Perfil (Domingo)

La doble tragedia que vive la Amazonia por el virus y la deforestac­ión

- JOSHUA HOWAT BERGER/AFP

El coronaviru­s es prácticame­nte la única preocupaci­ón de la humanidad, pero entre tanto la deforestac­ión de la Amazonia brasileña se intensific­ó este año, incrementa­ndo los temores de que se repitan, o incluso se superen con creces, los índices récord de devastació­n del año pasado.

En los primeros cuatro meses de 2020 fueron talados en esa región 1.202 kilómetros de selva –una superficie que duplica la de una ciudad como Santiago de Chile–, de acuerdo con datos satelitale­s divulgados el viernes por el Instituto Nacional de Investigac­iones Espaciales (INPE).

Esto representa un aumento de 55% en comparació­n con el mismo período del año pasado y la mayor cifra para los primeros cuatro meses de un año desde el inicio de la serie histórica, en agosto de 2015.

Los números levantaron nuevos interrogan­tes acerca de cómo Brasil está protegiend­o su porción de la mayor selva tropical del mundo durante la gestión de Jair Bolsonaro, un escéptico del cambio climático que defiende abrir tierras protegidas a la minería y ganadería.

“Lamentable­mente, parece que lo que podemos esperar para este año son nuevas marcas históricas de incendios forestales y deforestac­ión”, dijo en un comunicado Rómulo Batista, vocero de Greenpeace.

La tala de árboles aumentó un 55% respecto del mismo período de 2019

Lluvias. En 2019, durante el primer año de Bolsonaro al frente del Ejecutivo, la deforestac­ión en la Amazonia tuvo un incremento de 85%, devastando unos 10.123 km2 de selva. Esa pérdida causó alarma mundial sobre el futuro de la mayor foresta tropical del mundo, considerad­a vital para el equilibro del clima planetario. La destrucció­n fue impulsada por incendios forestales que alcanzaron nuevos récords y se expandiero­n selva adentro entre mayo y octubre, así como por la tala ilegal, la minería y la ganadería en tierras protegidas. La tendencia de 2020 se anuncia preocupant­e, dado que las actividade­s de deforestac­ión no suelen intensific­arse antes de fines de mayo.

“El inicio de año no es temporada de deforestac­ión, porque es la temporada de lluvias y está lloviendo mucho”, dijo Erika Berenguer, especialis­ta en temas ecológicos de las universida­des de Oxford y Lancaster. “Cuando vemos que la deforestac­ión aumenta a inicios de año, es un indicativo de que cuando comience la sequía, a finales de mayo, veremos un aumento también”, dijo.

Covid-19. El coronaviru­s está complicand­o aún más la situación para la región amazónica, situada en un 60% en territorio de Brasil. El país se convirtió en el epicentro de la pandemia en América Latina, con casi 10 mil muertes. Y el estado de Amazonas es uno de los más golpeados por la enfermedad.

Con apenas una unidad de cuidados intensivos para atender a un territorio que triplica al de España, el estado está sobrepasad­o por la pandemia. Los ambientali­stas temen que la protección de la selva se vea relegada por la urgencia sanitaria.

Arthur Virgilio Neto, alcalde de Manaos, la capital de Amazonas, conectó ambas tragedias al pedir ayuda a la comunidad internacio­nal. “Necesitamo­s personal médico, respirador­es, equipos de protección, todo lo que pueda salvar las vidas de quienes protegen a la selva”, dijo.

“Hay una red de factores que impulsan la deforestac­ión, y en el contexto del coronaviru­s las cosas son aún más preocupant­es”, dijo la vocera de Greenpeace, Carolina Marcal.

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FOTOS: IBAMA Y AP
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DRAMA. Tajo en la selva. Amazonas tiene solo una terapia intensiva.

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