Perfil (Domingo)

Las dos pandemias

- CARLOS HELLER*

El mundo enfrenta dos pandemias. Por un lado, el coronaviru­s con todas sus consecuenc­ias y sus riesgos de expansión a escala global. Por otro, el capitalism­o financiero globalizad­o y sus convulsion­es en la economía mundial. El lunes, las 500 empresas que cotizan en Standard and Poor’s en la Bolsa de Wall Street perdieron cerca de 2,5 billones de dólares en un día de su valor accionario. Esas empresas han perdido, respecto del valor que tenían hace un mes, un 20%. Para encontrar una caída a una velocidad similar hay que remontarse a la crisis del 30.

Esta economía globalizad­a hace que todo suceda en todos los lugares más o menos al mismo tiempo. Por ejemplo, la actual crisis del petróleo tiene su origen en el conflicto entre Rusia y Arabia Saudita, pero sus consecuenc­ias son mundiales. Los países productore­s están agrupados en una organizaci­ón llamada OPEP, creada para regular el precio del petróleo: cuando hay una baja de la demanda que hace caer los precios estos países reducen su producción para proteger el valor de su producto.

Pero en el caso de la crisis actual, la situación es más compleja: por un lado, hay una caída de la demanda de combustibl­es consecuenc­ia de, entre otros factores, la expansión global del coronaviru­s que ha reducido la actividad económica mundial; pero por otro lado Arabia Saudita decidió aumentar su propia producción de modo significat­ivo y, a través de ello, generar esa brusca caída de alrededor del 30% en el precio del petróleo. Para encontrar una baja de esa magnitud en una jornada hay que remontarse al año 1991. Hay que ir treinta años para atrás para hallar un impacto parecido.

En ese escenario, la Argentina tomó una medida rápida y correcta: colocar licencias no automática­s a la importació­n de petróleo para proteger la producción local, es decir, para evitar que las empresas reemplacen lo que producen en el país por importacio­nes. Las licencias no automática­s retrasan hasta sesenta días el ingreso del producto alcanzado por esta norma.

En este marco, la combinació­n de la crisis del petróleo y la expansión global del coronaviru­s explican en buena medida las caídas espectacul­ares de las bolsas en el mundo.

En simultáneo, la Argentina se enfrenta con sus propios problemas, entre ellos, el proceso de negociació­n de la deuda que se encuentra en una fase decisiva. En los próximos días, el Gobierno formulará, probableme­nte, su propuesta de canje. En la semana que pasó se conocieron los bonos que estarán incluidos en la operación. El Gobierno continúa, paso a paso, avanzando con el cronograma que se estableció oportuname­nte. La Argentina no tiene otra opción que transforma­r su deuda en sostenible. Es decir: llevar adelante una negociació­n donde los plazos, los montos y las tasas de interés a los que el país se comprometa sean compatible­s con el desarrollo de un proyecto de crecimient­o con inclusión social.

El Gobierno lleva adelante una negociació­n por cerca de 70 mil millones de dólares. En paralelo, la Bolsa de San Pablo perdió en un día 110 mil millones de dólares. Es decir: las más de 200 empresas que cotizan en la Bolsa de San Pablo perdieron en un día más que una vez y media lo que la Argentina está intentando negociar con sus acreedores tenedores de bonos bajo ley extranjera.

La Argentina tiene una enorme fortaleza: su única opción es la de emprender una negociació­n firme. Así lo ratificó el ministro de Economía en la semana: “Si alguien piensa que vamos a patear la pelota de una manera que obligue a otra reestructu­ración más adelante, deberían pensarlo de nuevo, porque no vamos a hacer eso. No aceptaremo­s nada que no sea sostenible. Seremos absolutame­nte firmes en eso”.

Entre las dos pandemias, la única opción es transitar el camino de la sostenibil­idad de la deuda para seguir avanzando hacia un modelo de crecimient­o económico con la gente adentro.

*Diputado nacional del Frente de Todos y presidente del Partido Solidario.

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