TRADUCCIÓN Y MERCADO LA AVANZADA A
Lebenglik, de Adriana Hidalgo Editora, detalla que el porcentaje de obras traducidas de su catálogo es del 60%
En una sociedad construida sobre el concepto de productividad, es lógico suponer que ningún sector se encuentra exento de problemática actual. Si bien el caso del mundo editorial es similar al de muchos otros, porcentajes de venta mínimos, ferias y premios internacionales postergados, el mercado sigue apostando a la palabra y continúa diseñando los proyectos de edición y traducción previstos para 2020.
En una época en la que las mujeres escribían bajo seudónimos de hombres, vestían polleras y leían a escondidas, Victoria Ocampo se enfrentaba con irreverencia a los mandatos de su tiempo. En 1920, publica su primer artículo, un ensayo sobre el canto XV de La divina comedia titulado “Babel” en el diario La Nación. Once años más tarde, alentada por Ortega y Gasset, Eduardo Mallea y Waldo Frank, Victoria crea la revista Sur, uno de los medios más representativos en la difusión de la literatura nacional e internacional. El primer ejemplar sacó cinco mil copias y se agotó en los primeros meses. El carácter vanguardista de la revista le permitió consolidarse como una de las publicaciones de lengua española más importantes de la época ya que en ella se publicaban tanto autores noveles locales como escritores extranjeros de renombre. Si bien la literatura internacional ya circulaba en algunas colecciones, el impacto de Sur fue decisivo para su completa integración en nuestra cultura. “La francofilia históricamente exhibida por la literatura argentina es un lugar común. Y conocida es la incomodidad de España ante esa evidencia. De ahí que quien sería el cuñado de Borges haya escrito ‘Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica’ (Guillermo de Torre, 1927) para horadar esa influencia y encantamiento (y la italiana y la inglesa) para potenciar la española. Polémicas, debates y resistencias no se hicieron esperar, y tras el episodio, el continente –y Argentina, dentro de él– optó por entregarse a un cosmopolitismo literario que las naciones americanas ya conocían a través del Modernismo que había prosperado en buena parte de él”, afirma Sonia Jostic, docente de Literatura Iberoamericana e investigadora de la USAL.
La razón por la que la revista Sur y su consecuente editorial, creada en 1933, se transformaron en un fenómeno cultural está íntegramente relacionada con la situación política española del momento. Patricia Willson, en La constelación del Sur, explica: “Hacia fines de la década de 1930 comienza a manifestarse un fenómeno nuevo e importante, cuando la Guerra Civil Española y luego la Segunda Guerra Mundial producen, respectivamente, un eclipse de la industria editorial española y la llegada a Buenos Aires de una serie de inmigrantes emprendedores que pronto operarían en el sector editorial, y un golpe de gracia para la política de precios ínfimos: el papel se encarece y los valores masivos de los libros de editoriales como Tor o Claridad, por ejemplo, ya no pueden sostenerse. Este fenómeno consiste en la incorporación de nuevos autores en el repertorio de la literatura extranjera publicada en Buenos Aires y en la intervención sistémica de traductores argentinos”. Victoria invirtió toda su fortuna en un proyecto que se mantuvo a flote durante cuatro décadas y que significó tanto una apertura de la literatura latinoamericana a la es
cena literaria mundial como la incorporación de la literatura extranjera al panorama local. En la introducción al catálogo de la edición de 1966, explica: “Elegí obras que otras editoriales no se atrevían a publicar”.
Sin embargo, no fue solo el proyecto Sur el que se encargó de nutrir la cultura literaria argentina. Durante los últimos años de la década del 30, se fundaron en el país varias editoriales que siguen vigentes hasta el día de hoy. Entre ellas se encuentran Losada, Emecé y Sudamericana, también impulsada por Victoria Ocampo. El apogeo de la industria literaria argentina, tal como lo denomina
Jorge. B. Rivera, se ubicó entre 1936 y 1956, y estuvo marcado por una predominación del libro argentino en el mercado local, por una gran influencia en el mercado español y por una importante incorporación de literatura extranjera traducida al catálogo.
En la actualidad, a partir del lanzamiento del Programa Sur, creado en 2009 por el Comité para la Participación de la Argentina como País Invitado de Honor en la Feria del Libro de Frankfurt 2010 (Cofra) con el fin de dar apoyo a las traducciones, la circulación de literatura argentina en el mercado internacional se ha vuelto más fluida. En un principio, se estipuló otorgar veinte subsidios, pero fueron tantas las solicitudes presentadas que el número se fue incrementando hasta llegar al día de hoy: 1.472 obras para ser traducidas a 46 idiomas con un presupuesto de 3.500.000 dólares aproximadamente. El Comité de Traducciones es el responsable de analizar las solicitudes, recomendarlas y fijar un monto de subsidio, siendo 3.200 dólares el valor máximo. La mayor cantidad de obras aprobadas son novelas, le siguen poesías, cuentos, literatura infantil, obras de teatro, ensayos histórico-políticos, ensayos de divulgación, crítica literaria, crónicas y otros.
En 2019, las obras traducidas fueron principalmente recomendadas por traductores (53 casos), aunque también influyeron editores extranjeros (13), argentinos (9), agentes literarios (27), escritores (7), críticos literarios (3), profesores o investigadores (11) y otros. “En el proceso de una traducción concurren varios factores y uno, el que más nos interesaba para afinar nuestra política, era determinar cómo se armaba la red de elección de los títulos argentinos por parte de los editores extranjeros. Para eso, le pedimos a cada editor que aplica al Programa que nos aclare quién fue el decisor del libro, dentro de un grupo de categorías que creamos junto con Alejandro Dujovne y Gustavo Sorá, del Idaes/Unsam. Me parece importante que se entienda a quiénes se debe apuntar para ampliar la venta de derechos del libro argentino en el exterior y este es un aporte en ese sentido. Además, es un tema muy actual en los debates del sector editorial y ayudaría a expandir el paradigma de que exportar libros no es solo exportar libros físicos. Se puede considerar el derecho también como un bien exportable”, detalla Diego Lorenzo, funcionario responsable del Programa Sur.
Por otro lado, las ferias de Frankfurt y Guadalajara ayudan a visibilizar la producción del mercado local, aunque Leonora Djament aclara que, en términos generales, la participación de las editoriales responde a los propios esfuerzos: “La Feria del Libro de Frankfurt es una feria muy corta que está centrada fundamentalmente en la compra y venta de derechos, a diferencia de la Feria de Buenos Aires que, si bien tiene sus jornadas profesionales de tres días, el fuerte es la venta de libros al público, que dura tres semanas. En la Feria de Guadalajara diría que el foco es tanto la compra y venta de derechos y la formación profesional, como también la venta de libros al público, además de un extensísimo programa de actividades en torno del libro y la lectura, que desborda la feria y derrama en la ciudad y alrededores”.
Fabián Lebenglik, director editorial de Adriana Hidalgo Editora, detalla que el porcentaje de obras traducidas de su catálogo es del 60% y que las traducciones al inglés, a diferencia de las de otros idiomas, tienen la capacidad de multiplicar de forma casi inmediata el interés de editores en otras lenguas. El escritor más traducido de la editorial es Antonio Di Benedetto, ya que han logrado que se tradujera a veinte idiomas. Entre los autores de mayor proyección dentro de la editorial, en este momento, se encuentran Hebe Uhart, Mariana Dimópulos, Marosa di Giorgio, Juan Pablo Bertazza y Patricia Ratto.
Si bien la producción de literatura regional es variada y constante, las esferas académicas globales suelen apostar a los clásicos. En 2016, con la misión de renovar las estanterías extranjeras, de reformular el debate en torno a la literatura de traducción y de actualizar los estereotipos del imaginario, Carolina Orloff y Sam McDowell crearon Charco Press. La editorial, que hasta el momento lleva publicados 17 libros, de los cuales algunos van por la cuarta o quinta edición y cuya tirada mínima por título es de tres mil copias, apunta a la selección de escritores latinoamericanos contemporáneos que, en lo posible, no hayan sido traducidos al inglés hasta ahora. “Nos interesan los autores que estén reformulando formas, ideas, experimentando con estilos, con maneras de abordar temas, paisajes, ideologías. No es criterio, pero si además los autores están, directa o indirectamente, involucrados en los debates sociales de su país y/o del mundo, eso también nos parece relevante”, afirma Orloff. El objetivo es dar a conocer una colección de escritores de una misma región y época para desmitificar la mirada anglosajona de la literatura latinoamericana, que tiende a estar asociada al realismo mágico, la pobreza extrema y las dictaduras militares. Con solo tres años de existencia, el catálogo de Charco Press ya incluye dos libros finalistas al International Booker Prize: Die, My Love, de Ariana Harwicz (2018) y The Adventures of China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara (2020).
El nombre de la editorial surge de la idea de “cruzar el charco” en términos culturales, políticos, ideológicos y literarios ya que su propuesta se basa en ser un puente que facilite el cruce de culturas y que invite al lector a descubrir nuevas voces, perspectivas y formas de narrar realidades universales. El núcleo de Charco son dos personas: Sam McDowell, encargado, entre otras cosas, de la administración, la meta data, la relación con los distribuidores y libreros, los números, las redes sociales, la página web y los aportes de entes públicos, y Carolina Orloff, responsable de la parte editorial en términos de investigación, lectura, curaduría de títulos, selección de los traductores y correctores y supervisión de las traducciones y los subsidios de traducción. También cuentan con una tercera persona que hace prensa en Estados Unidos, un gran equipo de traductores y correctores y con el diseñador argentino Pablo Font. La idea principal de esta editorial es publicar literatura que corre límites, que incursiona, que sabe narrar buenas historias. “Cuantificar el género de los autores, o publicar escritoras por el hecho de ser mujeres, es ir en contra, boicotear incluso, la idea central de la lucha feminista. Usufructuar de la ideología, de la creencia, es atroz. Yo no creo en eso como editora. Creo en el feminismo porque creo en la igualdad y en la justicia entre personas más allá de su género. Valorarnos como seres humanos, como