Perfil (Domingo)

El secreto prohibido de Comodoro Py

- GUSTAVO GONZáLEZ

Si la idea es terminar con la corrupción judicial, la manipulaci­ón de las causas y las presiones políticas sobre Comodoro Py, podríamos estar ante una mejora notable de la calidad institucio­nal.

Si la idea es que la corrupción, la manipulaci­ón y las presiones judiciales simplement­e cambien de dueño, la calidad institucio­nal no se va a degradar más de lo que ya está, pero presenciar­emos un espectácul­o tragicómic­o que nos dará un motivo adicional para explicar nuestra decadencia.

Federales, el cuarto poder. En estricto off the record, un juez de ese fuero intenta una explicació­n sobre el verdadero rol de Comodoro Py: “Somos jueces que al intervenir en conflictos con quienes manejan el Estado, necesariam­ente tenemos que contemplar cómo van a impactar nuestros actos. En otros fueros eso no es tan relevante, porque se investiga a privados que cometieron

Este juez federal reconoce que miden sus actos en función de necesidade­s políticas e institucio­nales

delitos privados, pero en este caso son funcionari­os y lo que nuestros fallos provoquen también tiene impacto institucio­nal. Por eso, aunque no lo diga ningún Código, nuestro rol también es amortiguar conflictos”.

“Amortiguar” podría traducirse, por ejemplo, en medir cuándo comunicar un fallo según el clima político del momento, o en ser permeables a los “alegatos de oreja” de un gobierno que pida contemplac­ión por dictámenes que podrían afectar la situación económica.

Para que se entienda: la Justicia Federal funcionarí­a, en la práctica, como el verdadero cuarto poder del Estado. El único que interactúa con otros dos: el Ejecutivo y Judicial.

Las facultades de este cuarto poder no están legisladas y los medios solo se refieren a ellas a través de sus consecuenc­ias: extraños fallos o actitudes que no parecen tener una lógica jurídica.

La sociedad tendría derecho a opinar si le parece aceptable la forma en que, por las suyas, jueces federales y funcionari­os han encontrado para resolver conflictos jurídico-institucio­nales.

Vale aclarar que el juez que habla no es de los que suelen aparecer denunciado­s o sospechado­s.

Lo que opina no lo repetiría en público, pero cree que ese rol de “amortiguad­or institucio­nal” no es la parte mala del fuero: “Porque después están los que, además de conciliar lo que dice la ley con las necesidade­s institucio­nales, aprovechan para usar ese poder en su propio beneficio.”

¿Anomalía? Así las cosas, el lawfare no aparecería como una anomalía del sistema, sino como una posibilida­d cierta producto de un vínculo “normal” entre jueces y funcionari­os. Un vínculo no previsto por la ley entre el poder político y quien lo investiga.

En ese marco irregular suceden hechos que unos utilizan a su favor cuando tienen el poder y sufren cuando lo pierden.

La praxis política indicaría que el lawfare es malo, en especial para el sector que no lo controla.

El 3 de noviembre de 2017 tuvo lugar uno de los momentos más promiscuos en ese mix de normas no escritas. Sucedió cuando un grupo de prefectos irrumpió temprano en el domicilio de Amado Boudou para detenerlo, a raíz de una causa por enriquecim­iento ilícito. Lo fotografia­ron y filmaron en jogging y descalzo mientras lo esposaban. Las imágenes se distribuye­ron pronto, regocijand­o a quienes no diferencia­ban entre Justicia, manipulaci­ón política y humillació­n.

Quien ordenó su detención fue Ariel Lijo, quien consideró que, aunque aún no había recibido condena alguna, Boudou no podía seguir libre porque podía interferir en la causa. Eso ocurrió tres días después de que el juez fuera denunciado por el Colegio de Abogados. La denuncia decía que en 28 expediente­s no había cumplido con el llamado a indagatori­a de un solo imputado y concluía en que Lijo demostraba inactivida­d cuando investigab­a a funcionari­os y ex funcionari­os. Se mencionaba el caso de dos amigos de Boudou denunciado­s por enriquecim­iento tres años atrás que ni siquiera habían sido llamados a declarar.

Pero ese 3 de noviembre, como si se tratara de una respuesta a la acusación de tres días antes, el juez directamen­te optó por detener al ex vicepresid­ente.

La praxis política indicaría que el lawfare es malo, en especial para el sector que no lo controla

Ese día escribí “Humillar al enemigo”: “A quien se humilló fue a la leña del árbol caído, al tipo al que ni sus ex camaradas apoyan, al que hasta su ex jefa denigra. El resultado no pareció heroico. Durante los años de kirchneris­mo fuerte, la mayoría de los jueces, empresario­s, medios y políticos estaban lejos de querer, ya no humillar, sino incomodar a un funcionari­o”.

Pero cuando jueces y políticos crean su propio marco legal, todo puede pasar.

Riesgo de impunidad. Lo que se está debatiendo hoy es cómo se imparte Justicia en ese contexto. Cómo se investiga la corrupción de doce años de kirchneris­mo y, también, la que va más allá del kirchneris­mo.

Nadie del nuevo oficialism­o, ni en privado ni en público, se atreve a sugerir que esa corrupción no existió.

La propia Cristina Kirchner ya dijo que no ponía las manos en el fuego por nadie (lo que llevó a Julio De Vido a advertir que arriba suyo había un jefe de Gabinete y una Presidenta) y hubo intelectua­les que explicaron por qué la corrupción hasta era inevitable.

“Después están los jueces que, además, aprovechan para usar esa necesidad en su propio beneficio.”

En privado, incluso, quienes fueron parte del anterior ciclo peronista separan, con nombre propio, a los que jamás se llevaron lo que no les pertenecía, a los que “recaudaban solo para mantener la estructura política” y a los que simplement­e robaban.

Pero la lógica de la denuncia de que todo el sistema de Justicia estuvo viciado de manipulaci­ón política, puede traer implícita la conclusión de que entonces todas las causas que involucran a ex funcionari­os están viciadas de nulidad.

No se trata de una hipótesis expuesta oficialmen­te, pero sería una conclusión razonable: si de verdad todo fue parte de una guerra judicial, entonces los detenidos como parte de esa supuesta guerra deberían recuperar su libertad.

Más que eso: todas las investigac­iones en marcha deberían volver a fojas cero.

Por eso, detrás de la necesidad de probar la existencia del lawfare lo que subyace es la riesgosa posibilida­d de anular todo lo actuado.

El desafío de los políticos del oficialism­o y de la oposición que no propician la impunidad, y el desafío de los jueces y fiscales que trabajan con honestidad, es triple: desactivar la Justicia paralela de Comodoro Py, denunciar a quienes se aprovechar­on de ese sistema y, al mismo tiempo, lograr que nadie quede impune por los delitos que cometió.

 ??  ?? JUSTICIA SEGUN QUIEN GOBIERNA. En 2017 se produjo la detención humillante de Boudou, en contraste con la inacción de los jueces en la era K. Hoy es al revés.
JUSTICIA SEGUN QUIEN GOBIERNA. En 2017 se produjo la detención humillante de Boudou, en contraste con la inacción de los jueces en la era K. Hoy es al revés.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina