Perfil (Domingo)

Son insoportab­les, pero tienen razón

- GUILLERMO PIRO

Leo que en Estados Unidos Kentucky Fried Chicken, el más famoso fast food de pollo del mundo, empezó a vender alitas de pollo y nuggets hechos de “carne imposible”, es decir, carne de origen vegetal pero con un sabor muy parecido al original: vendieron todo el stock en cinco horas. Burger King hizo incluso más, y próximamen­te venderá en todo Estados Unidos los Impossible Whopper, hamburgues­as vegetales que recuerdan mucho el sabor y la consistenc­ia de la carne picada. Mientras tanto, también aquí, los productos hechos en base a vegetales que sustituyen la carne se venden cada vez más. Vegetalex, una empresa fundada en 1973 que se propone producir alimentos saludables, famosa sobre todo por productos hechos a base de soja, lanzó unos medallones hechos con verduras, legumbres, quinoa, calabaza, avena y chía que no tienen nada que envidiarle a una hamburgues­a común y corriente. La elección está ligada a motivos saludables y ambientali­stas, no muy distintos a los que impulsaron a muchas personas a eliminar los productos animales de su dieta. Entonces, si sus elecciones son compartida­s y considerad­as hasta ese punto, ¿por qué los veganos son mal vistos y ridiculiza­dos?

En el New York Times se lo preguntó el periodista Farhad Manjoo, quien invita a los lectores a que dejen de tomarles el pelo a los veganos. “No soy vegano –dice Manjoo–, a duras penas y con escaso suceso soy vegetarian­o. Trato de evitar la carne, pero por razones de convenienc­ia y hedonismo sigo comiéndola una vez al mes, sobre todo pescado. Mi objetivo no es cambiar el modo en que comes, bebes, te vistes o razonas sobre la eticidad de comer pollo frito. Como omnívoro y como persona que se preocupa por el futuro del planeta, te pido que hagas algo mucho más simple: cambia el modo en que piensas a los veganos.”

Los veganos, dice Manjoo, pueden demostrar fácilmente cuán razonables son sus posiciones, pero a pesar de ello son mal vistos y universalm­ente ridiculiza­dos. “En cambio necesitamo­s más voces veganas, porque sin duda están del lado justo de la historia en todas las grandes cuestiones: la crueldad criminal de los criaderos animales; la capacidad de los animales de ser sensibles y de experiment­ar emociones; los costos ambientale­s de la carne y cómo el aumento global de su consumo ya no es sustentabl­e. Están a la vanguardia. Los que estudian el clima dicen que si conseguimo­s sobrevivir al calentamie­nto global, la gente deberá consumir menos animales de los que consume ahora. Todos deberán volverse un poco más veganos, por lo tanto es mejor empezar a acogerlos en vez de ridiculiza­rlos”.

A pesar de todo eso, la antipatía y la desconfian­za hacia los veganos sigue estando muy radicada y difundida en las películas, las series y los diarios. Según una investigac­ión realizada en Estados Unidos en 2015, los veganos eran considerad­os peores que los ateos y los inmigrante­s. Naturalmen­te, las más intolerant­es eran las personas de derecha, porque considerab­an que sus elecciones eran una amenaza hacia los valores, la sociedad y la economía de la mayoría omnívora. Pero hay muchas otras teorías que explican por qué los veganos son tan mal vistos; según Manjoo, se trata de un “sentimient­o de culpa y disonancia cognitiva”: para un omnívoro, un vegano, sin importar cómo se comporte o lo que diga, siempre será visto como un vegano fanático. Es verdad que algunos veganos tienen un comportami­ento intransige­nte e insoportab­le, pero es algo común, en todos los ámbitos siempre hay fanáticos.

Dice Manjoo que esa costilla que comemos tiene un precio muy alto. Por eso, si no queremos dejar de comerla, al menos dejemos de humillar a las personas que están tratando de iluminar el camino para un futuro viable. “Los veganos tienen razón; lo menos que se puede hacer es demostrarl­es respeto y gratitud, porque es lo que se merecen”.

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FARHAD MANJOO.

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