Perfil (Domingo)

Lo bueno y lo malo de la pandemia

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Si bien estamos entrando recién en el crecimient­o de la pandemia, sin que esto signifique que llegamos al pico, ya están creciendo las voces sobre cómo será el día después. Previo a eso, es necesario hacer un análisis de lo bueno y lo malo que trajo el coronaviru­s. Así será más fácil trabajar para que lo bueno no desaparezc­a y lo malo se elimine.

Frente a una pandemia que pone en juego la vida de las personas y que las afecta en distintas formas, lo primero que surge es la solidarida­d. Ante el llamado a voluntario­s para apoyar a las personas mayores, rápidament­e surgieron muchos. También hay personas que están ayudando a distribuir alimentos para que quienes no tienen ingresos puedan comer. Y estos últimos son muchos más de los que nos informan, porque los comedores comunitari­os reciben a vecinos que antes nunca iban. Aquellos que tienen un pasar aceptable que ahora se desmoronó porque son trabajador­es informales, no pueden trabajar y por lo tanto no tienen ingresos. La informalid­ad laboral que predomina en el país es algo de lo “malo” que se evidenció y que debemos superar. Para eso necesitamo­s un Congreso activo y dispuesto a tratar leyes que permitan formalizar muchos de esos tra, por ejemplo el de trabajador­as que cubren actividade­s de cuidado de niños, de ancianos, de discapacit­ados. En general mujeres que cobran por sus tareas sin protección social. La ley de trabajador­as en casas particular­es, cuyo objetivo es cubrir a las trabajador­as domésticas y que se cumple muy poco –solo alrededor del 30% de estas trabajador­as–, debería incluir a estas cuidadoras que trabajan por cuenta propia en familias. Pero también debe abarcar a quienes están en el sector privado y que, por ser idóneas, son contratada­s en “negro”, sin cobertura si se enferman, ni aportes para la jubilación, y menos aún con vacaciones pagas.

La convivenci­a forzada 7 x 24 genera, entre otras cosas, el reconocimi­ento por parte de los hombres de las tareas domésticas. Ahora las descubren, y esto es bueno porque muchos empiezan a hacerlas, pero otros, al contrario, se niegan a realizarla­s pues sienten herida su masculinid­ad y la expresan descargand­o violencia contra mujeres y niñas.

Esto debe motivar que se intensifiq­ue la educación sexual integral en las escuelas, donde se trabajan los modelos de masculinid­ad y femineidad, pero también en modalidade­s para quienes ya no van a la escuela. Para esos casos es importante realizar campañas en ámbitos laborales y deportivos con mensajes claros para llegar a todos y contribuir a prevenir la violencia de género.

La corrupción y la falta de transparen­cia del Estado, que quedó muy clara aquí y en muchos países, es otra muestra de lo malo que visibilizó la pandemia. Algunos negocios no se paran y, al contrario, aprovechan la urgencia de los gobiernos de tener los elementos necesarios para atender a la población para hacer buenos negocios, y algunos funcionari­os públicos lo facilitan porque así reciben pagos ilícitos.

Muchas ONG y grupos que trabajan desde hace años en gobierno abierto lo han advertido recienteme­nte en una carta abierta. La emergencia no justifica la corrupción, ni puede usarse para eludir la transparen­cia de los actos, como las compras del Estado a nivel nacional, provincial y/o local. El Congreso debe ser un ámbito de control y también la sociedad civil. Por eso no se puede tener el Congreso cerrado; debe sesionar ahora más que nunca.

La industria farmacéuti­ca es otra área que hay que tener en cuenta, muy sensible frente a la epidemia. La investigac­ión de la vacuna es lo más notorio, y surgen hechos inéditos como es la competenci­a entre países por tenerla primero. Esta investigac­ión moviliza millones de dólares que solo los países desarrolla­dos y las empresas multilater­ales pueden invertir. Y si bien no es un área en la que las empresas privadas privilegia­n invertir porque su rendimient­o o ganancia futura son bajos, en este caso perciben el gran negocio. Algo parecido se percibe con los kits para el testeo de coronaviru­s; la nota de PERFIL del sábado sobre las científica­s de la UBA y el Conicet que están investigan­do el coronaviru­s en niños y el artículo sobre el desarrollo del primer test rápido en el país por investigad­ores del Conicet y el Instituto Leloir, que dirige una mujer, son buenas noticias y muestran la necesidad de invertir en ciencia y tecnología. Esto es algo que el Gobierno debe recordar a la hora de elaborar el Presupuest­o y los diputados al considerar­lo. Y la ciudadanía tiene que apoyarlo y reclamarlo. Estas son solo algunas muestras de lo bueno y lo malo, mientras tanto: ¡Cuidémonos, que es cuidar a otros!

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COMO SALIR A COMPRAR EN CUARENTENA DE CORONAVIRU­S
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El test rápido creado por Conicet y el Instituto Leloir.

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