Gobierno dividido por el fmi
Hay sustanciales diferencias entre lo que pretende un sector del Gobierno y lo que quiere el organismo internacional. podría extenderse hasta el último trimestre del año.
el kirchnerismo quiere un acuerdo después de las elecciones
El ministro Guzmán viaja en marzo a Washington para adelantar las negociaciones con el Fondo, que reclama reformas estructurales. CFK sostiene que no puede haber ajuste en un año electoral
Las negociaciones entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI) para encarrilar un nuevo acuerdo muestra sustanciales diferencias entre lo que pretende el Poder Ejecutivo y lo que podría aceptar el organismo multilateral en cuanto a la conformación de un programa que lleve a la reducción del déficit fiscal, de la inflación, recuperación de actividad económica, de las reservas monetarias y determinadas reformas estructurales.
Dentro del gabinete económico han deslizado en los últimos días que las gestiones con el organismo multilateral para renegociar la cifra récord de 45 mil mil millones de dólares tomada como deuda por el Gobierno anterior podría prolongarse hasta el último trimestre del año.
Un funcionario del Gobierno admitió a PERFIL que “es factible que los tiempos para cerrar un acuerdo se prolonguen, porque en realidad lo que se quiere hacer es un convenio que se pueda cumplir y respetar”. “Todo lo contrario a lo que ocurrió en el gobierno anterior, que hizo un acuerdo y después tuvo que renegociar varias veces, porque no había manera de cumplirlo”, resaltó la fuente.
Las diferencias del Gobierno con el FMI en cuanto al planteo de un programa sólido son elocuentes.
Fuentes cercanas a la negociación admiten que los técnicos del organismo inducen a la Argentina a adoptar una política fiscal más restrictiva, incluyendo un mayor esfuerzo este año y exigirían una reducción del déficit fiscal primario en 2021 al 4% del PBI y no el 4,5% que se incluyó en el Presupuesto.
También genera incertidumbre la falta de un programa económico concreto que el FMI está aguardando desde el año pasado, ya que para los hombres del organismo multilateral hasta el momento se han tomado medidas aisladas.
Otro aspecto central de estas conversaciones es que no hay posibilidad de cerrar un nuevo convenio con la entidad con estos niveles de brecha cambiaria que aún muestra Argentina. Desde el organismo también ven con preocupación la falta de recuperación de las reservas monetarias.
Pero quizás uno de los puntos donde el gabinete económico tendrá que trabajar mucho desde el punto de vista político es el objetivo del Fondo en cuanto a que un nuevo acuerdo con la Argentina tenga un amplio respaldo y consenso político en el país. “Ellos plantearon el tema del consenso político porque se trata de un acuerdo extendido”, admitió otra fuente.
En concreto, sería un acuerdo de facilidades extendidas por diez años, donde la postura de la Argentina sería que los vencimientos de la deuda contraída se vaya amortizando en una década con préstamos del propio organismo en forma de repago.
De hecho, en las últimas horas surgieron insistentes versiones sobre la posibilidad que se le presenta a la Argentina en este año. El punto central allí es que el Fondo emitirá una ampliación de las reservas, con lo cual, a la Argentina le corresponderían unos 3.300 millones de dólares en DEG (Derechos Especiales de Giro), lo que permitiría utilizar una parte para cancelar el vencimiento de 1.900 millones de dólares que hay en octubre.
Todo esto será motivo de largas conversaciones que mantendrán a mediados de marzo en Washington el ministro de Economía Martín Guzmán y el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos.
De lograr consenso para usar justamente parte de esos DEG, las negociaciones para un acuerdo de facilidades extendidas se trasladarían hasta después de las elecciones, tal como presiona el sector de postura más inflexible del oficialismo.
Esa postura también le daría “aire” al Gobierno para llevar adelante hasta el último trimestre del año una política fiscal mucho más “laxa”, siempre mirando las elecciones de octubre como objetivo y evitando tener que ajustar las tarifas de los servicios públicos.
Pero, a la vez, al Gobierno lo presiona otro vencimiento. Es con el Club de París, a mediados de mayo, por un monto de 2.200 millones de dólares, acordado en el polémico convenio que se llevó adelante en 2014.
“Después del viaje a Washington se seguirá con otro a París para renegociar ese acuerdo”, admitió una fuente de Gobierno.
Está claro que los números son complicados. Con reservas de libre disponibilidad que no superan los 3.000 millones de dólares, Argentina no puede enfrentar ningún vencimiento de deuda, y no sólo este año.
Por otro lado, el hecho que haya un mayor tiempo para ir negociando el acuerdo le permitirá al Gobierno tratar de “convencer” al FMI sobre la imposibilidad de “hacer reformas estructurales” como implica un facilidades extendidas. “Nuestro concepto será reordenamiento del Estado, de las cuentas, más que grandes reformas que nunca se pueden realizar”, agregaron desde en el gabinete económico.
Cuando caminaba por los jardines de la Universidad de Columbia, el ahora ministro de Economía, Martín Guzmán, no sabía que en realidad su formación iba a terminar en el gabinete del Frente de Todos, donde empieza a extenderse una frase: “Martín está aprendiendo”.
¿Qué le están enseñando al joven de 38 años? ¿Qué nuevos conceptos tiene que asimilar el economista al que su formación en Estados Unidos le hace decir “ah” cuando acá se dice habitualmente “eh”?
¿Qué materias exclusivamente argentinas debería cursar en la universidad del poder? ¿Estará sumando conceptos que le cierran? ¿Se está convenciendo de nuevas ideas que desconocía? ¿Le alcanzan paciencia, cintura, ambición y ego para permanecer en un cargo mientras su idea de orden macro como pilar para crecer varios años se pierde ante los que lo corren por izquierda en un gobierno que se ceba con la recuperación, la soja por las nubes y la necesidad de ganar las elecciones?
Iluminará. Las clases se están dando a la vista de todos. Esta semana cursó Servicios Públicos. “Las tarifas se van a enmarcar en la ley de Presupuesto, donde el ratio de subsidios sobre el producto se mantiene constante”, había dicho el 3 de febrero en una entrevista con Gustavo Silvestre en C5N. El miércoles pasado, el interventor del Ente Nacional Regulador del Gas, Federico Bernal, lo desautorizó en la radio El Destape. Dijo que el 1,7% de subsidios sobre el PBI que fija el presupuesto “se está conversando”. En la intimidad, hace algunos días que Guzmán ya aceptó que ese número no se va a cumplir, porque las tarifas no van a aumentar lo que deberían para lograrlo. Es decir, se impone ya la idea de que las boletas de luz y gas para los hogares aumentarán más cerca del 10% que de la inflación promedio del 29% que proyecta el ministro.
El aprendizaje en la materia lo obliga a tomar más ideas de Bernal, un hombre que supo estar muy cerca de la gestión de Julio De Vido en Infraestructura durante el kirchnerismo aunque ahora hace un año que no habla con él. “Que el Estado me subsidie la tarifa se paga con más impuestos, con deuda o con emisión”, dijo aquel día el ministro. En el Enargas pesa otra idea: las tarifas pueden no subir sin incrementar los subsidios, si se afecta la rentabilidad de las empresas. Dato: Bernal considera un éxito la política energética entre 2003 y 2015. La última factura de gas que pagó en su casa fue de 1241 pesos. “Lo justo y razonable”, dice. al Gobierno, justamente por enfocar la suba del costo de vida como un fenómeno macro, pocos repararon en que para hacer equilibrio ya le había incluido a su diagnóstico la idea de que la inflación se baja tambien con “con política de precios y salarios porque la economía todavía no ha resuelto sus problemas de coordinación”.
Al cursar Inflación, Guzmán “ha ido aprendiendo” –dice un colega del equipo económico– que no es cosa de decir que “la emisión genera inflación” sino que la “emisión de moneda genera un exceso de liquidez que hace que muchas
El ministro cursó Servicios Públicos e Inflación a la vista de todos. Le piden más énfasis a la puja distributiva
Macroproblema. “Me gustaría que el ministro le pusiera más énfasis a la puja distributiva”, subrayó en Radio Splendid el diputado del Frente de Todos, Carlos Heller, el día después también de aquella entrevista en C5N, donde el ministro había insistido con su frase de cabecera: “La inflación es un problema principalmente macroeconómico”. Pero ojo, el dia en que fue aplaudido por los empresarios convocados
empresas presionen sobre el dólar o la brecha cambiaria y eso impacte en los precios”. En tu cara, Columbia. En realidad, hay que decir que empiezan a aparecer cuestionamientos directos a la formación del ministro de Economía y su equipo, como el que hizo
el periodista Horacio Verbitsky en una nota en
El Cohete a la Luna el 14 de febrero. No se sabe si es un pensamiento extendido en algunos sectores del oficialismo o es un arrebato personal del autor, como llamar a un ministro para ir a vacunarse en forma privilegiada. Pero en ese texto cuestiona que Guzmán se apegue a “una fórmula matemática” de Daniel Heymann, asesor ad honorem del Ministerio
y profesor de la Universidad de La Plata, de cuya carrera de Económicas dice que “tiene un cuerpo docente en el que abundan los doctorados y maestrías en universidades de Estados Unidos e Inglaterra”. “Esto la asemeja a las universidades privadas que formaron a los principales funcionarios del gobierno anterior, como San Andrés y Di Tella”, remarca. Guzmán es titular de la Cátedra de Moneda, Créditos y Bancos de esa universidad. Y estudió afuera.
Lo que yo creía. El ultimo aprendizaje obligado del ministro de Economía es el de la negociación con el Fondo Monetario Internacional, donde la vicepresidenta Cristina Kirchner plantea, como se deduce de la última carta de los senadores del bloque oficialista, que hay que aprovechar que el FMI favoreció por cuestiones políticas al gobierno de Mauricio Macri, para pedirles otra excepción con la Argentina y que refinancien la deuda de US$ 44000 millones a 20 años y no a 10, como está negociando el Palacio de Hacienda en el marco de un programa de facilidades extendidas, tal como se llama el acuerdo que ofrece el organismo para patear largo las deudas a cambio de pedir un combo de reformas en el tiempo.
Ahí también, Guzmán va a tener que completar su formación y abrazar el plan Vicentico de “los caminos de la vida no son lo que yo esperaba, no son los que yo creia, no son los que imaginaba”, porque no la siente ni ahí ir a pedirle eso a su amiga Kristalina Georgieva. El 13 de febrero había dicho en el programa Toma y Daca que “las reglas de juego no se negocian unilateralmente” y que “poder tener un programa distinto requeriría cambiar la arquitectura financiera internacional”. Y advirtió: “Hay que tener en cuenta estas consideraciones y las implicancias de tomar cada uno de esos caminos”.