La hipocresía es la aliada principal de la pandemia
Ante todo, sea bienvenida la preocupación que hoy existe en el Estado por la salud de los mayores de 70 años, después de que, en la mayoría de los casos, han sido tan ostensiblemente desatendidos en el pasado. Me refiero, por ejemplo, a la periódica reducción de las jubilaciones, a que alrededor del 70% cobra una jubilación mínima, al aumento de los precios de los medicamentos, a la ausencia del Estado en los geriátricos, etc.; o, como detalle significativo, a que las entidades de medicina prepaga cobren mayores cuotas de acuerdo con el incremento de la edad.
Sin embargo, esta novedosa preocupación por los riesgos que para los mayores acarrearía que saliesen a la calle por causa del coronavirus huele a cierta gran hipocresía. A la prohibición de salir se la ha presentado en paralelo con una supuesta concientización que, en los hechos, implica convencer a los mayores de que son individuos con capacidades –físicas y psíquicas– disminuidas en cuanto a cómo afrontar la pandemia. Esto conmueve a uno de lo más preciados derechos que hace a la libertad de acción, siempre y cuando las acciones individuales no perjudiquen a los demás. No solo se ha intentado restringirles la libertad de poder salir de sus viviendas, lo que se ha intentado es coartarles algo más importante, que es decidir si hacerlo o no. Certezas sobre el límite. Un primer elemento de hipocre
LEONARDO LEVINAS*
sía es no admitir lo suficiente que esta preocupación por los mayores de 70 años responde, fundamentalmente, al peligro, sin duda real, de que no existan suficientes camas para atenderlos si por caso se contagian y desarrollan la enfermedad de manera aguda. Parecería ser que las personas mayores no son plenamente conscientes de los peligros de contagio, suposición errada que implica una sutil forma de discriminación, habida cuenta de que son precisamente estas personas las que, en la mayoría de los casos, resultan más conscientes de su estado de salud y de los riesgos que ella corre. No solo poseen una mayor experiencia al respecto sino una casi permanente preocupación y conciencia, que muchos jóvenes o adultos jóvenes ni siquiera pretenden tener respecto de sus propias vidas. Pero además, resulta ser un hecho comprobado que los mayores de 70 años no son agentes particularmente peligrosos. Lo singular y chocante del caso es que, por lo general, a las personas se las confina cuando ellas resultan peligrosas para los demás.
Internación domiciliaria. Esta preocupación por parte del Estado por internar en sus viviendas a personas sanas no se condice con la falta de preocupación que ha habido en el pasado con aquellos que han estado y están confinados en malas condiciones, por caso en los geriátricos. Pero además, la mayoría de los adultos de más de 70 años capaces de salir de sus casas y cuidarse no serán los que eventualmente ocupen las camas de las terapias intensivas. Lo serán aquellos que viven en muchos geriátricos, quienes, paradójicamente, resultan ser los que, como regla casi general, no salen nunca. Con respecto a estas instituciones, el Estado ha permanecido prácticamente ausente. Casi no existen geriátricos públicos. El 40% de los geriátricos de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, no está habilitado. En la mayoría de los geriátricos, incluso entre los habilitados, no existe personal al que se pueda considerar de sanidad, cuando lo real es que un porcentaje importante de los ancianos residentes padece alguna enfermedad.
Pero además, deberíamos reconocer un hecho aún más grave, y es que en muchas zonas del país la prohibición de salir de sus viviendas a los mayores de 70 años sería prácticamente irrelevante, hasta abstracta, debido a una sencilla razón: son pocos los que en dichos lugares alcanzan esa edad. De acuerdo con la prestigiosa revista The Lancet, en la propia Ciudad de Buenos Aires, en las comunas del norte (Palermo, Belgrano, Villa Urquiza), la esperanza de vida puede ascender para los hombres a los 77,5 años, mientras que en la Comuna 8 (Villa Soldati, Lugano y Riachuelo) la expectativa