Comunidad de comunidades del arte
Al inicio de la cuarentena, Bifo Berardi escribió en su diario sobre el efecto de “parálisis relacional”. El Covid-19 ha devastado en un golpe de dados los precios del petróleo, los empleos y toda idea de futuro. Ha pulverizado profesiones y relativizado la importancia de los eventos, cuyo calendario quedó suspendido hasta nuevo aviso. También ha dislocado los protocolos que reprimen tendencias autoritarias. Pareciera que nos hemos quedado sin guion para dirigir una película de acción más parecida a Parasite que a Mad Max. Esta pandemia no solo ha arrasado la economía sino que también ha detenido rutas de vida cosmopolitas, incluyendo aquellas del arte que comprenden ferias, bienales y exhibiciones. De Buenos Aires a Singapur, el planeta se paraliza al unísono, como en el happening Simultaneidad de Marta Minujín. Todo ocurre en cámara lenta, puertas adentro, en silencio doméstico, o congregados en la app china Zoom, donde nos vemos planos, ojerosos y reducidos a una pantalla. Los medios cacarean una vuelta a la naturaleza, cielos azules, mares de aguas transparentes, sonidos de criaturas que han vuelto a ocupar el entorno que les corresponde. La inteligencia del virus es más astuta que un poema de Marinetti. Médicos
GABRIELA RANGEL* y enfermeros mueren diariamente, atendiendo a pacientes mientras aplican el triage. La salud pública, hoy en extinción, coloca camas extras en las sedes de ARCO y Zona Maco. Aún no hay vacuna, y cuando arribe, quizás el año próximo, armará un modelo de sociabilidad que restituya la confianza del público en museos, teatros y espectáculos.
No todos los públicos son iguales. El de Malba ha construido una comunalidad, un conjunto de comunidades, un archipiélago comunicado. Formó fila para ver un trompe l’oeil de Leandro Erlich y otras veces recorrió una sala para recordar el regreso de Perón a la Argentina en la serie de Sara Facio. Tal vez prefirió acudir al estreno de una película, a la conferencia de una escritora o se anotó en un curso sobre surrealismo. Es el público de selfie con el autorretrato de Frida y, después del coronavirus, se interrogará sobre la vigencia de las luchas sociales ante Manifestación de Berni. Cuando tropiece con un semejante con barbijo, se reacomodará a metro y medio de distancia para recalibrar su atención hacia la foto de la performance La familia obrera de Oscar Bony, donde la lucha de clases funciona como archivo. Este público buscará la presencia sensible de cuerpos unidos a esculturas, pinturas y cualquier forma de arte no disciplinaria. Y sin embargo, ¿quién apagará la luz de la modernidad?
n*Directora artística del Malba.