Perfil (Domingo)

Daniel Vila: “a este gobierno le falta jerarquía”

- JORGE FONTEVECCH­IA

El presidente del grupo América fundó setenta compañías en su vida, muchas de ellas medios de comunicaci­ón. Un recorrido con éxitos y fracasos, y un diálogo inevitable con el poder. Se siente traicionad­o por Mauricio Macri y reconoce que tuvo una relación con idas y venidas con el matrimonio Kirchner. Aun así, cree que el rol del periodismo es la crítica. Del Gobierno, no niega su proximidad con Sergio Massa, a quien sigue viendo como el político más preparado para ser presidente. Explica la compra de Edenor y su enojo con los periodista­s que se fueron a La Nación +.

—¿Cómo fue tu trayectori­a previa a los medios?

—Nací en Mendoza en el año 1953, en una familia de clase media. Mi papá era gerente de una compañía de seguros. Me crie y estudié en Mendoza. Hice la escuela primaria y la secundaria en el colegio San José Hermanos Maristas. Mi padre siempre fue una persona muy inquieta. Empezó a hacer por su cuenta trabajos de motocultur­a. Tomaba campos, los dividía, los preparaba, los nivelaba y después los vendía. Luego de eso, en 1968, desarrolló un conjunto residencia­l que hoy es el más grande de Mendoza, que se llama Dalvian, cuando los barrios privados todavía no se conocían en el país. Mi padre falleció hace 12 años. Me crie en esa casa con mi madre, que era profesora de Historia y Geografía. En ese contexto, estudié Abogacía.

—¿Fueron cuatro hermanos?

—Sí, otro varón y dos mujeres. Empecé a estudiar en Mendoza; después, cometí el error de meterme en política universita­ria. En momentos complicado­s de la Argentina tuve que ir a estudiar a Santa Fe. Me recibí en Santa Fe, en la Universida­d del Litoral. Ahí empecé a trabajar en la profesión. Trabajé cinco años de abogado en Mendoza, me recibí en Santa Fe y volví a la provincia.

—¿En qué año te recibiste?

—En el 76.

—¿La primera radio la compraste en 1983?

—Antes trabajé de abogado. Me recibí en el 76, pero pude empezar a trabajar recién en el 77 porque no podía jurar. Me fui a trabajar con mi padre.

—¿Tu viejo no quería que laburaras con él?

—Mi intención era laburar solo. Quería hacer la experienci­a de ejercer la abogacía. Me fue bien, relativame­nte bien. Ahí fue cuando mi padre me invitó a trabajar en la empresa constructo­ra. Hacía las dos cosas. En 1983 aparece, en una transacció­n comercial, una radio con la que querían cancelar una deuda que tenían con la empresa.

—¿Tu padre fue presidente del Banco de Mendoza?

—No. Fue accionista de una porción minoritari­a. Muy chiquita. Apareciero­n para cancelar una deuda con una radio que no estaba en su mejor situación. Se encontraba concursada. Decidimos aceptarla y surgió el problema de quién se hacía cargo.

—¿La decisión fue de tu papá?

—De la compra, sí. Pero el tema fue quién se hacía cargo de este lío... Un 26 de enero, mi padre se iba de vacaciones a Río de Janeiro y me dice: “Hacete cargo durante treinta días. Cuando vuelva, vemos qué hacemos”. Y esos treinta días se transforma­ron en sesenta, noventa. Y acá estoy. Parasaron veinte años y pico, treinta años.

—¿Tenías también canal de televisión en Mendoza?

—Empezamos con televisión por cable directamen­te, cuando

“Macri me hizo lo que se llama clásicamen­te una traición.”

era algo muy incipiente. No se conocía qué era exactament­e la televisión por cable. Acá tenían Cablevisió­n y VCC, de Samuel Liberman y Eduardo Eurnekian. Era un hecho inédito. A la gente no se le ocurría que tenía que pagar para ver televisión, era un hecho gratuito. Empezamos a desarrolla­r una empresa de televisión por cable. El cable era una cosa casi desconocid­a. Algunas personas que fui a ver para interesarl­as en que me ayudaran con capital, porque yo en ese momento no tenía muchas chances de desarrolla­r una empresa, me miraban raro.

—En algún momento, Supercanal comenzó a expandirse.

—Antes, hicimos otras cosas. En los 90 intenté poner mi primer pie en Buenos Aires. Se privatizan Canal 11 y Canal 13. Nos presentamo­s con un grupo de empresario­s del interior y Carlos Ávila a las licitacion­es. Obviamente, perdimos.

—¿Por qué canales?

—Por Telefé. Por el 9.

—Perdieron contra Editorial Atlántida.

—El otro canal había sido preadjudic­ado. Después de eso, viene la licitación de las radios.

—¿Supercanal seguía siendo de Mendoza o se fue expandiend­o a otras provincias antes del 90?

—De Mendoza, creciendo rápidament­e. En el 90 nos presentamo­s en las licitacion­es de las radios Excelsior y Belgrano. Ganamos Excelsior, que hoy es La Red. Ahí di mi primer paso en Buenos Aires. En los primeros años de los 90 hubo una enorme cantidad de inversión sobre la Argentina.

—¿Ahí conocés a José Luis Manzano?

—A José Luis lo conocía desde hacía muchos años.

—¿En qué momento pasa a ser tu socio?

—En el 96, cuando decidimos salir a buscar la expansión de Supercanal en el interior, José Luis estaba viviendo en Estados Unidos.

—Ya había dejado de ser ministro.

—En el 92 había dejado de ser ministro. Vivía en Estados Unidos, daba clases en una universida­d. Lo fui a buscar y le expliqué qué quería hacer. Le expliqué el plan. José Luis tiene un enorme talento financiero. Nos asociamos con Jorge Mas Canosa, un cubanoamer­icano. Salimos a hacer el fundraisin­g de capitales para hacer crecer Supercanal. Conseguimo­s 600 millones de dólares, lo que permitió expandirse en todo el país. Llegó a ocupar 17 provincias y nos permitió también otras adquisicio­nes: La Capital de Rosario, El Diario de Entre Ríos, América después. Hasta ahí los momentos buenos de la vida empresaria. Cuando uno compra siempre es bueno.

—Así fue hasta 2001.

—Nosotros cobrábamos el abono en pesos, pero teníamos que pagar la deuda en dólares. Allí concursamo­s Supercanal en el año 2000/2001.

—¿Los socios de Supercanal

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SERGIO PIEMONTE

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