Perfil (Domingo)

Responsabi­lidad: lo que achica el distanciam­iento social

La economía y otras ciencias sociales plantean estrategia­s de participac­ión comunitari­a en las que interviene­n los privados. ¿Qué hicieron bien las empresas y qué queda aún por hacer?

- JULIAN D’ANGELO*

En medio de la vorágine informativ­a, impuesta por una pandemia como la de Covid-19, hace unos días un psicólogo decía, en televisión, que el mundo, debido a la tecnología, nunca estuvo tan bien preparado para enfrentar una epidemia como esta. Por un lado, parece una verdad evidente plantear el hecho de que el progresivo avance de la ciencia nos prepara cada vez de mejor manera para enfrentar los desafíos que se nos presentan como sociedad, aunque sean tan imprevisto­s como la actual epidemia del coronaviru­s, que comenzó en la provincia china de Wuhan, en diciembre del año pasado.

Gripe A. Al mismo tiempo, es también factible que esta misma tecnología, y el actual contexto económico, social y demográfic­o, hayan sido algunos de los factores que transforma­ron a esta epidemia en pandemia.

Hace nueve años, con el recuerdo reciente de la crisis económica de 2008 y de la gripe A, Joseph Bower, Herman Leonard y Lynn Paine, de la Universida­d de Harvard (Estados Unidos), publicaron el libro Capitalism­o en riesgo: repensar el papel de los negocios, donde incluyeron las pandemias en una lista de las 11 mayores amenazas para el capitalism­o global: “El estallido de una enfermedad infecciosa no tratable podría afectar rápidament­e al comercio y a los mercados financiero­s en todo el mundo”. Virus más resistente­s, una economía de mercado globalizad­a que permite y promueve el libre tránsito de personas por prácticame­nte todo el mundo y la inacción de los gobiernos son el combo que destacan los autores para el origen de las posibles crisis sanitarias que atravesará el mundo.

Y precisamen­te, mientras los casos se concentrab­an en China, el Sudeste Asiático e Irán, la epidemia estuvo bastante contenida en esas regiones y solo se registraba­n casos aislados en otros países, todos de viajeros provenient­es de las zonas afectadas. Pero cuando la epidemia hizo una inesperada “cabecera de playa” en Italia, habilitand­o el ingreso a Europa, rápidament­e se transformó en pandemia.

Distanciam­iento social. Pero también la tecnología está ayudando fuertement­e a sostener ciertas actividade­s en todo el mundo, en tiempos de distanciam­iento social. En nuestro país, a partir de los aprendizaj­es de la experienci­a asiática y europea, las primeras medidas de gobierno estuvieron signadas por un claro llamado a la responsabi­lidad ciudadana y social. Responsabi­lidad ciudadana, para que aquellas personas que habían estado en los países más afectados por la epidemia guardaran una cuarentena de dos semanas en sus casas, sin contacto con otras personas. Y un llamado a la responsabi­lidad social, por ejemplo, de los fabricante­s de alcohol en gel, y otros elementos de limpieza, para que siguieran abastecien­do el mercado sin remarcar los precios.

¿Por qué se empezó hablando de responsabi­lidad social?

Justamente porque al inicio se

Al inicio se eligió avanzar en la contención de la epidemia en nuestro país con medidas voluntaria­s, apelando al compromiso de cada uno con su comunidad y de las empresas con sus clientes.

eligió avanzar en la contención de la epidemia en nuestro país con medidas voluntaria­s, apelando al compromiso de cada uno con su comunidad y de las empresas con sus clientes.

En este sentido, la apelación a la responsabi­lidad social y ciudadana tenía que ver precisamen­te con el carácter voluntario de la medida. Se apostaba a la buena fe de los turistas y de los fabricante­s de productos indispensa­bles en un contexto de crisis sanitaria.

Así fue concebida en sus orígenes la idea de la responsabi­lidad social empresaria (RSE), como una práctica voluntaria que las empresas realizaban por encima de lo que la ley les exigía. De esa manera la concibió, por ejemplo, Howard Bowen en EE.UU., a comienzos de la década del 50.

En un contexto de crisis, y con el agravante de su carácter sanitario y global, el llamado a la responsabi­lidad social y ciudadana es fundamenta­l, porque el Estado debería enfocar todos sus recursos en la prevención, la contención y el tratamient­o de los pacientes, en lugar de perseguir a los irresponsa­bles, que se toman a la ligera las recomendac­iones de aislamient­o social, o peor, a los comerciant­es o empresario­s que especulan con la remarcació­n de precios.

Leyes. Pero lamentable­mente, cuando se evidenció que con el llamado a la responsabi­lidad individual o el compromiso social de los empresario­s no alcanzaba, se resolvió avanzar con la aplicación del Código Penal a quienes violaran el aislamient­o obligatori­o luego de venir de las zonas en riesgo, y a las sanciones de la Secretaría de Comercio para los empresario­s que desabastec­ieran el mercado o remarcaran los precios de productos indispensa­bles como alcohol líquido o en gel, lavandina y barbijos, entre otros.

Pero para otras medidas, actualment­e se sigue apelando a ambos tipos de medidas: obligatori­as y voluntaria­s, pidiendo responsabi­lidad social de las empresas.

Algunas actividade­s fueron prohibidas, como espectácul­os culturales, competenci­as deportivas, ferias, congresos y otros eventos. Otras fueron severament­e restringid­as, como el transporte de corta, media y larga distancia y el turismo internacio­nal y local. Y a otras se les pidió cambiar de modalidad, de manera compulsiva al menos por dos semanas en la educación y de manera voluntaria en el sector privado.

Y, como decía, aquí sí la tecnología vino a “salvar” la educación en las escuelas y universida­des, y la productivi­dad en las empresas. La educación inicial, primaria, secundaria y universita­ria pudo continuar de manera virtual o a distancia mediante diversas plataforma­s o tecnología­s, y el teletrabaj­o (home office) ayuda a las empresas a seguir operando, con sus empleados cumpliendo con el distanciam­iento social. En este caso, por ahora, fue una convocator­ia voluntaria, confiando en la responsabi­lidad de las empresas con sus trabajador­es, clientes y la comunidad toda, evitando el traslado y la aglomeraci­ón en hora pico de millones de personas en el transporte público.

Convergenc­ia. Sin dudas, es un importante desafío para el aprendizaj­e y una gran oportunida­d de cambio para una cultura empresaria­l que, hasta estos días, considerab­a “héroes” a los empleados que concurren a trabajar aun enfermos.

Como contracara de las empresas irresponsa­bles que pretendían hacer no remunerati­vas las licencias que deben tomar los trabajador­es para cuidar a sus hijos en edad escolar, un conjunto de empresas dio muestras de estar realmente a la altura de las circunstan­cias.

Una iniciativa impulsada por los empresario­s más importante­s de la Argentina busca recaudar rápidament­e fondos por al menos 100 millones de dólares para comprar respirador­es e insumos

La responsabi­lidad social empresaria (RSE) nació como una práctica voluntaria que las empresas realizaban por encima de lo que la ley les exigía

médicos para asistir a los hospitales en medio de la pandemia. Esta campaña, que será auditada, recibirá sus fondos en una cuenta de la Cruz Roja Argentina.

El Foro de Convergenc­ia Empresaria­l, integrado por entidades empresaria­s, profesiona­les, fundacione­s, ONGs y organizaci­ones representa­tivas de distintos credos religiosos, publicó una carta abierta a los líderes empresario­s apelando a la responsabi­lidad social y al compromiso para tomar las medidas necesarias que garanticen el distanciam­iento social y, al mismo tiempo, se garantice la prestación de los servicios esenciales para los argentinos. La Unión Industrial Argentina y la Cámara Argentina de Comercio se comprometi­eron a mantener el abastecimi­ento y los precios de los productos farmacéuti­cos, de limpieza y alimentici­os que necesitan los argentinos para atravesar esta crisis sanitaria.

Previament­e a la cuarentena general obligatori­a, los supermerca­dos y los bancos establecie­ron horarios de atención especial para las personas mayores de 60 años, y muchos comercios facilitaro­n las compras por internet y el envío sin costo de los productos para aquellos en aislamient­o por integrar los grupos de riesgo.

Artistas comenzaron a dar sus espectácul­os de manera gratuita por streaming.

Medios de comunicaci­ón habilitaro­n abiertamen­te, sin necesidad de suscripció­n, todas las noticias referidas a la epidemia, y empresas de telecomuni­caciones ofrecen gratis algunos canales premium y no cobrarán el uso de datos móviles para el acceso web a plataforma­s educativas.

Institutos de idiomas, instructor­es o profesores particular­es ahora dan clases por Skype.

Empresas se compromete­n con la salud de sus trabajador­es difundiend­o los métodos de higiene y cuidado y dotándolos de elementos de protección, y con la comunidad, utilizando su pauta publicitar­ia con campañas de prevención.

Y existen otros grandes ejemplos de buenas prácticas de acción directa, como un grupo de empresario­s de Chivilcoy que donaron fondos al Hospital Municipal para la compra de respirador­es e insumos necesarios para atender a los pacientes. O una empresa licorera, que está dedicando el 100% de su capacidad instalada a producir alcohol en gel.

Apelando a la metáfora futbolera que les gusta a los argentinos, este partido recién empieza, y mientras lo estamos jugando, el vértigo a veces no nos deja mucho espacio para el análisis, pero con el tiempo veremos con claridad quiénes jugaron limpio, quiénes especularo­n con el offside, quiénes simularon una falta y quiénes hicieron descaradam­ente trampa.

La sociedad nos está mirando, y llegará el momento en que gobiernos, empresas, medios de comunicaci­ón y organizaci­ones de la sociedad civil tendrán que rendir cuentas de lo que hicieron durante esta crisis, sin dudas la más grande de nuestra generación.

Y ahí aprenderem­os a valorar en la práctica de qué hablamos cuando hablamos de responsabi­lidad social.

*Coordinado­r ejecutivo del Centro de Responsabi­lidad Social Empresaria y Capital Social (UBA).

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NESTOR GRASSI ALIMENTOS. Las empresas vehiculiza­ron muchas veces la gestión de la asistencia alimentari­a a través de Cáritas.
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PANDEMIA. Durante la gripe A surgió una serie de trabajos y ensayos sobre cómo debía actuar la economía global ante las demandas sanitarias.
FOTOS: CEDOC PERFIL BARBIJOS. Primero apareciero­n como un gesto de responsabi­lidad de los ciudadanos. Luego, eso se consolidó con leyes. PANDEMIA. Durante la gripe A surgió una serie de trabajos y ensayos sobre cómo debía actuar la economía global ante las demandas sanitarias.
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ALCOHOL EN GEL. Muchas empresas reorientar­on su actividad para producir elementos necesarios.

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