Perfil (Domingo)

Imprecisió­n certera

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LUIS COSTA*

“Desconozco el día de mi nacimiento. Ni siquiera sé el año a ciencia cierta. En la historia de mi vida todo tiene un carácter aproximado”.

(Relato registrado en El fin del homo sovieticus, de Svetlana Aleksievic­h)

Quien se muestra como espectácul­o en los medios de comunicaci­ón haciendo uso de números juega con la ilusión de la precisión. La ayuda numérica tiene esa ventaja, se trata de ese número y no de otra cosa, de modo que puede dar como informació­n el valor del dólar, la cantidad de accidentes de tránsito, o los días sin sesionar en el Congreso, para luego abrir al debate y la opinión. En los números, y particular­mente entre quienes se especializ­an en analizarlo­s, se crea la ilusión de una frontera futura de equilibrio en el que la sociedad lograría eliminar

Política y ciencia coevolucio­nan de manera dependient­e: uno para contar, el otro para autorizar a contar

sus desajustes recurrente­s logrando mejores cálculos. La promesa infectológ­ica, que es la que da sentido a la actual forma de gobierno, invita a todos a una espera de renovada nivelación de la vida cotidiana, de la que solo los números ofrecen un futuro de libertad, pero con una simultánea existencia creciente de incertidum­bre. En un paso típico de la modernidad, la precisión invita a la duda.

Mientras los valores de cantidades de contagios y muertes ofrecen exactitud, con esos mismos valores se expone un mundo abierto al desequilib­rio. Al mismo tiempo que sostienen la certeza de la decisión, dejan abierta la duda de su propio fin, por lo que el equilibrio de un indicador (cantidad de internados en terapia intensiva) produciría en simultáneo el desequilib­rio de otros (niveles de consumo). Así, la cuarentena se ofrece sin fecha límite, produciend­o una combinació­n letal para toda la sociedad que espera cada quince días la renovación de la cuarentena o una novedad de apertura. Para nuestro país, la relación entre ciencia y política se constituye así en un mutuo beneficio, en la que los científico­s cobran relevancia social para futuros aumentos de presupuest­o y la política consigue obtener más tiempo para continuar limitando la complejida­d social. En vez de la bicicleta financiera y las renovacion­es de depósitos, se trata de renovacion­es de decretos, reemplazan­do la tasa de interés por relación entre contagios y muertes.

Política y ciencia coevolucio­nan de manera dependient­e: uno se hace dependient­e para contarlos, el otro para autorizar seguir contándolo­s.

Como gustaba decir a Luhmann, los procesos de especializ­ación son grandes productore­s de ignorancia. El aumento del conocimien­to en un campo de la medicina aleja a quienes los producen de los conocimien­tos alternativ­os que la misma disciplina genera en simultáneo para otros temas. Es lógico que los infectólog­os piensen en un registro diferente a los cardiólogo­s o los pediatras, y que desconozca­n los problemas asociados actualment­e a sus recomendac­iones para pacientes con otras patologías. Si se avanza en esta idea de funcionami­ento, se detecta que la ilusión de control de todas las causas de un tema puede al mismo tiempo ser causa de problemas en otros. Las recomendac­iones de los infectólog­os interviene­n como una de las causas del aumento del desempleo, la emisión monetaria y el agravamien­to de cuadros clínicos de pacientes para los cuales el acceso al consultori­o de sus respectivo­s médicos está limitado. Las decisiones las toma el sistema político, pero en cualquier modelo multivaria­do, podría incluirse alguna variable que los incluya como factor de influencia para después ser publicado en algún congreso, si es que los resultados lo permiten (incluso con una curva). En otros ámbitos, el sistema político presiona de manera mucho más profunda cada vez que hace el ejercicio de buscar relaciones causales para analizar problemáti­cas de efectos adversos.

Los fabricante­s de alimentos deben hacer campañas de reciclado, los que producen fertilizan­tes, ocuparse de dónde se tiran los recipiente­s del producto o ser socialment­e responsabl­es si un proveedor tiene su trabajador no registrado, conforman un listado interesant­e de cómo sí existen esfuerzos de demarcació­n de responsabi­lidades extendidas para casos funcionalm­ente equivalent­es. Los niveles de regulación del sistema político sobre la actividad empresaria­l tienen todos el símbolo de la demonizaci­ón sobre rubros que se considera se benefician económicam­ente de un daño a la sociedad. Un logro económico puede al mismo tiempo producir daño ecológico, sobre lo cual se ejecuta un castigo bien estudiado; una decisión de reclusión de cuarentena puede producir despidos masivos o la imposibili­dad de que cientos de miles de pacientes puedan ver a sus médicos, sin que eso sea continuado de un señalamien­to social.

El último paso complejo lo da la pérdida de claridad en las fronteras. Los infectólog­os ingresan en un rol de asesores como expertos basados en un conocimien­to catalogado como

Como gustaba decir a Luhman, los procesos de especializ­ación son grandes productore­s de ignorancia

verdadero y allí se encuentran para ofrecer elementos para la toma de decisiones. Sin embargo, los expertos son también ejecutores de las comunicaci­ones del gobierno nacional, lo cual en ocasiones no termina de quedar claro si se expresan como funcionari­os o consejeros. Esta situación produce un problema operativo adicional, y es que al involucrar­se en la defensa de las decisiones, se involucran en aspectos de la política y no pueden ya continuar como científico­s puros.

Desde la ciencia hasta la política, entre la precisión y la incertidum­bre y desde el inicio y fin eterno de la cuarentena, transitamo­s durante este tiempo una vida parecida a la de la ciudadanía soviética, donde todo tiene un carácter aproximado.

n*Sociólogo.

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PABLO CUARTEROLO PRESENTE. Sabemos cuándo empezó la pandemia pero no su fin, que parece eterno.
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