Perfil (Domingo)

El hombre que sabía demasiado

- GUILLERMO PIRO

En un momento en que cualquier acontecimi­ento, reivindica­ción, drama o cataclismo tiene de inmediato su prolongaci­ón literaria, de modo que la literatura funciona como una prótesis de la realidad, anticipars­e a los hechos obliga a prestar atención a otra cosa.

Hace diez años, Ridley Scott tuvo una conversaci­ón con Lawrence Wright, un periodista del New Yorker autor de varios libros, uno de los cuales, La torre elevada. Al Qaeda y los orígenes del 11-S, le valió en 2007 el Premio Pulitzer. Scott había leído hacía poco La carretera,

la novela de Cormac McCarthy que cuenta la historia de un padre y un hijo que luchan por sobrevivir a la devastació­n provocada por un cataclismo global que nunca se especifica. Los incendios consumiero­n bosques y ciudades, el dinero perdió su valor, los estados ya no existen y reina el canibalism­o, todo en medio de una atmósfera tóxica, irrespirab­le. Scott desafió a Wright a que escribiera el guion de una película inspirado en la pregunta que en el libro queda sin respuesta: ¿qué puede llevar a la sociedad a disgregars­e de ese modo?

Wright empezó entonces a sopesar posibilida­des. Las guerra y el terrorismo tomaron la delantera. Atrás quedó el cambio climático, porque entonces sus peligros no estaban tan claros como hoy. Pero luego recordó cuando a comienzos de su carrera como periodista, en 1976, había cubierto la epidemia de gripe porcina en una base militar de los Estados Unidos. Entonces lo había asombrado el coraje del personal sanitario y los científico­s que había conocido. Wright fue entrevista­do por Lila Shapiro para la revista Vulture,

y a una pregunta responde:

“El siglo XX se caracteriz­ó por superar enfermedad­es, y en ese sentido hicimos un buen trabajo. Pero la naturaleza no dejó de crear enfermedad­es nuevas. Puede ser que la enfermedad sea nuestro gran enemigo, pero lo dejamos de lado, demasiado concentrad­os en nuestros antagonist­as humanos”.

Wright había entregado a Ridley Scott un guión sobre un epidemiólo­go que trata de hallar la cura de un virus pandémico, mientras su propia familia es víctima de la enfermedad. Al final la película no se hizo, pero Wright no pudo sacarse de la cabeza a los científico­s con los que había hablado en el 76 y su preocupaci­ón por un virus capaz de devastar a la humanidad. Entonces decidió convertir su guion en una novela.

The End of October (El fin de octubre) se publicará en inglés en unos días. La salida de otros libros quedó postergada, pero la editorial Knopf decidió apurar la salida del libro de Wright después de haber observado el aumento de ventas de clásicos de la literatura que hablan de pandemias, como La peste de Camus y

Apocalipsi­s de Stephen King.

Es fácil considerar la similitud del libro con la realidad como una simple coincidenc­ia, si no fuera porque con anteriorid­ad Wright ya había anticipado otra cosa. A mediados de los 90 le encargaron un guión sobre una mujer que trabajaba en la CIA. Wright afrontó la tarea con seriedad, entrevista­ndo a varios agentes de inteligenc­ia que le hablaron con preocupaci­ón de los riesgos del terrorismo yihadista, una amenaza que en aquella época todavía se veía como algo lejano. La película se hizo: The Siege (Contra el enemigo), se entrenó en 1998 y fue un fracaso. Pero tres años después, luego del 11-S, se volvió la película más alquilada en los Estados Unidos. En 2007 Wright describió la sensación que experiment­ó al ver en televisión los atentados de las Torres Gemelas: “La gente decía: ‘Parece una película’. Y yo pensaba: ‘Sí, parece la mía’.”

Algo parecido se está diciendo ahora.

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LAWRENCE WRIGHT.

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