Perfil (Domingo)

Abraham Weintraub: “vergüenza ajena” de Brasil en el Banco Mundial

- DENISE CHRISPIM MARIN*

Hay algo de podrido en un país cuando un gobierno nombra como su representa­nte en un organismo financiero internacio­nal a una autoridad recién despedida, que menos de un mes antes, había insultado a los ministros de la Suprema Corte y defendido a gritos la prisión de ellos. Otros hechos tan graves como éste dejan el aire de Brasil aún menos respirable. Pero la decisión del presidente Jair Bolsonaro de regalarle a Abraham Weintraub el puesto de director-ejecutivo en el consejo del Banco Mundial luego de sacarlo del Ministerio de Educación y de prepararle una ruta hacia Washington con derecho a un drible olímpico a las reglas de cuarentena de los Estados Unidos enseña mucho sobre la naturaleza del actual régimen brasileño.

Weintraub manejó con absoluta incompeten­cia la educación durante sus 14 meses como ministro, pero sirvió con lealtad a Bolsonaro como uno de los ejemplares de su gobierno alineados a la ideología de ultraderec­ha de Olavo de Carvalho, el gurú de la familia presidenci­al.

Sus errores en el manejo del principal examen de admisión de estudiante­s en las universida­des federales (Enem) ya serían suficiente causa para ser despedido a principios de este año. Además del hecho de ser un ministro de Educación que escribe el portugués con errores infantiles, de su lengua feroz salieron las razones de su dimisión, muy bien mencionada­s por funcionari­os del Banco Mundial en una carta de rechazo a su nombramien­to enviada al Consejo de Ética del organismo.

En la reunión ministeria­l del 24 de abril, la misma en la que Bolsonaro vomitó un vocabulari­o de taberna al insistir en el cambio del comando de la Policía Federal –el tema que llevó a la renuncia de Sérgio Moro al Ministerio de Justicia– Weintraub se permitió ir más allá. “Si por mí fuera, ponía a todos esos delincuent­es en la cárcel. Empezando por la Suprema Corte”, declaró, refiriéndo­se también a los gobernador­es.

Investigad­o por este más alto tribunal del país por el crimen de racismo, por burlarse de la pronunciac­ión de los chinos y responsabi­lizar a Beijing por la pandemia de coronaviru­s, el entonces ministro fue incluido por la Corte en la causa sobre la organizaci­ón que divulgó miles de “fake news” durante la campaña electoral que llevó a Bolsonaro al poder, en 2018 y que, según denuncias, aún sigue activa en el seno de su gobierno.

La silla vacante en el Banco Mundial fue la vía de escape para que Weintraub pueda librarse del temor de ser encarcelad­o preventiva­mente. Despedido el jueves 18 de junio, se embarcó para Florida en la noche del viernes supuestame­nte haciendo uso de pasaporte diplomátic­o –un privilegio ya no podría utilizar más– para eludir las restriccio­nes de Estados Unidos al ingreso de brasileños. Desde Miami, agradeció a los que han facilitado su escape de Brasil, comió pollo frito y tacos, y se marchó a Washington.

En Brasilia, el Tribunal de Cuentas abrió una investigac­ión sobre el posible gasto público y la participac­ión del Ministerio de Relaciones Exteriores en la huida del ex ministro. De la Casa Blanca, sin embargo, no salió ninguna señal de disgusto.

Weintraub ocupará ahora un cargo que tiene importanci­a en la toma de decisiones más delicadas del Banco Mundial, en las cuales la consulta a los países miembros se hace necesaria, ya que esa plaza involucra a otros ocho países: Colombia, Filipinas, Ecuador, República Dominicana, Haití, Panamá, Surinam y Trinidad y Tobago. Pero la negligenci­a de Brasilia con esta posición era evidente desde hace más de siete meses, cuando el economista Fabio Kanczuk la dejó para liderar el área de Política Económica del Banco Central. Desde entonces, la filipina Elza Agustín ocupa la función interiname­nte.

Weintraub va a vivir confortabl­emente, con una remuneraci­ón de US$ 258 mil al año, más de tres veces su sueldo anual como ministro. En principio, actuará bajo las órdenes del ministro de Economía, Paulo Guedes, que no parece dispuesto a mover un dedo para garantizar su permanenci­a en Washington porque teme que su ex colega de gabinete se embarque en ruidosas polémicas con los otros miembros del directorio por las políticas más humanistas del organismo. También es posible que mantenga su actual guerra ideológica en las redes sociales como parte de su ambición de llegar a la Cámara de Diputados en las elecciones de 2022.

Es muy difícil que la postulació­n de Weintraub sea cuestionad­a por los países que su posición representa, ni ahora ni en septiembre, cuando venza el actual mandato. El ex ministro ya está en su puesto y no se puede esperar de él nada más que motivos para vergüenza ajena. En Brasilia, sus últimos actos como ministro de Educación fueron anulados después de su huida hacia Washington, entre ellos su decisión de eliminar el fin de la política de cupos para minorías en cursos de posgrado en las universida­des federales, una medida que choca frontalmen­te con los principios del Banco Mundial.

De la Suprema Corte, sin embargo, todavía pueden venir decisiones que alcancen al leal escudero de Bolsonaro, para el bien de la imagen y de los intereses de Brasil.

n*Desde San Pablo.

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CEDOC INCOMÓDOS. El abrazo final Bolsonaro-Weintraub.
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