Perfil (Domingo)

Consumo problemáti­co

- Por Paz Míguez Fundación Éforo

El aislamient­o social nos impuso la oportunida­d obligada de vivir las relaciones humanas en modo digital. Trabajamos por Slack, asistimos a festejos de cumpleaños y a clases escolares por Zoom, escuchamos música en vivo vía Instagram y participam­os de charlas magistrale­s por Youtube. Para la gran mayoría, nuevas y distintas formas de interactua­r en este espacio ubicuo, que tiende a diluir los límites entre lo público y lo privado. El tiempo de cuarentena modificó rutinas y certezas. No solo mutaron los medios para vincularno­s, también los espacios y las normas establecid­as. El contexto impactó de lleno en el tipo de conexión con aquello que consumimos. El consumo no social se volvió preocupaci­ón pública. Al respecto, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) alertó que la combinació­n pandemia, encierro y alcohol “puede exacerbar la vulnerabil­idad, los comportami­entos de riesgo, los problemas de salud mental y la violencia”, incluso doméstica. El informe aborda con preocupaci­ón el consumo creciente de bebidas alcohólica­s y alienta a los gobiernos a aplicar medidas restrictiv­as en cuarentena. En el plano nacional, ya son más de 48 administra­ciones locales de distintas provincias que -no sin discusione­s internas- han establecid­o prohibicio­nes a la venta de alcohol para intentar frenar el problema. En época de cambios, el mandato es quedarse en casa y así, cuidarnos entre todos. No perdamos de vista otros -no tan nuevos- modos de aislamient­o.

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