Una familia muy normal
Queda muy claro que a Charles Dickens los pintores prerrafaelitas no le caían nada bien. La hermandad, fundada en 1848 originariamente por John Everett Millais (1829-1886), Dante Gabriel Rossetti (1820-1882) y William Holman Hunt (1827-1910), mostró su pintura “auténtica y sincera” al público al año siguiente y de esa manera iniciaron la evangelización en el mundo del arte, al tiempo que desataron la ira de la Academia y del escritor inglés, entre otros. Es que en 1850, Millais exhibió Cristo en casa de sus padres, y si los críticos lo acusaron de todo, Dickens fue más allá. Para el autor de David Copperfield, la Sagrada Familia estaba representada como un grupo de borrachos de los barrios pobres, más cerca de la vileza de un cabaret francés o de un bar barato de Londres que de la santidad aconsejada. En la edición de mayo de 1850 de la revista Household
Words, descarga el primer ataque hacia estos jóvenes filomedievalistas que buscaron en la pintura anterior a Rafael la perfección en la representación mimética y obsesiva de la naturaleza. La segunda embestida de Dickens aparece en una carta a The Times en 1851. Era verano y parece que la exhibición que vio en la Royal Academy no le gustó nada. Los acusa de todo: arcaizantes, infantiles y con aversión a la belleza. Los reta como a niños caprichosos y les augura dificultades para entrar en la historia del arte. No hace falta aclarar que Dickens estaba errado. Su visión contemporánea sobre este antecedente de la vanguardia del siglo XX, aunque menos radical que las expresiones posteriores, no hace más que refrendar el carácter de ruptura del statu quo y la puesta en funcionamiento de un programa estético, entre otras cosas, ajeno a los problemas sociales que tanto preocupaban al autor de Nuestro común amigo.n