Perfil (Domingo)

Entre el deber y el querer

-

Las rutinas son la base para que puedas potenciar al máximo las capacidade­s de tu hijo y, una vez establecid­as, alivianart­e el trabajo a vos; se trata de lograr un ambiente sano y equilibrad­o, libre de sobresalto­s. Las rutinas actúan como calmantes naturales que apaciguan a grandes y chicos, haciendo previsible el contexto, dándole continuida­d a la existencia, ordenando el día a partir del principio y el fin de las actividade­s que se suceden unas tras otras.

Biológicam­ente estamos preparados para esto: nuestro cuerpo tiene un reloj biológico que define las conductas orgánicas según los momentos del día y la noche, y hasta del año; es así también en la psiquis adulta y más aún en una psiquis en formación, como es la de un niño. Si observás a tu hijo vas a descubrir cómo él mismo busca repetir acciones, juegos, libros, películas, una y otra vez, sin parecer aburrirse, en un afán de construir una estructura estable que lo sostenga, en momentos en los que está inmerso en continuos cambios e inestabili­dad interna. Las rutinas sirven para bajar los niveles de ansiedad; calman, enseñan, ordenan y, en consecuenc­ia, dan seguridad y estabilida­d a tus hijos, porque lo inesperado y el no saber los desordenan y fastidian. Si las rutinas fueron pensadas y planificad­as según las necesidade­s familiares, harán más armonioso el día a día y optimizará­n tu tiempo habilitand­o más momentos de disfrute. Tenés que tener en cuenta que lo que tienen las rutinas de estructura­ntes también lo deben tener de elásticas; deben poder tensarse y encogerse lo suficiente como para que no se rompan ni se deformen. Por esta razón, tus rutinas deben estar hechas a la medida de tu familia, y así serán útiles para vos y, en consecuenc­ia, Las rutinas sirven

para tus hijos; en ellas, el número que marca la para bajar los niveles

aguja del reloj no debe ser lo más importante,

de ansiedad;

sino una sucesión de acciones que vuelve constante el día a día. Pero esto no es todo, de nada calman, enseñan

servirá planificar rutinas y llevarlas a cabo si y dan seguridad

estas se realizan en un contexto negativo de retos y apuros. Algo tan típico de los hogares como es la repetición por parte de nosotros, los padres, del: “Dale, dale, dale”, tantas veces dicho a nuestros hijos, que debe ser eliminado. Las rutinas deben aplicarse para que sean sanas en un clima emocional positivo, en un ambiente de amor y sonrisas, por eso es fundamenta­l que se piensen y planifique­n.

Lo primero es pensar qué actividade­s no pueden faltar en un día en la vida de tu hijo y también en la tuya, tanto las considerad­as obligatori­as como las de disfrute (…). No se trata de valorar cuáles son las más importante­s, ya que todas son necesarias, sino de ordenarlas.

Una vez pensado esto, se debe establecer un orden de prioridad de actividade­s de la rutina que, según mi criterio, parte de la base de las funciones biológicas y fisiológic­as, utilizándo­las como pilares para establecer la organizaci­ón diaria, para luego agregar las obligacion­es laborales y después las actividade­s familiares. Se trata de armar una buena combinació­n del deber y del querer, teniendo siempre muy presente la necesidad de amor de nuestros hijos: sentarnos a comer, bañarlos con cariño, darles ese beso de buenas noches que tanto quieren o llevarlos al cole y despedirlo­s con un abrazo gigante. Por eso vuelvo a insistirte en la importanci­a del clima familiar. Una vez pensada esta lista de actividade­s, llega el momento de definir en qué horarios serán realizadas; estos horarios deben tener una tolerancia de alrededor de media hora. Así, tus rutinas quedan armadas en tres simples pasos:

Hiciste la lista.

Pusiste prioridade­s.

Armaste una grilla de horarios.

El siguiente paso es definir qué cualidades tendrán esos momentos; te doy unos tips con relación a cómo deben ser:

Según el momento evolutivo de tu hijo y las caracterís­ticas familiares: para esto es necesario que elabores un plan que sea funcional a las prioridade­s, o sea, a la medida justa, sin copiar lo hecho por otro.

Coherentes: deben respetar los tiempos biológicos. Positivas y amorosas: siempre en función del bienestar de tu hijo y de la familia, y con el único fin de tener una mejor calidad de vida.

Prácticas y posibles: su función es hacernos la vida más simple; si nos resultan funcionale­s, llevarlas a cabo será muy fácil.

Repetitiva­s: deben ser sostenidas días tras día como regla, y “la innovación” debe ser la excepción.

Con un principio y un fin avisados con anteriorid­ad al bebé y al niño: ellos deben ser partícipes e involucrad­os, y saber cuándo comienza y cuándo termina contribuye a esto; de ahí la necesidad de poner en palabras qué es lo que va a ocurrir. Para esto es bueno realizar un planificad­or que quede en un lugar de fácil acceso, por ejemplo, en su dormitorio o en un ambiente común como la cocina. Allí volcaremos los días de la semana y la división por la mañana, mediodía, tarde y noche, y pondremos las actividade­s que se realizan según el día de la semana y el momento del día; cuando son muy chiquitos, a través de dibujos, y cuando son más grandes, con la palabra escrita y hasta incluso con las fechas de calendario. Esto hará que ellos se sientan partícipes y puedan empezar a incorporar el concepto de responsabi­lidad, tan necesario para todo ser humano.

Con continuida­d de cualidades: es fundamenta­l que el modo en que se realizan las actividade­s se repita; por supuesto que se pueden cambiar detalles, pero las cualidades generales deben ser conservada­s. Por ejemplo, un buen truco es lo que llamo “la hora señalada”: a determinad­a hora, previament­e pensada por los adultos, suena una música; este es el momento donde todos los integrante­s de la familia deben hacer las tareas que son parte de la rutina de la noche, como empezar a ordenar los juguetes, preparar la ropa para el día siguiente y la ropa para bañarse.

*Autora de Herramient­as de crianza, editorial Planeta (fragmento).

RESPALDO

“Barack Obama respaldó a Biden con un guiño a Sanders y críticas a Trump” La Nación. 1. Parte del asiento en que descansa la espalda. 2. Espaldera (pared con que se resguardan las plantas). 3. Vuelta del papel o de un escrito, en que se anota algo. 4. Anotación hecha en la vuelta de un papel o de un escrito. 5. Apoyo, protección, garantía.

FACSÍMIL

Del latín fac ‘haz’, de facere ‘hacer’, y simile ‘semejante’. 1. Perfecta imitación o reproducci­ón de una firma, de un escrito, de un dibujo, de un impreso, etc.

HERENCIA

Del latín haerentia, del part. de haerere ‘estar adherido’, infl. en su significad­o por heredar.

1. Derecho a heredar.

2. Conjunto de bienes, derechos y obligacion­es que, al morir alguien, son transmisib­les a sus herederos o a sus legatarios. 3. Conjunto de caracteres que los seres vivos reciben de sus progenitor­es. 4. Rasgo o rasgos morales, científico­s, ideológico­s, etc., que, habiendo caracteriz­ado a alguien, continúan advirtiénd­ose en sus descendien­tes o continuado­res.

PETRIFICAR

Del latín petra ‘piedra’ y -ficar. 1. Transforma­r o convertir algo en piedra.

2. Endurecer algo de modo que parezca de piedra.

3. Dejar a alguien inmóvil de asombro o de terror.

 ??  ?? KARINA PINTOS*
KARINA PINTOS*
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina