El espanto, no el amor, acerca a los opuestos
Las recientes medidas gubernamentales me permiten fantasear con una tregua inédita. ¿Y si renunciáramos a la lógica del pensamiento binario salud o economía?La lógica binaria es primitiva, nociva, quebranta y hace sufrir. Salud y economía son complementarias. La Argentina de hoy requiere que abandonemos la vetusta lógica binaria. El terror paraliza, impide pensar. ¿Y si hiciéramos una tregua e inauguráramos un tiempo de pensamiento holístico, interdisciplinario, integral, humanista?
Diana Scialpi dianascialpi@gmail.com
La nota de Beatriz Sarlo en del domingo 10, “Recambio generacional”, toma cuestiones interesantes. Plantea que con el ciclo kirchnerista se inicia un recambio generacional. Ambos Kirchner “cultivaron a los jóvenes” (cierto) “que se convirtieron en tropa y oficiales del kirchnerismo”.
¿El uso de expresiones propias del escenario bélico no es acaso problemático para el lugar de los jóvenes durante esos ciclos, o de cualquiera?
Los derechos de los jóvenes a ocupar espacios no creo que estén cuestionados por la autora. En su recorrido por lo sucedido en otros tiempos incluso celebra ese recambio generacional en figuras emblemáticas de la política y de la vida intelectual. El problema es cuando retoma su hipótesis en la actualidad planteando que “los que gobernaron las dos primeras décadas del siglo hoy organizan su retirada”.
En las cosas que tienen que ver con el paso del tiempo, nadie organiza ninguna retirada. Ni una generación ni un individuo. Nadie da un paso al costado.
En una expresión taciturna (quizá también nostálgica), escribe: “Ha sonado la campana final de una configuración en la cual todavía los viejos podían ofrecer un aporte valioso en el presente”. Agrega que a los viejos se los increpa en las redes sociales.
¿Quién increpa a quién? Si lo que Sarlo dice es cierto (no me consta que se increpe a los viejos por viejos), y como todo sucede en una trama, cabe interrogar la posición de los supuestos viejos respecto de los más jóvenes para medir aquello que –Beatriz dixit– desencadena. ¿Los mayores callan, se retiran o dan un paso al costado? Llamarlo juvenilismo antiviejista es muy ofensivo.
Entonces no cabe luego quejarse de ser increpado. Finalmente, la nota de Sarlo concluye con una profecía: habrá sucesión monárquica. Ya se
PERFIL
Uno observa y escucha, en esta época de pandemia, las acusaciones y quejas de abogados y jueces por el proceder de la Justicia durante el gobierno anterior, y no sale de su asombro. Verdaderamente es muy grave lo que denuncian hoy, ante los micrófonos (de cámaras de TV o radio). Uno que también pretendía estar informado y escuchaba o miraba en esos medios otras cosas horribles que, decían, habían sucedido en el gobierno anterior al anterior (del mismo signo que el actual) no puede entender cómo pudo ser que ocurrieran las “mismas cosas” durante gobiernos diferentes (que por lo visto no son tan diferentes). Si hubo un secretario de Justicia que entraba pateando puertas en los despachos de sus señorías (muy comentado intra-pasillos tribunalicios) y también se denuncia hoy que existió una “mesa judicial” que orientaba investigaciones y causas para perseguir a opositores, todo ello “en los mismos tribunales”, uno concluye que las dos acusaciones apuntan al corazón del problema: el funcionamiento de la Justicia. Sucede que, al observar el inocultable apuro en llevar al Congreso el proyecto del oficialismo de reforma judicial, a uno le sobreviene, de repente, el temor a que pueda suceder algo parecido a lo ocurrido con la aprobación del pacto con Irán, que se votó por expresa orden exprés de la actual vicepresidenta.
Juan José de Guzmán jjdeguz@gmail.com
Raúl Cascini, ex jugador y actual dirigente de Boca Juniors, junto al barrabrava Di Zeo, pidió por la liberación de los presos cuando ocurría el motín en Devoto. A raíz de las críticas, Ameal, el presidente de dicha institución, lo defendió diciendo que fue malinterpretado: “Nadie quiere que un violador salga de la cárcel” (PERFIL, martes 12). El jugador Villa, también de Boca, hace tiempo que venía golpeando a su mujer, hasta que hace días lo denunció ya que le había destrozado la cara.
Entonces, el mismo Ameal dijo sobre Villa: “Hasta que la Justicia se expida, es jugador de Boca y no me temblará el pulso para decidir en ese momento”. Ameal sabe que, Corte mediante, la Justicia puede resolver de aquí a diez años, por lo que Villa podría jubilarse en Boca. Moraleja: según los dichos del Ameal, Boca tolera a los golpeadores y torturadores de mujeres hasta tanto no las violen.
Osvaldo Oscar Albano albanoquartarone@hotmail.com
El diccionario de la RAE define la palabra espanto con varias acepciones. La primera es “terror, asombro, consternación”. La cuarta, considerada en desuso pero muy probablemente la de mayor importancia en el pasado, adquiere una vigencia presente en estos tiempos del mundo bajo riesgo: “Amenaza o demostración con que se infunde miedo”.
Una imagen que define el espanto sin palabras pero con la enorme expresividad de las grandes obras de arte es El grito, cuadro pintado por el noruego Edvard Munch en 1893, aunque las ideas que enmarcaron su creación venían madurando desde un año atrás. El propio Munch hizo una crónica de lo que le pasó para llegar a una pieza tanto expresiva cuanto angustiante: “Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho. Me detuve; me apoyé en la barandilla, preso de una fatiga mortal. Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza”.
Algunos diccionarios etimológicos –que atribuyen el origen de la palabra espanto al italiano– resumen que el vocablo se refiere “a un pavor, miedo, terror, horror, sobresalto, alarma, pánico, consternación y asombro”. Invito al lector a elegir cualquiera de estas palabras y adjudicarlas a lo que nos pasa desde que la pandemia de Covid-19 ocupa buena parte (casi todo) del espacio de nuestras vidas en los tiempos que corren.
El espanto, entonces, es lo que sintetiza sentimientos encontrados y parece haber tendido un puente entre ambos extremos de la grieta. “No nos une el amor, sino el espanto”, dice el penúltimo verso del poema Buenos Aires, de Jorge Luis Borges. Tal vez allí se pueda encontrar respuestas a las inquietudes que plantean los lectores Otto Schmucler y Diana Scialpi en las cartas que se publican en la página anterior. Ambos, con planteos diversos y palabras distintas, manifiestan su inquietud por dichos y actitudes expuestos por el Presidente, buen parte de su equipo y algunos sectores del oficialismo y la oposición, que parecen haber corrido el velo de las coincidencias aplaudidas desde que la pandemia obligó a tomar medidas drásticas. Cuando esto sucedió, fue en verdad asombroso y a la vez gratificante ver al Presidente, al gobernador de Buenos Aires y al jefe de Gobierno de la CABA compartiendo la mesa en cada anuncio originado por la pandemia. Desde estas páginas se saludó el gesto como un signo de madurez, y la mayoría de los argentinos fantaseamos con un tiempo de coincidencias y un telón sobre la grieta. No contábamos, creo, con las palabras sabias de Borges: no los unió el amor sino el espanto. Y cuando el espanto va dando paso a cierta luz de esperanza, cuando –sin ignorar la gravedad de lo que viene– florecen expectativas favorables, vuelven a aparecer los exabruptos, las descalificaciones, las chicanas y los ataques abiertos, o embozados, que las redes sociales potencian y algunos medios fogonean.
No estamos acostumbrados a las coincidencias entre extremos y tampoco en posturas no extremas. Más bien, la historia nos ha mostrado –como lo señala la lectora Scialpi– que las concepciones binarias gobiernan las conductas políticas de estas comarcas. Ella, en un párrafo que fue abreviado por razones de espacio, recordaba desde unitarios vs. federales hasta Boca-River como ejemplos de la ausencia de acercamientos entre posturas diversas.
Es muy interesante observar esta realidad para no ilusionase con que todo va a cambiar en la Argentina de hoy cuando las restricciones dejen atrás tantas edulcoradas conexiones virtuales y nos enfrenten a la dura realidad de vivir sin el espanto por el coronavirus.