo explica. Nicki Becker, miembro de los Jóvenes por el Clima, uno de los capítulos argentinos de la organización que a nivel global lidera Greta Thunberg, lo explica de la siguiente manera: “La lucha por la igualdad de género y la justicia ambiental están muy relacionadas. Ambas critican la idea de la explotación, tanto de las mujeres como del medio ambiente y de los animales. Ponen en jaque el paradigma del ser humano como centro y dueño del mundo”. Por eso, fechas como el 8 de marzo próximo (y quizá también el 24 de marzo, si se piensa la cuestión en clave argentina) también ocupan un lugar importante en la agenda de la sustentabilidad: revisar la cuestión del género abre la puerta a una nueva comprensión de toda la problemática.
Desarrollo sustentable. Un estudio de la Universidad de México señala algunos puntos interesantes. El quinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 2030 establece: “Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”.
Una de sus metas es promover la participación de las mujeres, con igualdad de oportunidades, en la toma de decisiones en los ámbitos político, económico y público. También se acepta y reconoce que la igualdad de género no es solo un derecho humano sino la base de la sustentabilidad. A favor de la anterior afirmación se realizó una investigación que, además de consolidar la idea de los beneficios de la participación de las mujeres en la toma de decisiones, mostró evidencia empírica de que las decisiones influenciadas por actitudes masculinas se contraponen a los principios de sustentabilidad. El caso de estudio se desarrolló a partir de una población conformada por estudiantes de clase socioeconómica alta de una universidad privada del norte de México. A partir de los resultados se pudo probar la dependencia entre el perfil con actitudes machistas y las decisiones sesgadas hacia el eje económico de la sustentabilidad. Por otra parte, también se probó que las mujeres, aunque practicantes de actitudes machistas, en promedio toman decisiones más equilibradas respecto a la importancia de los ejes de la sustentabilidad.
Política. Ya los organismos internacionales señalaron en 1992 el vínculo directo entre inequidad de género, un asunto que trasciende también la cuestión de las mujeres y agrupa todas las identidades y ambiente. La agenda es amplia, la necesidad de cambios en el sistema educativo, en un nuevo reperfilamiento en la economía es permanente. Lo que sí puede percibirse es que, poco a poco, mujeres que llegan desde el ambientalismo están ocupando puestos políticos de relevancia, especialmente en Europa. Desde los partidos verdes hay una nueva agenda y una nueva idea del poder que se transforma también en poder político. El caso de Katrín Jakobsdóttir, la primera ministra de Islandia, fue el primero. Una tendencia que se consolidó con la elección de Katerina Sakellaropoulou en Grecia, la primera mujer que ocupa el cargo. Marina Silva, con su Red de Sustentabilidad, estuvo muy cerca de llegar al poder en Brasil.