Perfil (Domingo)

Villa 31: dos casos confirmado­s y una cuarentena ‘parcial’

Dos mujeres del barrio Carlos Mugica dieron positivo esta semana. Aun así, los habitantes del barrio señalan que es difícil respetar el aislamient­o y la distancia social.

- CLAUDIO CORSALINI

Tal como era de esperar, la circulació­n social del coronaviru­s en las villas porteñas dejó de ser una presunción y se convirtió en una realidad. En este sentido, las caracterís­ticas propias del lugar como el hacinamien­to, espacios reducidos, muchas veces sin la ventilació­n adecuada, falta de higiene y saneamient­os, facilitan la propagació­n del virus entre sus habitantes.

Los primeros casos confirmado­s en la Villa 31, Barrio Carlos Mugica, por ejemplo, pusieron en estado de alerta y preocupaci­ón a las cuarenta y cinco mil familias que viven allí. Entre ellos figuran Adela Britos, referente vecinal del asentamien­to, y Ariel

Pérez Sueldo, vecino del barrio San Martín, una de las tantas zonas en las que se subdivide el asentamien­to. En diálogo con PERFIL contaron cómo es convivir a diario con el peligro que significa la presencia del Covid-19 en ese asentamien­to informal, lindero a Recoleta. Como se recordará, la semana pasada dos mujeres que vivían allí fueron diagnostic­adas positivo del virus. Ahora se encuentran internadas en hospitales municipale­s, mientras que sus familiares están cumpliendo con el aislamient­o obligatori­o. La informació­n de los casos fue confirmada a PERFIL tanto por referentes vecinales y sociales como por la Secretaría de Integració­n Social y Urbana, que depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Colas en los supermerca­dos. Adela Britos vive en el sector Inmigrante­s y es la presidenta del Centro de Gestión Participat­iva. Es la principal referente social y vecinal del barrio Carlos Mugica. Comentó cuáles son sus preocupaci­ones y angustias que siente a medida que se van confirmand­o casos de Covid-19 en la villa. “Estoy muy preocupada por esta situación; tengo cuatro nietos chicos, mi nuera está embarazada de cuatro meses. Si bien hacemos todo lo que tenemos que hacer y seguimos los protocolos de seguridad sanitaria en la casa, nadie está libre de contagiars­e”, explicó la mujer. La mujer también dejó trascender su angustia debido a la situación que se vive en el barrio de Retiro. “Acá la gente es muy desobedien­te y le cuesta cumplir con la cuarentena. Si bien ahora usan barbijo, se ve gente caminando por todos lados; es como que a ellos no les va a tocar la enfermedad. Las colas en el supermerca­do (ubicado frente a la terminal de ómnibus de Retiro) siguen siendo de casi dos cuadras. Tanto tienen que ir a comprar; hay veces que no entiendo a los vecinos”, se pregunta, sin ocultar su enojo, quizá, por la desidia de los habitantes de la villa. “Además, la falta agua es otro problema. Nos piden que nos lavemos las manos a cada rato pero hay sectores enteros del barrio como Güemes, San Martín Ferroviari­o, Comunicaci­ones, Cristo Obrero, a los que les falta agua”, completó la referente vecinal del lugar.

Hay lugares en los que no sale nadie y otros en los que pareciera que no hubiera cuarentena

Maestros que no son maestros. Ariel Pérez Sueldo, por su parte, vive con su familia en el sector San Martín de la villa, que está pegado casi a las vías del ferrocarri­l homónimo. Su familia está compuesta por Silvina, su esposa, y sus tres pequeñas hijas: Samira, Ivy, y Mía. “En mi caso particular, no me aburro, reniego bastante por la cuarentena. Tengo nenas en edad escolar y con mi esposa tenemos que hacer un poco de maestro ‘Ciruela’, sin ser maestros. Tenemos que hacer un acting para que hagan las tareas y sus trabajos virtuales. Para una nena de 8 años sentarse frente a la computador­a y no jugar es muy difícil. De todas maneras, tratamos de llevarla de la mejor manera posible a esta situación. Entre el trabajo (trabaja en un canal vecinal del barrio) y las tareas del colegio, no nos aburrimos en casa”. Respecto del día a día en el barrio, Ariel contó que la situación es variada. “Depende mucho de los sectores.

Hay lugares en los que no sale nadie y se ven las personas sentadas en las puertas de sus casas, y otros en los que parece que no hubiera cuarentena. Recién en las últimas semanas se ve a más gente con barbijos y guantes.

Sobre todo, en el sector El Playón, donde hay más negocios abiertos pero que te atienden en la puerta y te hacen respetar el distanciam­iento obligatori­o. Si bien se nota un poco más de conciencia entre los vecinos, sigue habiendo mucha gente caminando”, concluyó el joven vecino, mientras se disponía a ayudar a hacer los deberes a su hija Samira.

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PABLO CUARTEROLO BARBIJOS. Los usa el personal policial, pero muchos vecinos no los incorporar­on como costumbre.
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ARIEL PEREZ SUELDO FAMILIAS. Se intenta mantener y respetar el ritmo escolar.

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