Pospandemia: hora de la comunidad productiva
Se habla de la crisis como una oportunidad. Para el ex presidente, consiste en una nueva articulación social cuyo eje sea la producción: un modelo que ponga particular énfasis en un desarrollo original, con distintas fuerzas que intervengan activamente.
Hace un tiempo leí un cartelito en una librería que me llamó la atención: “El futuro ya no es lo que ha sido”. Ninguna otra formulación se me hace más apropiada para definir el escenario global a partir de la irrupción de la pandemia del coronavirus.
La única certeza que tenemos es el pasado, porque el virus ha borrado el porvenir, ha hecho casi inasible el presente. Y bien sabemos que sin la dimensión temporal los humanos no podemos pensar con claridad y menos proyectarnos hacia el futuro.
Los marcos de referencia que teníamos hasta ayer están siendo cuestionados profundamente. ¿Saldrá indemne en el mundo pospandemia el modelo global imperante o sufrirá cambios? ¿Cambios de qué naturaleza y profundidad? Porque el
EDUARDO DUHALDE*
cuestionamiento a la globalización está a la orden del día.
Las reacciones nacionales ante la crisis sanitaria han desplazado a las globales y aun a las regionales. Ni la Unión Europea ni el Mercosur, por ejemplo, han tenido arte ni parte en el manejo específico de la pandemia.
Se dice y se escribe mucho acerca de este renacimiento de los Estados nacionales. Si algo ha puesto de manifiesto la pandemia es que el imperio de los mercados sobre la economía solo ha servido para enriquecer a unos pocos y empobrecer a los más. Los Estados que se ataron las manos en el pasado pagan hoy más fuertemente las consecuencias, con sus carencias de infraestructura sanitaria, por ejemplo.
Argentina se encuentra luchando contra la pandemia en un escenario nacional económico y social sumamente crítico. A los efectos inmediatos y mediatos de las medidas adoptadas para asegurar el aislamiento social, debemos sumar que venimos de un largo período de caída de la actividad económica, con un enorme endeudamiento –y la incertidumbre a futuro de su resolución– y un altísimo nivel de pobreza y desempleo.
¿Saldrá indemne en el mundo el modelo global imperante, o sufrirá cambios? Cuestionar la globalización está en agenda herramienta para alcanzar ese objetivo es lo que llamo la “comunidad productiva”.
Esa ha sido mi política cada vez que tuve que ocupar un cargo ejecutivo. Lamentablemente, no siempre he sido acompañado por mis colegas políticos (con muy honrosas excepciones), no importa de qué partido vengan. Es que, desde mi punto de vista, ese es un déficit de la dirigencia argentina: no tiene ADN productivo.
Siempre cuento que, en mis viajes, muchas veces me he sentido avergonzado cuando me preguntan cuántas empresas se crearon el año pasado en el país, porque tengo que responder que no lo sé, porque no tenemos registros serios. Y si me preguntan cuántas se cerraron, tampoco puedo hablar. Prueben preguntarle a cualquier intendente europeo o americano cuál es la natividad empresarial en su municipio. No tienen que consultar con nadie, lo saben con exactitud porque es la máxima preocupación que tienen.
Esa ha sido mi actitud desde siempre. Ya como intendente de Lomas de Zamora, me esforcé en allanar el camino de todos aquellos que querían iniciar una actividad productiva en nuestra jurisdicción. Haciendo más sencillos los trámites. Poniendo reglas de juego claras. Recibiéndolos con los brazos abiertos.
Gestión. Como gobernador pude profundizar esa actitud, manteniendo una estrecha relación con todos los intendentes de la Provincia, fueran del color político que fueran. Les exigí que crearan secretarías