Un absurdo devenido éxito sin límites
Después de ser un suceso como manga y animé, la creación de ONE llega a las consolas de alta gama fiel a sus gráficos originales.
Si un concepto absurdo con éxito debería destacarse, sí, y nunca, pero nunca jamás, ser un juego de pelea ése es One Punch Man. El éxito que nació como webcomic (creado por el artista conocido como ONE para lograr de inmediato millones de seguidores) y mutar en serie animada en Netflix, demuestra su popularidad actual, por supuesto, siendo ¿qué otra cosa? un videogame tan extraño como su concepto original. Lo bizarro viene siendo que al menos en sus primeros pasitos, One Punch Man nacía hereje y feligrés de los modos de pelea exagerada que han hecho de cierto animés un clásico a nivel mundial (sin ir más lejos, por ejemplo, Dragon Ball en todas sus encarnaciones).
La razón de esa disyuntiva y paradoja tiene que ver con que el protagonista, Saitama, un muy desganado y calvo ser humano descubre que tiene el poder de eliminar a sus enemigos de un solo golpe. Sin importar su tamaño o volumen, un golpe y listo. Por más vistoso que fuera, tan solo uno y era el fin de la aventura. Todo lo contrario que las peleas infinitas de Dragon Ball y otros clásicos de la misma estética. Y ese mismo truquillo, tan difícil de lograr que tenga un arco narrativo lógico, ya posee decenas de páginas que mezclan batallas, la depresión del protagonista (eternamente abúlico debido a su poder) y así los avatares hiperbólicos creados por ONE.
Así es, entonces, como modos clásicos del manga de pelea y los videojuegos fueron alterados, con una sonrisa, por ONE y sus consecuentes satélites, en otros medios. Y ahora la llegada de One Punch Man: A Hero Nobody Knows a las consolas expande los dominios de la famosa franquicia. Desarrollado por J-Stars Victory y Jump Force, el videogame que muestra a Saitama y Genos, que suelen ser superhéroes solo para divertirse, en un juego 3D de batalla con personajes del universo generado en los cómics y demás medios (entre ellos Fubuki, Mumen Rider, Spped-o’-Sound). El logro visual es que al igual que Bandai lo logró con Dragon Ball en Dragon Ball: Kakarot los gráficos recrean casi milimétricamente el estilo del original, y también, por supuesto, la hiperviolencia de modo caricaturesco que ha hecho de la franquicia un éxito fuera de toda norma. Es más, esta expansión y paso lógico es vivido como el salto evolutivo de la misma franquicia, que ahora se espera llegue a rincones nuevos.