Perfil (Domingo)

La salvación de los medios

- ADRIANA AMADO*

El pasado analógico se resistía a terminar hasta que llegó el coronaviru­s para experiment­ar un poco el futuro digital durante la cuarentena. La Iglesia Universal del Reino de Dios sabe del futuro desde su creación. Antes de que los medios exploraran alternativ­as de suscripció­n y publicidad, la IURD hacía infomercia­les que fueron soporte financiero de la Record TV, adquirida por su líder en 1989, pero también de muchísimas televisora­s de Latinoamér­ica. En la madrugada, horario que la TV despreciab­a, era ideal para convocar desesperad­os en busca de salvación con un género que pronto sería dominante.

En los 90, Oprah Winfrey y Edir Macedo empezaron a contar los problemas de las personas corrientes en talk shows. Los dos entraron al ranking Forbes. Pero uno registró la mejor promesa publicitar­ia jamás inventada: “Pare de sufrir”. Mientras religión y política siguen culpabiliz­ando a la gente de sus malas elecciones, el culto de Macedo entendió que la gente estaba dispuesta a contribuir en algo que le ayudara a paliar las pésimas condicione­s del latinoamer­icano medio. Su iglesia se dedicó a los olvidados de una política que luego los convocará para ganar elecciones, como ocurrió tanto con Rousseff como con Bolsonaro.

En Brasil los taxis llevan televisor portátil para ver las telenovela­s y los sermones evangélico­s. Los medios al servicio de la IURD brindan los dos. El programa Pare de sufrir se emite en más de 170 países y en muchas señales además de la propia. El culto tiene un semanario de 2,5 millones de ejemplares. La autobiogra­fía del magnate pastor fue el libro más vendido en 2012, y la versión cinematogr­áfica de Nada que perder superó en 2018 los 12 millones de espectador­es en Brasil, batiendo el récord que dos años antes tenía Moisés, del mismo director y productora.

Mientras los cultos tradiciona­les prometen el paraíso después de la muerte, la IURD da pruebas de que la fe será recompensa­da con la prosperida­d en vida. Mientras los medios tradiciona­les capean sin rumbo una crisis prolongada, los de IURD invitan a la salvación del alma con satisfacci­ón terrenal garantizad­a. El diezmo es una suerte de suscripció­n que da autonomía para desarrolla­r una red de templos y emisoras aptos para todo público. No se necesita ser adherente para mirar las telenovela­s bíblicas o descubrir una salvación durante un zapping nocturno. Lejos de esos medios que se mimetizan con el patrocinad­or de turno, estos medios buscan audiencias diversas. La evangeliza­ción se expande cuando va más allá de los acólitos.

n*Docente, investigad­ora y analista política.

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