Viaje en etapas
Larga distancia
Verónica Laurino poesía
Jardines del infierno; Sanguíneo (con Fernando Marquinez); Alimañas en la casa nueva; Vergüenza
Caleta Olivia, $ 490
En su nuevo libro, Verónica Laurino (Rosario, 1967) invita a viajar en tres etapas. Cada poema inicia y desarrolla un trayecto, de Buenos Aires a Rosario, de una biblioteca rosarina a un suburbio de Sussex y de Montevideo a Santiago de Chile, más precisamente al Centro Cultural La Moneda. Las coordenadas espaciales, bien definidas, acortan distancias temporales. Así es como los últimos días de Virginia Woolf y las creaciones de Violeta Parra animan pasado y presente de la autora: “Voy cada vez más seguido/ al país de la infancia”. Incluso asoma el futuro mediante señales del tránsito (leve o grave) de la poesía.
En “Autopista”, primer tramo del breve libro, se cuenta el regreso a Rosario en un micro desde Retiro. “A veces me vence el sueño/ y me despierta la imprudencia del chofer/ una frenada sin consecuencias/ me asomo a la ventanilla”. Gracias al estado de ensoñación, la mirada absorbe el vaivén del paisaje urbano, semiurbano y rural mientras el cuerpo percibe la “ausencia de un clima real” en el interior. Afuera es invierno y la naturaleza, indiferente, sigue su curso: “Se hamaca la filigrana de las hojas del aguaribay”.
“La realidad atenta contra la atención/ un tiro certero que mancha de sangre/ el mantel de la escritura”, se lee en “Doble V”, donde una bibliotecaria y escritora (la propia Laurino) intercala momentos del diario de Virginia Woolf con otros de su propia cosecha vital. Hay ironías (“y en lugar de los sirvientes/ me interrumpen los usuarios”), incertidumbre (“entre libro y libro se esconde la duda”) y rachas de alegría o de pesimismo consignadas con humor.
En el poema final, dedicado a Violeta Parra, un verso describe el procedimiento que anima el viaje: “Mi presencia activa un sensor”.