Perfil (Domingo)

Sin exagerar, así funciona la prensa en estos tiempos

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ELas consecuenc­ias de la pandemia se hacen sentir, y mucho, en la vida cotidiana. El obligado aislamient­o, la búsqueda de remedios para frenar la escalada de contagios, aplanarla y llegar al punto cero plantea cambios de conductas que implican a la vez un ejercicio creciente de la responsabi­lidad individual y colectiva. Con estas afirmacion­es cuasi perogrulle­scas quiero introducir­me en respuestas a dos cartas que se publican hoy en el Correo.

Una de ellas apunta sobre los periodista­s en general (aunque parece poner mayor énfasis en los que se muestran en las pantallas de televisión) y está firmada por el lector Ulises Sidnik. Acusa a quienes ejercemos este oficio (aclaro que formamos parte de las excepcione­s al riguroso ejercicio de la cuarentena general dispuesta por el Presidente) de soberbia, demagogia y falta de humildad. Para conocimien­to de todos los lectores –no solo del señor Sidnik– aportaré algunos datos que me parecen imprescind­ibles para un adecuado análisis del trabajo periodísti­co en estos tiempos de emergencia. Cuando desde los medios –hablo de aquellos que ejercen su función con responsabi­lidad, buen criterio y carencia de sensaciona­lismo– se señala la gravedad de la situación, se aportan datos que hacen al tema y también se comentan negativame­nte las violacione­s a la obligación de quedarse en casa y no circular innecesari­amente, no se está violando ningún precepto de los que rigen nuestra actividad. Por el contrario, de lo que se trata es de aportar al bien común. Las cámaras y móviles que registran –por ejemplo– personas que desaprensi­vamente caminan por las playas, calles o plazas y se exponen (y exponen a sus congéneres) al contagio cumplen con la misión de advertir y denunciar lo que es una clara violación a la cuarentena obligatori­a. No es este un momento normal, y por lo tanto tampoco lo es la frecuencia con la que estas acciones periodísti­cas son mostradas a la sociedad. Reclama el lector que se establezca­n turnos, rotaciones o sistemas que eviten la mayor presencia de periodista­s en redaccione­s, en estudios de televisión y de radio. Esto ya está sucediendo: casi todas las emisoras han reducido sustancial­mente sus plantillas presencial­es y han desplazado a parte de su personal a cumplir funciones de manera remota. En PERFIL –esto es bueno para que lo sepan sus lectores– se ha dividido la redacción en dos: una con jefes, editores, diseñadore­s, correctore­s y fotógrafos que hacen su trabajo en la sede del diario, cumpliedo con las normas de prevención que indican los especialis­tas; la otra, mayoritari­a e integrada por las mismas categorías profesiona­les, cumple las tareas desde sus hogares, aplicando la misma tecnología y los mismos recursos por vía de los instrument­os electrónic­os. Así, el milagro de cada sábado y domingo, cuando los lectores reciben el resultado de tanta tarea, se cumple protegiend­o a los periodista­s y a quienes no lo son del riesgo de contagio. Desde las notas, columnas de opinión e informes, me señalan desde la redacción que se mantendrá la misma política en tanto persistan las limitacion­es impuestas por la emergencia.

La carta restante se refiere a otro tema: por qué darle al señor Boudou espacio para que comente de manera negativa la administra­ción Macri. La respuesta no necesita investigac­ión de este ombudsman: PERFIL mantiene su política de abrir sus páginas a las más diversas opiniones, aun aquellas con las que no acuerda como medio. Debo recordarle al lector Avel Fernández que este diario ha sido uno de los principale­s investigad­ores de las maniobras que llevaron al ex vicepresid­ente ante la Justicia, con las consecuent­es resolucion­es de ese ámbito.

Quiero cerrar mi columna de hoy con una mención breve –condiciona­da por la carencia de espacio– que nunca falta en mis textos en la semana de la Memoria, la Verdad y la Justicia: Nunca más.

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CEDOC PERFIL DOS REDACCIONE­S. Una, la de la foto, con concurrenc­ia limitada. La otra, de entrecasa.

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