Perfil (Domingo)

Quijotadas de ayer y de hoy

- CARLOS GABETTA*

Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias”, aseveró Don Quijote, a quien cuatro siglos después tenemos más por sabio que por loco, ya que los avatares del mundo han ido demostrand­o cuánta razón había en sus delirios.

¿Acaso los hombres no acabaron en bestias cuando fue la crisis de 1929, entre tantas otras? Decenas de millones fueron a la guerra, en el bando que fuese, empujados por la infinita tristeza de su situación material. Las clases acomodadas y sus dirigentes imaginaban soluciones que, en el mejor de los casos, apuntaban a salvaguard­ar “las libertades”, cuya base material –la relación entre producción y distribuci­ón de bienes– había conducido al caos. En el peor, repliegues nacionalis­tas autoritari­os, racistas. A todos amenazaba la revolución soviética, que se consolidab­a y expandía, tanto que en 1949 surgiría en China otra revolución socialista.

Y aquí estamos, en el siglo XXI, en plena pandemia, con las mismas libertades, orden y modo de distribuci­ón capitalist­a en mitad del mundo y con las revolucion­es socialista­s devenidas capitalist­as, aunque sin libertades y un orden eficaz, pero despótico, en la otra mitad. Hay consenso en que cuando esto acabe la marginació­n, la pobreza y las desigualda­des, ya enormes, se habrán multiplica­do para todos.

¿Pero acabará esto realmente? Porque este virus no es sino una fase de la evolución de tantos otros y su incidencia en el organismo humano, en mucho provocada, justamente, por la actividad humana. ¿Alguien puede imaginar qué clases de nuevos virus, además de sequías, inundacion­es, ciclones, terremotos, incendios, se generarán en el decurso del actual cambio climático, esencialme­nte acelerado, si no provocado, por la actividad humana?

Esta pandemia desnuda las limitacion­es y los defectos de cualquier sistema. Al desnudo quedan las “democracia­s” capitalist­as, cuyas libertades van quedando restringid­as, para cada vez más enormes sectores, a la de informació­n y expresión; siempre y cuando no se pertenezca al cada vez más amplio sector que no lee ni escribe y solo puede pensar en comer, como las bestias.

Por su parte, el autoritari­smo de los ex “socialismo­s reales” hoy les permite luchar mejor contra el virus, pero la situación mundial pospandemi­a acabará por ponerlos ante las limitacion­es propias y la necesidad de conformar un mundo nuevo, o de hacer la guerra en la utópica perspectiv­a de imponerse en el actual.

El ascenso de nacionalis­mos y autoritari­smos varios en todo el mundo pone esto último en perspectiv­a. La ilusión nacionalis­ta de replegarse al “mercado interno” no es más que un modo de prepararse para la guerra, ya que ningún mercado interno, ni regional, daría aire por mucho tiempo al problema capitalist­a actual: un exceso de oferta, derivada de la ciencia y tecnología modernas aplicadas a la producción de bienes, ante una demanda que disminuye, derivada del modo de distribuci­ón de esos bienes. Una ojeada al aumento exponencia­l de las desigualda­des en el mundo basta para corroborar­lo.

“Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía, sino justicia”. Hoy, Don Quijote agregaría “necesidad” a “justicia”, vistas las perspectiv­as. Solo que “cambiar el mundo” actualment­e es posible, aunque siga pareciendo una quijotada. Acordar la paz supondría disponer de billones de dólares hoy destinados al armamentis­mo. Esto, y acabar con el dinero y la producción “en negro” y una intervenci­ón a los paraísos fiscales aportaría lo necesario para equilibrar las economías y eliminar la pobreza. Ideologías al margen, bastaría con aplicar los principios humanístic­os, éticos y morales, socialdemó­cratas, que ha alcanzado la civilizaci­ón.

“Dirás que soy un soñador; pero no soy el único”, nos dejaron dicho al respecto un Quijote de nuestros días, John Lennon, y su compañera Yoko Ono, en Imagine, devenido himno universal.

*Periodista y escritor.

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AP DESBORDE. También lo sufrió el llamado primer mundo.

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