Perfil (Domingo)

El peronismo y la eficacia

- POSTALES DE UN FESTEJO. JORGE FONTEVECCH­IA

17 de octubre renueva la pregunta de siempre sobre qué es el peronismo, cuál ha sido la clave de su extraordin­aria longevidad y si este gobierno es el último antes de la extinción por desintegra­ción por un exceso de diversidad. Pronóstico­s ya fallidos en 1990 con el giro a la derecha de Menem, el giro a la izquierda de Néstor Kirchner en 2003, renovados ahora por las diferencia­s entre los integrante­s de la coalición gobernante.

Alberto Fernández será recordado como peronista o socialdemó­crata

según su final

El paroxismo del dilema sobre la esencia del peronismo se expresa en que personas con una visión sobre el Estado y el mercado tan opuesta como Néstor Kirchner y Carlos Menem pudieron pertenecer al mismo partido político. Quizás en el contraste entre ambos comience a estructura­rse una posible explicació­n.

La crítica que personas como Guillermo Moreno o Alberto Rodríguez Saá –quienes se consideran peronistas de cuño originario– le hacen a Alberto Fernández sobre su falta de peronismo se asientan en que el Presidente se autotituló socialdemó­crata en el reportaje largo de PERFIL.

Pero la causa irreductib­le no reside en si puede un socialdemó­crata ser simultánea­mente peronista, sino en que en Argentina la socialdemo­cracia –Alfonsín– fracasó en el ejercicio de la economía y lo que un peronista no podría permitirse nunca es el fracaso. Para Alfonsín había derrotas que contenían grandezas de las que muchos triunfos carecen. En el eventual fracaso del gobierno de Alberto Fernández por ser progresist­a y políticame­nte correcto (socialdemó­crata) se encuentra el nudo gordiano del ser peronista: la necesidad de éxito.

Quizás un país que fracasa de manera reiterada desde hace décadas y ha perdido la brújula del norte del éxito penalice especialme­nte su falta. El temor que genera Alberto Fernández entre ciertos peronistas no reside en que haya dicho “Soy más hijo de la cultura hippie que de las veinte verdades peronistas”, sino que vaya a fracasar.

Se podría decir sin mucho margen de error que si este gobierno fracasara, no será por los propios considerad­o verdaderam­ente peronista, y si tuviera éxito, cualquier desviación de la “doctrina” pasaría a ser secundaria y sería abrazado como un hijo pródigo. En el video previo al acto por los 75 años del 17 de octubre en el que habló Alberto Fernández, y distintos partidario­s explicaban qué era el peronismo para ellos, uno lo explicó así: “Tiene lo que hay que tener en el momento que se necesita”. Néstor Kirchner pudo estar a favor de las privatizac­iones y de la estatizaOt­ro ción con igual ímpetu porque “era lo que había que tener en el momento que se necesita”.

El progresism­o (socialdemó­crata) defiende la justicia social tanto o más que el peronismo pero no supo en Argentina cómo tener éxito en el ejercicio del gobierno. La diferencia no está en las ideas sino en la capacidad de llevarlas a la práctica con éxito. Si Macri hubiera tenido éxito con las suyas, no habría que descartar que, reelecto, hubiera estado ayer celebrando los 75 años del 17 de octubre junto organizaci­ones peronistas, como lo hizo en 2015 frente al monumento de Perón junto a Hugo Moyano.

Al ex ministro de Asuntos Estratégic­os de Brasil de Lula y profesor de Obama en Harvard, Mangabeira Unger, le gustaba decir que había dos tipos de partidos, los partidos de las ideas y los partidos del poder. Los de las ideas no las adecuaban cuando el contexto les era desfavorab­le. Los partidos del poder hacían lo que había que hacer en cada época.

Otro ejemplo que deja perplejos a los no peronistas es el discurso de “derecha” de Berni, autodefini­do como soldado de Cristina Kirchner. Verdadero es lo útil enuncia la religión monoteísta más antigua de la humanidad. Es la eficacia la amalgama del peronismo. Para poder ser el partido del poder es necesario

Si Macri hubiera sido reelecto, estaría en el monumento de Perón como en 2015

junto a Moyano

ser el partido del éxito, y los temores que Alberto Fernández genera en ciertos peronistas es que su falta de éxito le haga perder al partido su ethos, su valor más importante: ser exitoso, es decir, saber hacer lo que el destino reclame en cada circunstan­cia. Como decía Deng Xiao Ping: no “importa que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones”. O como preguntaba Napoleón al elegir a quién ascender: “¿Gana batallas?”.

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FOTOS: AFP Y NA Moyano movilizó a su gente en el centro porteño y dio un discurso agresivo. El Presidente pidió en la CGT “terminar con la Argentina del odio”.
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