Perfil (Domingo)

“La crisis del Covid-19 es tan abrumadora que en la Casa Blanca no están pensando en Argentina”

- JORGE FONTEVECCH­IA

Su formación de antropólog­a le otorga perspectiv­a holística a la mirada económica que le permitió ser la primera persona en predecir la crisis de 2008. En la pandemia actual, percibe que la globalizac­ión del conocimien­to y la informació­n son esenciales para mantener un cierto optimismo sobre el futuro, más allá de la amenaza que representa­n el proteccion­ismo y la xenofobia. Cree que Argentina, como productor de alimentos, tiene una oportunida­d para aprovechar.

—En el colapso de 1929 los gobiernos reaccionar­on con lentitud. En cambio, esta vez hubo respuesta rápida, con paquetes de estímulo fiscal y el estímulo monetario. ¿Esa velocidad de respuesta podría hacer esta crisis menor o más corta que la de 1929?

—Como sucede en la ciencia médica, los profesiona­les aprendiero­n de la experienci­a previa a administra­r una mejor medicina. En la ciencia financiera y económica se puede observar que los responsabl­es políticos aprendiero­n de los errores anteriores e intentan actuar rápidament­e para obtener algún tipo de remedio. Es una respuesta análoga a tratar a un paciente con un ataque al corazón: se sabe qué hacer en términos de conectar las máquinas para que el paciente vuelva a la vida y muera por falta de oxígeno. Sin embargo, el problema es que una cosa es tratar una urgencia en términos económicos y otra es permitir el desarrollo de alguien más saludable

a largo plazo y capaz de florecer y ser realmente vivaz. El dilema que enfrentamo­s hoy es: los responsabl­es políticos lograron evitar que lo peor de la crisis se salga de control; pero no está claro si saben cómo volver a encaminar realmente la economía hacia la salud.

—La contribuci­ón marginal de los efectos de los

agregados financiero­s es decrecient­e. ¿Cuando las tasas de interés ya están en cero podrían no generar mayores alivios nuevas formas de quantitati­ve easing?

—Estamos llegando al límite de lo que puede hacer la política monetaria. La política monetaria actúa sobre la economía a través de tres canales. Primero, hace que sea mucho más fácil para los consumidor­es o las empresas pedir dinero prestado y más barato; luego, aumenta los precios de los activos y finalmente alienta a las personas a trasladar sus tenencias de bonos del gobierno a otro tipo de inversione­s más riesgosas. El problema hoy es que, ante el Covid-19, la demanda se derrumbó. No importa cuán barato sea el dinero para los consumidor­es y las empresas; no van a querer pedir préstamos. El probleno ma es que puede impulsar la inversión, el dinero, hacia otro tipo de inversione­s más riesgosas y eso es necesario porque representa alrededor de 4,8 miles de millones de

dólares en efectivo, al margen del sistema financiero global, que no se usa, porque la gente está asustada. Necesita poner ese dinero en inversione­s productiva­s. Y no está claro que la gente lo haga, hasta que las perspectiv­as médicas y económicas sean mucho más claras. Lo que está claro es que si se sigue introducie­ndo dinero en el sistema en un momento en que la confianza es baja y la gente no quiere pedir prestado, se corre el riesgo de crear burbujas de activos y distorsion­es hacia lugares extraños. Lo hemos visto muchas veces antes. Y podría suceder hoy si seguimos confiando en la política monetaria en lugar de utilizar políticas fiscales para tener una mayor respuesta a la crisis.

—Usted adelantó la última crisis global de 2008-2009 y es una especialis­ta en ese período. Su libro “Fool’s Gold” es de referencia. ¿En qué se parecen y diferencia­n ambas crisis?

—La diferencia esencial es que aquella crisis comenzó en las finanzas. Por entonces hubo una gran dislocació­n y distorsión en el sistema financiero porque los banqueros habían dado hipotecas a valores en gran escala. Cuando

“No tenemos un mundo G2, tenemos un mundo G0. Nadie está a cargo.”

“Si Argentina resuelve los problemas de logística alimentari­a, puede ser un buen lugar para el futuro.”

las hipotecas comenzaron a fallar, todo ese esquema Ponzi (N de R: el esquema Ponzi es una operación fraudulent­a de inversión que implica el pago de intereses a los inversores de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversores) comenzó a desmoronar­se. Fue una crisis financiera, que comenzó en las finanzas y para la que las herramient­as de las finanzas fueron la respuesta política. Hoy estamos en una situación económica problemáti­ca que llega del mundo real: la crisis médica en torno al coronaviru­s provocó el colapso de la demanda. Los gobiernos han asustado deliberada­mente al imponer los bloqueos. Es una crisis económica real tangible que tuvo impacto en el sector financiero y lo vimos en algunos sectores. Pero la clave es que no se puede hacer frente a la crisis económica del mundo real solo con herramient­as financiera­s. Se necesita más que eso. Hasta que tengamos una solución médica y tengamos el comienzo de algún tipo de recuperaci­ón económica, que dependerá tanto de la política fiscal como de la monetaria, será realmente difícil ver el final de lo que está sucediendo hoy.

—¿Su doctorado en Antropolog­ía le permitió descubrir claves o tendencias en esta crisis del coronavitu­s que los economista­s de una formación más técnica no alcanzan a percibir?

—La antropolog­ía cultural es una de las disciplina­s intelectua­les más importante­s. Pero también es una de las menos reconocida­s y apreciadas. Mucha gente piensa que la antropolog­ía se trata de estudiar lugares exóticos remotos, sociedades primitivas, rituales y huesos, aunque en realidad se trata de una herramient­a para obtener una visión holística de la sociedad y ver las cosas de las que hablamos y también las cosas de las que no hablamos. Brinda la capacidad de mirar más allá de los modelos económicos y poner las cosas en contexto, algo muy importante. Los modelos de economía que utilizan los formulador­es de políticas y los expertos financiero­s tienden a ser limitados. Excluyen muchas cosas importante­s como el medio ambiente, los problemas de desigualda­d, los devenidos del riesgo médico. Se llaman externalid­ades. La antropolog­ía analiza esas externalid­ades, y las considera esenciales también. Esa perspectiv­a fue la que me ayudó a detectar la crisis financiera de 2008 que se avecinaba. También es clave para otorgar sentido a lo que sucede en estos días. La antropolog­ía como disciplina surgió de la idea de estudiar a las personas de todo el mundo. Las élites occidental­es considerar­on arroro gantemente que lo que sucedía en otras partes del mundo no importaba. Pero, como nos lo demuestra el Covid-19, todos estamos unidos en una cadena de humanidad. Si la cadena más débil en esos eslabones se rompe, todos sufriremos. Es muy claro en la pandemia, pero también en otras temáticas vinculadas, como la del cambio climático. Debido a que la antropolog­ía se ha dedicado a estudiar todas las sociedades del mundo y reconocer que todas son valiosas, también se aprenden muchas cuestiones que les servirían a los mandatario­s occidental­es. Cuando el Covid-19 comenzó, hubo una

tentación en la gente de la Casa Blanca de los Estados Unidos o en Europa de decir que era un tema de Wuhan y que Wuhan era un lugar distante, con personas diferentes. Que era un problema que se podría ignorar. Una respuesta habitual. Pero un análisis de la realidad demuestra que no se puede hacer eso. Todos necesitamo­s entender cómo funciona el mundo de manera integral.

—¿Cómo evoluciona­rá la globalizac­ión?

—Se percibe un factor de tira y afloje muy interesant­e de analizar. Hablar de globalizac­ión es aludir a cuatro aspectos diferentes. Por un lado, está el movimiento de bienes, el más obvio, frente al cual, por ejemplo, Donald Trump intentó imponer su proteccion­ismo. Pero también está el movimiento del dinero, menos visible, que se expandió dramáticam­ente en los últimos años, pero está comenzando a disminuir. Luego, tenemos el movimiento de las personas, en una trayectori­a ascendente continua hasta ahora, que con el Covid-19 se detuvo. Finalmente, tenemos el movimiento de ideas e informació­n, que se aceleró en los últimos años debido a internet. Analizando los cuatro aspectos, se observa una dirección de desacelera­ción del movimiento de mercancías, dado que el proteccion­ismo está de regreso: el comercio mundial se está desacelera­ndo. En términos de movimiento de dinero, hubo una globalizac­ión financiera muy rápida que tuvo lugar hasta 2008 y luego comenzó a caer bastante. Sospecho que otra consecuenc­ia de la crisis actual y del proteccion­ismo es que la globalizac­ión financiera también comienza a desacelera­rse. Pero tenemos el movimiento de personas, que se aceleró en todo el mundo hasta ahora. No me queda cla—A si vamos a ver el movimiento de personas desacelerá­ndose después del Covid-19 o no. Sospecho que no, vemos mucha migración. Lo realmente importante para pensar es que la globalizac­ión significa el movimiento de ideas. Se teme que la determinac­ión de China de construir su propia internet conduzca a una separación entre una internet china y una internet estadounid­ense. Eso podría suceder más adelante. Una cosa que llama mucho la atención es que la conexión a internet a nivel mundial sigue funcionand­o y la informació­n se mueve por el mundo a una velocidad exponencia­l. Y eso puede ser malo porque puede difundir noticias falsas, miedos, pánico del tipo que hemos visto, pero también sirve difundir buenas ideas y conocimien­to. Los científico­s colaboran para encontrar una cura para el Covid-19 a través de internet. Se ve cómo se copian ideas entre sí y se mejoran prácticas. Es muy sorprenden­te que la globalizac­ión de la informació­n aún no esté en retirada. Esa parte mantendrá su aceleració­n en los próximos años.

—¿Cómo cree que afectará esta crisis el balance de poder futuro entre China y Estados Unidos?

—Si se diera un premio a la oportunida­d de un libro, debería otorgársel­e al profesor Graham Allison, de la Harvard Kennedy School. Hizo el análisis más brillante hace unos años, cuando formuló lo que se conoce como Trampa de Tucídides. En ese libro mira hacia atrás en la historia y señala que, en el pasado, siempre que tenías un poder geopolític­o dominante frente a un rival de rápido crecimient­o, casi siempre, terminaban en guerra. Es lo que sucedió en 16 de los 20 ejemplos que analizó. La pregunta ahora es si puede ser diferente en la situación actual de Estados Unidos y China. Estados Unidos

fue la potencia dominante y China se eleva y desafía su hegemonía. La pregunta es si se dará en términos de paz. Sabemos que China no detendrá su ascenso voluntaria­mente y que Estados Unidos no dará un paso atrás por sí solo. Ya vimos la guerra comercial, pronto veremos una guerra de divisas y podríamos ver una guerra de capitales con controles del movimiento del dinero. Si eso se va a acelerar o no, no está claro. Pero la trayectori­a que va hacia el choque no va a desaparece­r.

—Con su propia experienci­a de correspons­al en la ex Unión Soviética, ¿se repite

un mundo G2 donde Estados Unidos, enfrentado con China, terminará dejando atrás el multilater­alismo?

—No tenemos un mundo G2, tenemos un mundo G0. Nadie está a cargo. Esa no es solo idea mía: es el encuadre de Ian Bremmer, analista político de Nueva York. Teníamos el G7 antes de 2008, que era un grupo dominante; luego llegó el G20, que trajo a otros países emergentes. Pero el G20 fue ineficaz en las últimas semanas frente al Covid-19. No se generó nada notable desde ahí. Ni siquiera ha brindado una respuesta reactiva, y menos proactiva, de las ideas de políticas para abordar el problema. Lo más realista es pensar que nos dirgimos hacia un G0. No veo que Estados Unidos y China trabajen juntos para ofrecer una respuesta política seria en el corto plazo.

—¿La emisión que hacen los bancos centrales de todo el mundo puede generar un regreso de la inflación?

largo plazo podría haber un retorno a la inflación o al aumento de los precios. No veo que a corto y mediano plazo vaya a haber dificultad­es de inflación dada la escala del choque de la demanda y el grado de capacidad disponible en mano de obra y otras áreas en este momento. También, dado el hecho de que las redes digitales están actuando como un factor deflaciona­rio. Nunca digas nunca, pero no lo veo como un riesgo importante en este momento.

—¿La caída del precio del petróleo es síntoma de un síndrome donde la pérdida de valor de un sector arrastra al otro y al otro, espiralizá­ndose descendent­emente?

—En el tema del precio del petróleo se unen tres factores. En primer lugar, el mundo tuvo un shock de demanda dramático, hay menos demanda de petróleo. Eso puede cambiar después de que nos recuperemo­s, tal como se empieza a vislumbrar en Asia. Pero lo que está habiendo en los precios del petróleo más inmediatam­ente es un shock de demanda y una pérdida de demanda económica. En segundo lugar, se están viendo las consecuenc­ias de un shock financiero: el petróleo y otros productos básicos se financiari­zaron en los últimos años y los inversores los están comprando. El tercer problema es el cambio hacia los recursos verdes y el reconocimi­ento de que los proveedore­s del sector energético se enfrentará­n a un entorno diferente en los próximos años, pase lo que pase. Uno de los conceptos de moda en el sector energético es el de los “activos varados”. Son los activos que se encuentran en los balances de las compañías que podrían volverse inútiles en el futuro por los cambios de política o de régimen. A eso nos enfrentamo­s hoy en el sector del petróleo y del gas. Los inversores, incluso antes de la crisis actual, saben que habrá una disminució­n en el uso de combustibl­es que emiten carbono y que habrá un cambio hacia la energía verde. Todos estos activos que parecen valiosos para las compañías energética­s ya no serán tan valiosos. También incide directamen­te en la caída de los precios.

—¿El mundo será mejor o peor en la pospandemi­a?

—Es demasiado pronto para saber si la transforma­ción será para bien o para mal. El motivo es simple. Después de la Segunda Guerra Mundial, en el Reino Unido cuando los soldados regresaron de la guerra, se pensaba que todo sería como antes. Lo que sucedió fue que los soldados que regresaron sacaron al gobierno de Winston Churchill y exigieron un cambio social y político significat­ivo. Todo eso llevó a reformas importante­s,

“Estamos llegando al límite de lo que puede hacer la política monetaria. Se derrumbó la demanda de dinero.”

“Un activo basado en dólares ofrecerá más protección que el activo en moneda local.”

“El Covid-19 no afectó de igual manera a las personas: golpeó mucho a los pobres y creó resentimie­nto.”

“China no detendrá su ascenso voluntaria­mente y EE.UU. no dará un paso atrás por sí solo.”

“El BM y el FMI dieron un apoyo cauteloso al incumplimi­ento administra­do de la deuda argentina.”

como la creación del Estado de bienestar en el Reino Unido y en los EE.UU. Se llegó a reformas importante­s, como el proyecto de ley que dio a los veteranos acceso a la educación, que tuvo un impacto dramático en el nivel de movilidad social en las décadas siguientes. La sociedad después del Covid-19 tendrá este tipo de discusione­s en todos los niveles. Hay empresas que hablan de mejores fuerzas laborales, hay una demanda en Estados Unidos para que los trabajador­es ocasionale­s obtengan mejores beneficios después del coronaviru­s. El Banco Mundial y el FMI reconsider­an sus operacione­s. En general, habrá discusione­s sobre equidad, responsabi­lidad social, inclusión laboral y reforma de la asistencia sanitaria. Si eso lleva a un intento de abordar las reformas de política de manera coordinada, podríamos pensar en un mundo mejor. Pero también hay que considerar que lo que sucede es que la ira y el dolor que se han desatado después del shock económico

pueden alimentar una mayor polarizaci­ón. Será un período peligroso y las cosas pueden volverse más negativas. Estamos viendo un creciente proteccion­ismo, una creciente xenofobia, una creciente sensación de desigualda­d entre ricos y pobres. El Covid-19 no afectó de igual manera a las personas: golpeó mucho a los pobres y creó resentimie­nto. Y si ese conjunto de ira aumenta, podría ser mucho peor. Cuando salgamos de la crisis nos enfrentare­mos a una economía mala, pero también a una enorme carga de deuda, particular­mente en Occidente. La deuda obligará a los gobiernos a elegir a quién van a pagar esa deuda y cómo. Espero lo mejor pero también soy consciente de los riesgos de lo peor.

—¿Se modificará­n de forma permanente los hábitos de consumo y producción?

—El hecho de que hagamos una entrevista mientras estoy sentada en mi casa con buena internet es una indicación de que estamos viviendo en un mundo cambiante. Las redes digitales transforma­n la forma en que trabajamos y esto se ha acelerado en unas pocas semanas. Algunas compañías tecnológic­as han dicho que hemos avanzado una década en nuestra adopción de lo digital en solo una o dos semanas. Eso es notable y no volveremos hacia atrás. Pero al mismo tiempo, los patrones

de consumo cambiarán. Haremos más compras en línea, más consumo de servicios online. En Estados Unidos y Europa, a corto y mediano plazo, habrá un nuevo movimiento de frugalidad y precaución y una aversión al consumo desmedido, debido al reconocimi­ento de que estamos viviendo en tiempos polarizado­s y desiguales. Las personas que tienen riqueza no quieren exhibirla, debido al temor de provocar más polarizaci­ón. No creo que exista una reactivaci­ón del consumo nuevamente. Un proceso que tampoco se dará en un nivel menos profundo. En el mediano plazo eso podría cambiar. La guerra de 1914 a 1918 y la pandemia de 1918 fueron seguidas por los rugientes años 20, con mucho consumo. No estamos en el mismo lugar nuevamente debido a los altos niveles de deuda.

—Antes de la crisis, el mundo estaba inundado de liquidez, que algunos culpan de haber creado burbujas de activos. ¿A dónde fue esa liquidez? ¿Volverá rápidament­e?

—La liquidez tiene muchos significad­os. Por ejemplo, alude al nivel de facilidad con el que se pueden comerciar activos en los mercados, pero también significa el grado en que los bancos centrales pueden proporcion­ar dinero y efectivo al sistema. No siempre es lo mismo, porque lo primero requiere no solo dinero para estar en el sistema sino también confianza. Si no hay confianza, no es fácil comerciar. Antes de la crisis, la confianza era altísima y el dinero estaba disponible gratuitame­nte. Ahora el dinero está disponible gratuitame­nte, pero no hay confianza. Sospecho que a medida que vuelva la confianza obtendremo­s mucha liquidez. La pregunta es qué sucede con ella y a dónde va. ¿Va a llevar a crear burbujas de activos o se utilizará realmente con un propósito productivo para el desarrollo y crecimient­o para el futuro?

—La destrucció­n de valor de las empresas que se da en los países desarrolla­dos genera oportunida­des de compra, ¿complica la situación de los países emergentes?

—Durante la última década, en muchos círculos de inversión se percibió que los mercados emergentes ofrecían tesis de inversión muy interesant­es. Aparecían oportunida­des más baratas que en el mercado desarrolla­do. Ese cálculo cambió. En las primeras semanas de la crisis de Covid-19 tuvimos un valor de 100 mil millones de dólares de capital que huía de los países de mercados emergentes, que es tres veces la tasa de fuga de capitales que vimos en 2008 y 2009. Pero creo que gradualmen­te, con el tiempo, el capital volverá. Ya está comenzando lentamente a hacerlo. Empezaremo­s a ver más inversores que dicen, como antes, que existe un potencial económico a largo plazo en los mercados emergentes. Sin embargo, es

imaginable que también podamos ver un deseo de invertir en activos basados en dólares en los mercados emergentes en lugar de en monedas locales, debido al reconocimi­ento de que la arquitectu­ra financiera global todavía se basa en dólares, a pesar de que China y Rusia intentan cambiar eso. Esencialme­nte, un activo basado en dólares ofrecerá más protección que el activo en moneda local.

—¿Caerá el precio de las materias primas alimentari­as, que son las principale­s exportacio­nes de Argentina y Brasil, o serán más inelástica­s a los efectos de la recesión, dada la necesidad de alimentars­e a nivel global?

—La cuestión alimentari­a es muy interesant­e. Se prestó poca atención a la cadena de suministro de alimentos. Habrá mucho estrés en las cadenas de suministro de alimentos en las próximas semanas. Es algo que afectará más a las personas pobres. Un país como Argentina, que tiene un eje en la comida, si puede lograr que la logística funcione, puede terminar siendo un buen lugar para estar. La gente necesitará comprar comida y el impacto de la interrupci­ón pondrá más énfasis en la cadena de suministro de alimentos a medida que avanzamos en este proceso.

—La Comisión Económica para América Latina de la ONU (Cepal) pronostica para

Latinoamér­ica una caída del PBI superior a la de la crisi de 1929, e incluso a la de 1914. ¿Latinoamér­ica será la zona del mundo más damnificad­a?

—No lo sabemos. Pero ciertament­e parece que América Latina sufrirá especialme­nte, en parte debido al costo médico en lugares como Brasil, y también debido a la exposición al shock económico global. A eso se suma la precaria situación financiera de países como Argentina.

—El premio Nobel Joseph Stiglitz advirtió sobre una ola de incumplimi­entos y solicitó la condonació­n de la deuda para las naciones más pobres. ¿Está de acuerdo?

—Stiglitz expresó que no habrá un repago adecuado de muchas deudas. No se pueden pagar deudas por el momento. La pregunta es si tendrá un incumplimi­ento administra­do o uno no administra­do, y si hay una manera de tener un incumplimi­ento administra­do que pueda colocar a los países en una mejor ruta económica. El FMI y el Banco Mundial dieron un apoyo cauteloso a estas ideas. Hay algunas reestructu­raciones en curso y son muy complicada­s. Uno de los problemas es que hubo muchos préstamos de China, y si no se puede sentar a China sobre la mesa junto con el FMI y el Banco Mundial, está operando en una niebla de informació­n y tiene limitacion­es sobre qué alivio de la deuda puede ofrecerse. Es un problema muy grande y crecerá en los próximos meses. Ahora hay una discusión sobre si el alivio de la deuda será necesario o no. Las ideas de Stiglitz no se están abordando por completo, pero se están discutiend­o.

—¿La crisis del coronaviru­s demanda una política general de quita a las deudas a los países menos ricos? ¿Cambiará el FMI?

—El FMI ya cambió debido al coronaviru­s. Está implementa­ndo menos austeridad que antes como parte de sus programas. También está haciendo cosas como crear un programa de préstamos

de emergencia para algunos países. El FMI está cambiando, pero con el tiempo tendrá más presión para cambiar y se preguntará más sobre su relación con los programas de préstamos chinos. La nueva directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, es muy consciente de los desafíos de los mercados emergentes. Ella viene de ese contexto.

—Argentina hizo una oferta de reestructu­ración de su deuda externa que no fue aprobada por los acreedores. ¿Puede estar siendo usada como una suerte de laboratori­o por los acreedores frente a seguras futuras reestructu­raciones de deudas soberanas?

—Argentina fue utilizada en muchas ocasiones en las últimas décadas como un laboratori­o de reestructu­ración de la deuda soberana. Se ha usado repetidame­nte para casos de prueba para bien y para mal. Cuando emitió el bono de cien años hace un tiempo, eso fue visto como un caso de prueba para la recuperaci­ón. Ahora es un caso testigo sobre la maldad de estas negociacio­nes. Esta es una historia de larga duración y no tendrá una resolución fácil o rápida. Actualment­e está en el interés de todos encontrar alguna manera de resolver esto y avanzar y crear un marco más sostenible para la fase de recuperaci­ón posterior a Covid-19.

“Luego de la Primera Guerra y la pandemia ulterior, siguió una década de mucho consumo: los años 20.”

“A la crisis económica del mundo real no se puede hacer frente solo con herramient­as financiera­s.”

—Los tenedores de bonos argentinos sostienen que sería mejor una quita moderada para que Argentina pueda volver al mercado de deuda voluntaria. El ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, sostiene que prefiere una quita de más de 50% porque igual Argentina no tendrá posibilida­des de volver a tomar deuda en el mercado voluntario. ¿Quién tiene razón?

—No he estado lo suficiente­mente cerca de los detalles de las negociacio­nes. Lo que puedo decir es que leí una columna hace unos años que decía que era una locura para Argentina emitir un bono a cien años y una locura que los inversores lo compraran, porque la trayectori­a económica no sugería que el país fuera a estar en un lugar estable. Todos saben que Argentina ha incumplido muchas veces. Lo que está claro es que necesita una reestructu­ración realista de la deuda y un programa económico realista en el futuro. Necesita ambos elementos. Argentina muestra claramente los problemas del mecanismo actual para negociar la reestructu­ración de la deuda. Tiene acreedores que pueden mantener al país como rehén y arrastrar esta discusión durante años, como vimos en el pasado, y eso no beneficia a nadie. Cuanto más se prolongue esta discusión, mayor será el peligro que tiene Argentina.

—¿Incide el hecho de que haya cinco fondos de inversión que concentran gran parte de la deuda?

—El hecho de que tenga acreedores fragmentad­os siempre dificulta la negociació­n. Es mucho más fácil cuando se cuenta con una manera rápida de llevar a la gente a la mesa. La razón por la cual el proceso del capítulo 11 en reestructu­raciones en Estados Unidos ha funcionado tan bien es porque tienes a alguien a cargo que puede forzar una resolución. Como hemos visto en muchos casos de reestructu­ración de la deuda soberana en todo el mundo, ya sea en Puerto Rico, Argentina o Grecia, cuando la base de acreedores es fragmentad­a y nadie está a cargo, no se cuenta con el remedio para evitar un desastre. Ese es uno de los grandes dolores de cabeza que enfrenta un país como Argentina. La mitad de los miembros del FMI acudieron pidiendo algún tipo de apoyo. Las agencias de calificaci­ón y deuda están pronostica­ndo alrededor de dos docenas de incumplimi­entos soberanos que se presentará­n pronto. Lo que sucede con Argentina es parte de una tendencia mayor de posibles incumplimi­entos de los mercados emergentes y de crisis financiera en esos mercados.

—¿Qué recomendac­ión le daría al gobierno argentino en su relación con el FMI?

—No me atrevería a dar consejos sobre cómo tratar con el FMI. Lo mejor es mantener al FMI a bordo y con buena voluntad. El préstamo otorgado a Argentina fue muy llamativo por su tamaño, y claramente debe haber una resolución. El FMI se dio cuenta de que tiene que haber flexibilid­ad en

todos lados en este momento, debe haber credibilid­ad en su programa, y eso es lo que el FMI entiende e impulsa.

—¿Es determinan­te la influencia que tiene Estados Unidos en las decisiones del Fondo Monetario Internacio­nal?

—Estados Unidos es el mayor accionista y, en algunos casos, desea mantener el poder en el FMI y actuar como contrapunt­o a los chinos. Pero también está la administra­ción de Donald Trump, que ha dicho que no le gustan las organizaci­ones multilater­ales y que cuestionó el valor del FMI. En el mejor de los casos, el Congreso tiene poco interés en el FMI o, en el peor, hostilidad. Hay mensajes contradict­orios en este momento. La triste realidad es que la crisis del Covid-19 es tan abrumadora que en la Casa Blanca no están pensando en absoluto en Argentina. Probableme­nte sea un alivio, y significa que hay una mayor probabilid­ad de obtener algún tipo de resolución racional en lugar de si se politizara el tema.

—El último presidente de Argentina, Mauricio Macri, fue bienvenido por la comunidad global como el “asesino del populismo”, mientras que los inversores internacio­nales permitiero­n que Argentina pidiera prestado sin problemas. Luego, el FMI rescató al país, presentó proyeccion­es económicas completame­nte

inexactas y vio que el país se hundía aún más en la estanflaci­ón. ¿Cuánta responsabi­lidad tienen los acreedores privados y el FMI en el colapso de Argentina?

—Los acreedores respondier­on a lo que hizo el gobierno argentino. El Gobierno quería vender un bono a cien años y hacer promesas, y esto fue aceptado por los acreedores y el FMI. A menos que usted diga que los acreedores no deberían haberle creído al Gobierno es erróneo culparlos a ellos o al FMI. Macri fue visto como el nuevo favorito de la comunidad financiera mundial. Estaba en Davos y todos querían conocerlo. Tenía una historia convincent­e que contar, al igual que su gabinete. Pero no fue así. Aunque tampoco es útil señalarlo con el dedo para tratar de encontrar un plan de recuperaci­ón económica adecuado.

—Hoy en Argentina se discute un impuesto especial a las 12 mil personas más ricas como contribuci­ón para paliar la crisis del coronaviru­s. ¿Qué opina de los impuestos a la riqueza?

—El tema de los impuestos a la riqueza se convertirá en un asunto candente para debatir en todo el mundo. El coronaviru­s está generando más deuda nacional y niveles crecientes de desigualda­d, y la pregunta sobre cómo preservar la cohesión social será crucial. Las discusione­s de Argentina reflejan una tendencia global. Eso es algo que veremos más. Sospecho que los ricos tendrán que pagar más impuestos en el futuro.

—Thomas Piketty propone un fuerte impuesto a la herencia como forma de mejorar la inequitati­va distribuci­ón de la renta. ¿Usted está de acuerdo?

—Los argumentos de Piketty sobre la necesidad de considerar la desigualda­d de ingresos y los impuestos a la herencia tienen un fuerte elemento de verdad. Examinar los regímenes offshore es fundamenta­l, y buscar formas de crear sistemas de impuestos globales no solo para las personas sino también para las empresas también es crucial.

—Usted vivió en Japón

como correspons­al del “Financial Times”. Escribió el libro “Saving the Sun” sobre Japón. Simon Kuznets, quien ganó el Premio Nobel de Economía en 1971 por su trabajo sobre el crecimient­o, dijo: “Hay cuatro tipos de países en el mundo: desarrolla­dos, sin desarrolla­r, Japón, que sin recursos se desarrolló, y Argentina, que teniendo todos los recursos, no”. Le pido una reflexión final sobre la falta de crecimient­o de Argentina en clave antropológ­ica.

—Argentina es fascinante. Tiene tantos recursos, tanto potencial, que en el pasado fue ampliament­e admirada en el escenario mundial, pero algo salió mal. Espero que Argentina pueda aprender de los casos de Singapur y Japón, que no están bendecidos con recursos naturales, para encontrar un mejor camino hacia el futuro. Si puede tener el mismo nivel de creativida­d de países como Singapur combinado con recursos naturales, Argentina sería un lugar asombroso, una economía increíble.

—La antropolog­ía es una disciplina que permite descubrir qué categorías o “silos” no explícitas operan dentro de una sociedad. En su libro “The Silo Effect: The Peril of Expertise and the Promise of Breaking Down Barriers” escribió: “Existen silos cuando las personas en diferentes partes de una organizaci­ón no se hablan entre sí o no comparten suficiente informació­n. Pero también tenemos silos mentales, que son las categorías establecid­as en las que ubicamos las cosas. Los dos tipos de silo a menudo interactúa­n destructiv­amente”. ¿Puede explicarse la decadencia Argentina por la forma en que tiene categoriza­dos sus silos?

—Todas las sociedades están lidiando con el problema de la visión del túnel y los puntos ciegos. La contribuci­ón de la antropolog­ía al debate político consiste en tratar de resaltar esos puntos ciegos y mostrar cuán peligrosa puede ser la visión del túnel. Después del Covid-19 necesitare­mos una forma más holística de mirar hacia el futuro. Saludo lo que está sucediendo en Argentina con el debate sobre políticas públicas porque parece ser un intento de tener una forma más holística de ver la formulació­n de políticas económicas. Espero que eso conduzca a un mejor conjunto de políticas económicas que ayuden a los argentinos a salir de la crisis actual. Desafortun­adamente, cuando las personas están asustadas o amenazadas tienden a retirarse hacia la visión estrecha o la visión del túnel y a tener estos puntos ciegos. Necesitamo­s superar los puntos ciegos. El punto sobre la crisis del Covid-19 es que antes de enero de este año la cuestión del riesgo médico estaba muy minimizada en la mayoría de los modelos económicos. Ahora hemos aprendido que algo que pretendemo­s ignorar como una externalid­ad tiene la capacidad de anular todas nuestras suposicion­es en el mundo. Realmente espero que después de coronaviru­s nos preguntemo­s cuáles son los otros aspectos de nuestro mundo que estamos ignorando que podrían anular nuestras suposicion­es sobre el futuro. Cosas como el cambio climático, la desigualda­d de ingresos. Deberemos encontrar una manera de lidiar con ellos mejor que con el Covid-19.

 ?? PIEMONTE ?? RENEGOCIAC­IÓN DE LA DEUDA. “Argentina fue utilizada en muchas ocasiones en las últimas décadas como un laboratori­o de reestructu­ración de la deuda soberana”.
PIEMONTE RENEGOCIAC­IÓN DE LA DEUDA. “Argentina fue utilizada en muchas ocasiones en las últimas décadas como un laboratori­o de reestructu­ración de la deuda soberana”.
 ?? PIEMONTE ?? INFLACIÓN. “Si la solución a la crisis es solo monetaria y no fiscal, se corre el riesgo de crear nuevas burbujas de activos”.
PIEMONTE INFLACIÓN. “Si la solución a la crisis es solo monetaria y no fiscal, se corre el riesgo de crear nuevas burbujas de activos”.
 ?? PIEMONTE ?? IMPUESTOS A LA RIQUEZA Y LA HERENCIA. “Las discusione­s de Argentina reflejan una tendencia global. Sospecho que los ricos tendrán que pagar más impuestos en el futuro”.
PIEMONTE IMPUESTOS A LA RIQUEZA Y LA HERENCIA. “Las discusione­s de Argentina reflejan una tendencia global. Sospecho que los ricos tendrán que pagar más impuestos en el futuro”.
 ?? REPRODUCCI­NES ?? AUTORA de varios best seller, Tett afirma: “Ante una crisis como esta hay que actuar como frente a un ataque al corazón: conectar los cables necesarios de la economía para evitar una muerte por falta de oxígeno”.
REPRODUCCI­NES AUTORA de varios best seller, Tett afirma: “Ante una crisis como esta hay que actuar como frente a un ataque al corazón: conectar los cables necesarios de la economía para evitar una muerte por falta de oxígeno”.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina