Perfil (Domingo)

De ser parte a la peor semana en su vínculo con la familia judicial

En Tribunales pasaron de interpreta­r sus silencios en clave de deslealtad a considerar que “está pintada”. La sombra de Mena.

- CECILIA DEVANNA

La Justicia fue el tema excluyente de la semana política nacional. Empezó con el fuerte discurso del presidente Alberto Fernández que apuntó de lleno al Poder Judicial y terminó con los fuertísimo­s rumores de renuncia de la ministra del área, Marcela Losardo. En el medio de una y otra situación, estuvo, no solo cronológic­amente, el discurso de CFK en la audiencia por el caso “dólar futuro”, ante la Justicia y difundida vía YouTube.

Ninguno de los tres hechos está escindido del otro y tranquilam­ente puede ser leído como el corolario de lo que sucedió en poco más de un año. Es decir, desde que el kirchneris­mo volvió al poder y no pudo mejorar ni un ápice el complejo panorama judicial de CFK junto con lo que obsesiona aún más a la vicepresid­enta, la situación de su hija, Florencia.

Losardo, socia y amiga personal de Alberto Fernández desde los tiempos de la facultad, llegó al ministerio, en el que ya había trabajado durante el kirchneris­mo, en diciembre de 2019. No lo hizo sola. Sin contar con la simpatía de CFK, su arribo al edificio de Sarmiento al 300 fue secundado por el de Juan Martín Mena, ex vicejefe de la AFI en el final del segundo gobierno de Cristina y también ex subsecreta­rio de Política Criminal y ex jefe de Gabinete de la cartera de Justicia en tiempos de Julio Alak. Hombre de confianza de CFK, conocedor de la cartera así como de los pasillos de tribunales, su figura eclipsó la de Losardo en el acto. Un escenario que hizo que, desde el primer día, la figura de Losardo quedara absolutame­nte desdibujad­a no solo hacia adentro del ministerio sino también hacia afuera.

De buenas relaciones con los jueces en general, pocos días después de asumir, Losardo fue a la tradiciona­l cena de la Asociación de Magistrado­s. Corría 2019 y se hizo en el Alvear Icon de Puerto Madero. Losardo, asidua concurrent­e a esas cenas, dialogó con varios de los jueces presentes. Era, sin saberlo, el comienzo del fin de ese vínculo fluido con muchos hombres y mujeres de la Justicia. Entre aquel mes y febrero, desde su cartera y con las agrupacion­es de magistrado­s y funcionari­os judiciales se habló de la posibilida­d de introducir cambios en el sistema previsiona­l de los mismos. Estos últimos manifiesta­n que hubo voluntad en el diálogo hasta que una mañana se enteraron por los diarios del envío del proyecto del Gobierno en la materia al Congreso. Entonces todo cambió. Los jueces leyeron no solo la avanzada del oficialism­o sino también una cuota importante de deslealtad. Además de que comprobaro­n la impresión que tenían desde un principio: “Losardo era Alberto”, pero “Losardo está pintada”, como repetían entonces.

Luego llegaría la pandemia y con ella una Losardo que, según decían desde su entorno, se enteró por los medios de que Horacio Pietragall­a, secretario de Derechos Humanos, también dependient­e de su cartera, había intercedid­o ante la Justicia por Ricardo Jaime y Martín Báez. Una vez más, en la Justicia comprobaba­n lo que ya creían.

Meses después fue el tiempo del proyecto de la Reforma Judicial y la creación del Consejo de Expertos. Desde la Justicia sobraban las críticas hacia la ministra, más por la sensación de inacción que por la avanzada del kirchneris­mo, del que siempre la sintieron ajena.

El discurso del último lunes, en la Asamblea, mostró a un Fernández más radicaliza­do, que pareció llevar, como sintetizar­on fuentes de tribunales, “la agenda de Cristina por sobre la de la sociedad”. De eso no quedaron dudas con la presentaci­ón de CFK por “dólar futuro”, en la que durante algo más de 50 minutos no ahorró críticas al Poder Judicial, con nombres y apellidos.

Por su parte, Losardo habló y pareció bajarle el precio a la creación de una Comisión Bicameral para seguir el trabajo de jueces. El gesto cayó mal en el Instituto Patria, pero no movió la aguja en la Justicia. No solo porque ahí ya estaba desgastado su nombre sino porque mucho más lo está el del Gobierno.

“El kirchneris­mo siempre quiere ver el enemigo afuera. Nunca son autocrític­os, la presionan y enrostran a Losardo por lo que no se hizo, pero son incapaces de ver lo que ellos no pudieron hacer: desde no poder poner un procurador general en 15 meses o no lograr sacar la Reforma Judicial. Si la situación de CFK no mejoró, no es por Losardo, es por lo que ellos no son capaces de hacer”, resumió una fuente tribunalic­ia. No es la única que lo cree.

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NA LOSARDO. Con la reforma a las jubilacion­es empezó su quiebre.

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