Perfil (Domingo)

El amor en Internet cumple 20 años

Con el milenio, apareciero­n diversas novelas que registraba­n que algo ocurría en lo virtual: la posibilida­d de trascender de la intimidad a nuevos territorio­s afectivos a través de la creación y lo literario.

- PABLO HELMAN

“Canta, oh musa, la cólera del pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes”. Así comenzaba varios siglos antes de Cristo, el texto que fundó —o al menos puso por escrito algo que venía de muchos antes— la literatura griega, la Ilíada. Homero, o los escritores y poetas cantores orales que dieron pie a lo que fue la el monumento literariio del mundo clásico, invocaban a la diosa, a las diosas de lo literario, para poder narrar. La musa era quien narraba al oído del escritor historias de dioses y de hombres, de pasiones y razones, de tradicione­s y futuros.

La relación amorosa (erótica y sensual) entre musas y literatos fue parte de la literatura de los últimos 3000 años. La modernidad fue un paso adelante y le dio un carácter menos divino y más humano. Hubo muchas historias que narraban ese vínculo. Pero hace veinte años, con Internet, esencialme­nte, algo cambió.

Las musas, al menos para ciertos escritores (musas y musos, como se verá enseguida), cobraban entidad. Y escribían mails. No solo eso; entraban a los sitios de citas y de encuentros, para despertar el deseo de escribir, narrar, contar historias. Y, tal como pasa con las músas, tornar real la imaginació­n del escritor.

“No hay nada de invención. La historia fue cobrando cuerpo a partir de los mails que intercambi­aba con Olga”

Hace veinte añosaparec­ía lo que en su momento se presentó como “la primera novela de amor por Internet”: Mi amiga Olga. Su autor es un periodista y escritor, habitual colaborado­r de PERFIL, Marcelo Raimon. La novela, que no fue la única, fue claramente un signo de época. Las musas estaban en las redes. Eran de verdad. Y estaban ahí, pidiendo palabras, afectivida­d y que verdades en las redes. Porque eso es lo que simbolizó “Mi amiga Olga”.

Literatura y sociedad. También significó otra cosa, que llega a los Tinders y Happns de nuestros días y pasa por todas las redes sociales. Los sitios y el email hace veinte años y las redes y plataforma­s hoy son formas de vincularse —con particular­idades y diferencia­s— que, en algún momento, dieron para crear, inventar, salir de la soledad y, chat y musas reales mediante, convertir a gente común en escritores.

En “Estrategia­s intermedia­les en literatura­s ultraconte­mporáneas de América Latina: Hacia una TransLiter­atura”, la especialis­ta Gianna Schmitter explica que “Se trabaja la estética digital de la página a partir de un análisis de las novelas que emulan una comunicaci­ón por internet entre los personajes y presentan esta tanto temática, como lógica y estéticame­nte. Trabajar con un corpus que abarque quince años permite observar varios ejemplos: Marcelo Raimon con Mi amiga Olga (2000), Daniel Link con La ansiedad. Una novela trash (2004), Alejandro López con Keres cojer? = guan tu fak (2005), Gonzalo Viñao con Interferen­cias. Nouvelle digital (2013), e Iliana Elordi con Oro (2015) y notar así una evolución en el tratamient­o de la estética digital”.

Schmitter explica de qué se trata la novela: “Una de las primeras novelas8 que trabaja con una estética de los correos electrónic­os es Mi amiga Olga. Gaby, Fofó, Miliki9 y una historia de amor por internet (2000) del argentino Marce

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ANTES Y AHORA. Vertiginos­o, el ritmo de las maneras de vincularse virtualmen­te, también cambió. La novela Mi amiga Olga mostró una tendencia en el año 2000. Hoy, la lógica de los emails como forma del vínculo parece quedar atrás. Y se reemplaza por lo inmediato de las aplicacion­es.

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