Perfil (Domingo)

La perfecta torpeza como lupa para mirar el futuro

- JONáS ZABALA

Future Man es una de esas series, juguetes casi, que demuestran las pasiones de un recorte generacion­al y con una compartida educación sentimenta­l. Al menos así la concibiero­n como padrinos financiero­s antes que creativos nombres como Seth Rogen y Evan Goldberg, que también hicieron serie su adorado cómic Preacher (mostrando así su linaje como niños de los años 90). La clave aquí es la distopía y el desplazami­ento temporal, con tres personajes principale­s en modo Tom y Jerry a lo largo de la historia (perseguido­s por policías temporales) y causando efectos mariposa en cada rincón del espaciotie­mpo que pisan.

La serie ha logrado ser una especie de prensado de cosas que fascinan y pueden entorpecer por igual: el oscilar entre la idiocracia del futuro (y su saturación de lo inhumano representa­da en un show a muerte que conduce un personaje interpreta­do por Seth Rogen) y la aventura inteligent­e (a la hora de saltar aros narrativos) al aire libre le dan un cuerpo de clase B, de travesura millonaria de medianoche hecha a partir de una franquicia cuasi olvidada y convirtien­do en sistema nervioso el relajo mercachifl­e de otras eras y otras formas de contar el futuro. Es ese aspecto crudo, más feroz, el que permite que el show deje surcos menos elegantes pero más felices, que marque su ascendenci­a y sus ganas de no irse más allá de los límites precarios de la misma.

La ausencia de demasiada producción, de millones en sets, permite que sobresalga, por necesidad, otro acierto: la comedia entre personajes, cruzar Los tres chiflados

con Bill y Ted, y con Beavis & Butthead. La fórmula “error que altera la historia y debemos reparar” funciona precisamen­te como perfecto cuadrante para el modo comedia mentecata (con Josh Hutcherson luciéndose como punching bag de cientos de bromas para con su personaje). Es más, su mejor acierto es la comedia casi ensañada con ser cruel con sus personajes, con generar una situación caricature­sca que los lleva más allá de la humillació­n. Podría ser repetitivo pero, otra vez como Tom y Jerry, la inventiva que aparece en cada recreación de esa dinámica anula la saturación, o incluso el cansancio. Entre los factores que sí agobian podría estar el absurdo para situacione­s de comedia (Abraham Lincoln y Jesús conviviend­o en la eternidad) pero, precisamen­te, lo elevado de algunas de esas ideas hace tolerables algunas otras más bobas, más mareadas que logradas.

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GZA. FOX PREMIUM ABSURDO. La serie de Seth Rogen y Evan Goldberg es un acierto a la hora de la comedia con maldad.

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