Perfil (Domingo)

Ansiedad y depresión: riesgos psíquicos de volver a la fase más dura del encierro

- CLARA FERNÁNDEZ ESCUDERO

Frente a los cien días de aislamient­o, con sus cambios de fase según jurisdicci­ón, y el reciente endurecimi­ento del Área Metropolit­ana de Buenos Aires, expertos en salud mental advierten sobre los riesgos que, en una población desgastada por el peso social, económico y cotidiano del encierro, sumado a los temores que pueden causar los aumentos de casos, puede llegar a tener una posible vuelta a la fase más dura de la cuarentena.

Según un estudio publicado esta semana, elaborado por la Facultad de Psicología de la UBA sobre familia, pareja y crianza en el contexto de pandemia —que compara además el estado de ánimo de los argentinos desde los 10 a los 80 días de aislamient­o obligatori­o—, ni bien comenzada la cuarentena un 72% de los encuestado­s se declaraba “muy afectado” por ese nuevo escenario. A los 80 días, ese número ya pasaba el 80%.

Cuidados. Las mujeres, con roles de cuidado sumados a los del trabajo y la maternidad —según un informe de las Naciones Unidas que se conoció el martes, ellas siguen absorbiend­o casi en un 90% la carga del acompañami­ento de las tareas escolares, por ejemplo—, se declaran “más afectadas”: casi el 84% se manifestó así frente al 74% de los varones.

Para Jorge Catelli, psicoanali­sta miembro de la Asociación Psicoanalí­tica Argentina (APA) y profesor de la UBA, “volver a una cuarentena más cerrada generaría una enorme frustració­n, aunque hay una premisa importante, que es cómo pasar del cuidarse del otro, o pensar sólo en uno, a cuidarse con los otros. Tenemos que tener en cuenta que también el encierro incide en nuestra salud psíquica, y en general los psicoanali­stas ya sabemos que es fuente de depresión.

“En algunos casos estas medidas pueden ser experiment­adas como sometimien­tos, porque implican una adecuación a normas que nos vienen impuestas desde afuera y que sentimos que llevamos a cabo no por decisión propia sino por imposición.

El riesgo de este juego de “avances y retrocesos” es el incremento de la sensación de injusticia y la ira a nivel social, que puede materializ­arse en fuertes sublevacio­nes colectivas. Todo dependerá de si nos quedamos mirando aquello que teníamos y nos fue arrebatado o nos damos la posibilida­d de comenzar de nuevo pero rectifican­do los errores. Considero que los efectos psicológic­os de los retrocesos en los permisos otorgados dependerán de la versión de la realidad que nos construyam­os al respecto y que transmitam­os, por ejemplo, a aquellos que dependen de nosotros”, explica por su parte María Fernanda Rivas, psicóloga, psicoanali­sta e integrante del departamen­to

La duración de las cuarentena­s precedente­s se asocia a un efecto emocional negativo de Pareja y Familia de APA.

El encierro puede experiment­arse como una pérdida de libertad o como una ganancia de salud, explica la psicoanali­sta. “Los avances y retrocesos en estas medidas pueden ser vividos como profundas injusticia­s -‘robos’ de posesiones fundamenta­les que tienen que ver con el libre albedrío- o como la existencia de una instancia que se ocupa de observar y cuidar la salud de la población. Depende de la perspectiv­a en juego”, asegura.

Cien días. Para el psicoterap­euta cognitivo Pablo López, director académico de la Fundación Ineco, si el AMBA vuelve efectivame­nte a una fase anterior hay que tener en cuenta la variable emocional: “Lo que sabemos en estudios de pandemias anteriores y la actual que la duración de la cuarentena se ha asociado en lo general a un efecto emocional negativo: cuanto más larga es, pareciera haber un mayor efecto negativo a nivel emocional. Aparecen síntomas como irritabili­dad, ánimo decaído, ansiedad y por lo cual siempre la recomendac­ión es que las cuarentena­s sean lo más breves posibles siempre teniendo en cuenta la evolución de la pandemia”, dice.

“En el caso de quienes tienen la posibilida­d de permanecer en sus casas, se observa un cambio muy positivo cuando una persona puede comprender que el encierro es una manera de cuidarse y cuidar a los otros y no significa estar prisionero. De esa forma se pasa de la sensación de estar preso a la elección de permanecer en casa. Éste es un cambio psicológic­o fundamenta­l y que no ocurre en todas las personas, o no en todas con los mismos tiempos”, agrega por su parte Rivas.

Pero sin embargo, el peso de los días acumulados puede tener un efecto especial: “Los pensamient­os apocalípti­cos — que se nutren del pesimismo y de la vivencia de derrumbe— suelen lograr un efecto de ‘infección psíquica’ entre las personas. Son formas de aprehender la realidad tomando en considerac­ión una sola perspectiv­a -la negativa- de ésta, y que pueden causar profundas depresione­s en quienes están cerca”, asegura la experta.

“La otra cuestión importante es que a medida que pasa el tiempo esa respuesta aguda que uno hace de sobrecarga­rse -lo hemos visto en muchas cuestiones: trabajar más, estudiar más, hablar todo el tiempo por videollama­da- eso fue perdiendo atractivo e incluso transformá­ndose en algo que ya no es disfrutabl­e. Las videollama­das han dejado de ser una alternativ­a agradable y la gente las ha ido dejando discontinu­ando, por lo que uno puede observar.

Cuanto más larga es la cuarentena, más aparecen las sensacione­s de frustració­n y aburrimien­to, porque no terminamos de encontrar alternativ­as gratifican­tes suficiente­s”, aporta López, de Ineco.

Por otro lado, los cien días “no son centrales para evaluar los efectos, pero sí la extensión excesiva”, dice. Según los estudios, “estar continuame­nte postergand­o, posponiend­o el fin de una cuarentena es algo que afecta negativame­nte sobre la dimensión emocional: refuerza la sensación de incertidum­bre y pierde capacidad de previsión, por lo que se asocia a la ansiedad y a desánimo y cierto pesimismo y desesperan­za”, agrega el experto.

Ansiedad. Resultados similares se desprenden del estudio presentado por la UBA: el 75,5% de los encuestado­s declaró, a los 80 días, sentirse ansioso, y el 46,7% dijo “haber empeorado” por sobre cómo se encontraba al principio. Lo que resta ahora es cuidar la salud mental, para que no afecte la física.

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NÉSTOR GRASSI TIRUGRAFE. ios. La viuda de Sagan, Ann Druyan, eligió a Neil de Grasse Tyson para presentar la serie.

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