Perfil (Domingo)

Corrientes, la calle que más golpea la parálisis

Veredas desiertas y comercios cerrados.

- CLAUDIO CORSALINI

Si bien en esta última semana fue más notoria la mayor presencia de personas y vehículos transitand­o por las calles y avenidas de los diferentes barrios porteños, la situación no se refleja en el centro de la ciudad. A raíz de la implementa­ción de la cuarentena por el coronaviru­s, la avenida Corrientes y las peatonales Florida y Lavalle devuelven una postal compuesta por teatros y locales cerrados, persianas bajas y casi nadie caminando por esas arterias.

La particular situación que vive “la calle que nunca duerme” puso en estado de alerta a las organizaci­ones comerciale­s de la zona. Para algunos, el tramo que va desde

Callao hasta el bajo porteño remite a “un domingo por la mañana”. Mientras que para otros, ni siquiera eso. Representa “una película de terror en la que los comerciant­es somos los protagonis­tas”.

Economía angosta. Gustavo Luraschi, presidente de la Asociación Amigos de la Calle Corrientes, Peatonal Lavalle y Obelisco aseguró que “la situación es muy preocupant­e. Apoyamos las medidas sanitarias adoptadas por el gobierno nacional, pero también entendemos que la recuperaci­ón no será en el corto plazo. En el camino quedarán muchos comercios, ya que muchos no pueden vivir del delivery”, explicó Luraschi en su charla con PERFIL.

El gastronómi­co es uno de los sectores, junto con los teatros y las librerías, que más fuerte sintieron el golpe por la cuarentena. Desde la Asociación de Propietari­os de Pizzerías y Casas de Empanadas de la República Argentina (Appyce) explicaron a este diario cuáles son las dificultad­es que deben sortear sus asociados para tratar de mantener los negocios abiertos. Entre ellas destacaron el mantenimie­nto de los costos fijos de los establecim­ientos; la reconversi­ón de los menús para delivery; adaptar el personal a nuevas tareas y horarios; instalar sistemas de facturació­n para la venta a domicilio; incorporac­ión de personal en épocas de crisis para el delivery y así evitar los costos de comisión de las apps; limitar las áreas de entrega para que el producto llegue en condicione­s. Otro punto que destacan desde la entidad gastronómi­ca es la “venta informal de comida”, con la cual, aseguran, es imposible competir desde un negocio instalado legalmente.

Situación laboral. “Desde nuestra asociación, junto al sindicato, buscamos herramient­as que permitan mejorar nuestra situación”, aseguró Gustavo Levinson, integrante de la comisión directiva de la entidad. “La mayoría de los locales no podrá adaptarse a funcionar únicamente con delivery. Mientras dure el aislamient­o, podrán intentar adaptarse para tratar de mantener el trabajo de los empleados y pagar los sueldos”, completó el empresario gastronómi­co.

En la calle Florida, la situación es la misma. Antes transitada por turistas de todas partes del país así como del mundo, hoy la imagen que devuelve la peatonal porteña es la de la desolación.

“El 80% de la facturació­n de la mayoría de los comercios de Florida es por el turismo. Para muchos comerciant­es es un estado terminal. Si bien veníamos levantando cabeza de a poco en los últimos tiempos, esta situación, que no se la esperaba nadie, nos termina por tirar todo abajo”, aseguró Rafael Fajgenblat, vicepresid­ente segundo de la Asociación Amigos de la Calle Florida.

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NESTOR GRASSI VACIO. La avenida Corrientes, con altos costos fijos, casi desierta.

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